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El restaurante El Serbal abrió en 1999, hace 22 años, en la zona de Puertochico y por primera vez cambia de ubicación. Entró en el mapa gastronómico nacional en el año 2003 cuando su nombre se asoció a una estrella Michelin en la famosa Guía roja. Desde entonces es el único restaurante con esta categoría en la capital. Desde el primer momento se mantiene al frente del negocio Rafael Prieto, que ejerce también como sumiller y jefe de sala. Pioneros en muchos aspectos, aquí siempre se ha cuidado, además de la propuesta gastronómica, el servicio de sala. En la actualidad, junto a Rafael Prieto (derecha de la imagen) y Quique Muñoz (izquierda) –chef desde 2018–, coordinan el trabajo en la sala Ramón Pimentel y Ramón García.

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El restaurante El Serbal abrió en 1999, hace 22 años, en la zona de Puertochico y por primera vez cambia de ubicación. Entró en el mapa gastronómico nacional en el año 2003 cuando su nombre se asoció a una estrella Michelin en la famosa Guía roja. Desde entonces es el único restaurante con esta categoría en la capital. Desde el primer momento se mantiene al frente del negocio Rafael Prieto, que ejerce también como sumiller y jefe de sala. Pioneros en muchos aspectos, aquí siempre se ha cuidado, además de la propuesta gastronómica, el servicio de sala. En la actualidad, junto a Rafael Prieto (derecha de la imagen) y Quique Muñoz (izquierda) –chef desde 2018–, coordinan el trabajo en la sala Ramón Pimentel y Ramón García. DM

Restaurante El Serbal, alta cocina con vistas

RESTAURANTES CON ESTRELLAS ·

El pasado martes abrió en su nueva ubicación de El Sardinero, donde unas vistas espectaculares resultan el marco adecuado para disfrutar con una cocina actual

José Luis Pérez

Santander

Domingo, 11 de julio 2021, 08:07

Son las 16.15 horas del jueves y, mientras el almuerzo avanza en El Serbal, ahora en su recién estrenada instalación de El Sardinero, desde las trece mesas del flamante comedor se contempla como el ferry abandona la bahía de Santander y se adentra en el Cantábrico. La escena, por conocida que sea en la ciudad no es menos espectacular, en este caso sentados a la mesa del único restaurante gastronómico de Santander con una estrella Michelin y un sol Repsol.

El sueño de Rafael Prieto, su director, jefe de sala, sumiller y propietario, tras 22 años de lucha y esfuerzos en la calle Andrés del Río, pero sin vistas, se ha visto cumplido: tener para el restaurante de sus desvelos y de referencia en la alta cocina una ubicación sobresaliente; y ciertamente lo ha cumplido.

Desde el pasado martes, El Serbal ha tomado otro rumbo, una nueva etapa en su historia con el reto de seguir cautivando a los clientes habituales y de atraer a un nuevo público 'también' por las vistas, para que luego puedan encontrarse con una cocina actual, atractiva, vistosa, de producto, en la que, con el apoyo de las técnicas actuales, el chef Quique Muñoz, ensalce sabores y texturas y para ello también se cuenta con la estimable aportación de alguna de las casi ochocientas referencias de vinos con que cuenta la bodega.

Imagen.  El edificio está sobre la misma playa y en la planta superior está El Serbal y abajo Querida Mar, un bistró con menú diario y carta de picoteo para la terraza.

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Imagen. El edificio está sobre la misma playa y en la planta superior está El Serbal y abajo Querida Mar, un bistró con menú diario y carta de picoteo para la terraza. DM

La puesta en escena

El restaurante se ubica en la Avenida Manuel García Lago nº 1 de Santander (teléfonos 942 222 515 y 621 222 880), en el edificio donde estuvo el Cormorán, literalmente sobre la segunda playa de El Sardinero. El restaurante gastronómico está ubicado en la planta superior, mientras que en la inferior se han situado el bistró Querida Mar y una terraza.

El comedor cuenta con 13 mesas, todas con vistas gracias a unos enormes ventanales que proporcionan luminosidad a una sala donde cada espacio para el servicio cuenta con la necesaria intimidad y distancia. La decoración es elegante y actual, contando con un espacio acristalado dedicado a bodega en una esquina donde se custodian grandes caldos nacionales e internacionales, algunos muy exclusivos.

El Serbal cuenta con un La Tâche como vino top, del año 2005, con un precio de 12.300 euros.
Imagen - El Serbal cuenta con un La Tâche como vino top, del año 2005, con un precio de 12.300 euros.

Sin duda, El Serbal es la gran novedad gastronómica de la temporada y sus responsables son conscientes que en los próximos meses tendrán un aluvión de visitas para descubrir las novedades, que también se trasladan a los platos de la carta y a los menús degustación de la casa, hasta tres.

El restaurante abre de martes a sábado de 13.30 a 16.00 y de 20.30 a 23.30 y los domingos de 13.30 a 16.00. Permanece cerrado las noches del domingo y los lunes.

Arriba, hasta cinco variedades de pan que se se ofrecen: integral, multicereales, espelta, blanco y maíz. Punto y seguidos llegan dos aceites diferentes de la variedad Arbequina. Abajo, aperi
Imagen principal - Arriba, hasta cinco variedades de pan que se se ofrecen: integral, multicereales, espelta, blanco y maíz. Punto y seguidos llegan dos aceites diferentes de la variedad Arbequina. Abajo, aperi
Imagen secundaria 1 - Arriba, hasta cinco variedades de pan que se se ofrecen: integral, multicereales, espelta, blanco y maíz. Punto y seguidos llegan dos aceites diferentes de la variedad Arbequina. Abajo, aperi
Imagen secundaria 2 - Arriba, hasta cinco variedades de pan que se se ofrecen: integral, multicereales, espelta, blanco y maíz. Punto y seguidos llegan dos aceites diferentes de la variedad Arbequina. Abajo, aperi

La oferta se concreta en una carta de especialidades, donde se alternan platos de temporada con referentes clásicos de la casa, y en un menú gastronómico (54 euros y 68 con maridaje), un menú degustación (78 euros y 98 con maridaje) y un menú Dom Perignon en el que los champagne tendrán un precio especial para este menú: Moët Chandon Vintage 2012 (52 euros) y Dom Perignon Vintage 2008 (158 euros).

El menú gastronómico consta de aperitivo, entrante, pescado, carne y postre. El chef Quique Muñoz selecciona personalmente cada día los platos que lo componen en función del producto de temporada y de mercado. Es un menú donde se perfila una cocina tradicional con ligeros toques más actuales. El menú degustación consta de dos aperitivos, tres entrantes, pescado, carne y dos postres. Aquí se exhibe una cocina actual con las últimas creaciones del equipo de cocina.

Imagen. La bodega. Con cerca de ochocientas referencias de medio mundo, incluidos 82 champagnes.

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Imagen. La bodega. Con cerca de ochocientas referencias de medio mundo, incluidos 82 champagnes.

Degustación

En la experiencia de conocer el nuevo El Serbal, el cliente encontrará también algunas novedades en el plato, aunque la intención de Rafael Prieto es que el cambio haya una transición ordenada y que se mantenga la continuidad en el trabajo creativo y en el servicio que ha situado a El Serbal en el estatus actual.

De inicio, los aperitivos son novedosos, caso en primer lugar del foie atemperado con una crema fría de lentejas con especies, donde se advierten notas de curry. También interesante el denominado 'bocadillo cántabro', una focaccia de elaboración propia con mostaza, crema de queso, rosbeef de carne de vaca tudanca y aire de anchoa. Muy sabroso y convincente.

El capítulo de entrantes arranca con un producto de temporada, el bonito, que el chef macera en aceite de oliva virgen y pimentón para luego acompañarlo con una tierra de jamón, una cebolla asada de Sarón, pimiento, tomate y sopa de la propia cebolla.

A la derecha, vieiras y pollo con salsa en pepitoria, una de las novedades. A la izquierda, uno de los entrantes de bonito macerado. DM
Imagen secundaria 1 - A la derecha, vieiras y pollo con salsa en pepitoria, una de las novedades. A la izquierda, uno de los entrantes de bonito macerado.
Imagen secundaria 2 - A la derecha, vieiras y pollo con salsa en pepitoria, una de las novedades. A la izquierda, uno de los entrantes de bonito macerado.

Original el siguiente entrante, unas vieiras y pollo con una salsa de pepitoria. Decora el plato un crujiente de arroz y en la base hay una tierra de almendras. Como guarnición, espinaca, acedera y un punto de coco. Sin duda, una combinación que sorprende y de la que el chef sale airoso.

En este bloque de entrantes no podía faltar un clásico de la casa, la versión de El Serbal del cocido lebaniego, un guiso tradicional de Cantabria que se deconstruye a partir de unas gyozas rellenas del propio compagno del cocido, que se posan sobre dos láminas de tocino ibérico Joselito. En la base está la crema de los garbanzos y ya en la mesa se añade por parte del equipo de sala el caldo del cocido. El sabor te transporta directamente a Liébana pero con otras texturas, con la sutileza de un plato creativo.

Concluido el tiempo de los entrantes, llegan los platos principales, un pescado y una carne. En el caso de los pescados, en El Serbal recurren a especies de temporada, a ejemplares sobresalientes que se adquieren a diario para asegurar la máxima calidad. En el caso de la carne, se contemplan diferentes tipos, pero siempre dando prioridad, como en el pescado, al sabor y al punto.

A la derecha, rape emparrillado con una salsa asiática, una tierra de aceituna negra, salicornia, salsifi y zanahoria morada. A la izquierda, presa ibérica lacada al carbón, con un jugo de carne y una crema de zanahoria y kimchi. DM
Imagen secundaria 1 - A la derecha, rape emparrillado con una salsa asiática, una tierra de aceituna negra, salicornia, salsifi y zanahoria morada. A la izquierda, presa ibérica lacada al carbón, con un jugo de carne y una crema de zanahoria y kimchi.
Imagen secundaria 2 - A la derecha, rape emparrillado con una salsa asiática, una tierra de aceituna negra, salicornia, salsifi y zanahoria morada. A la izquierda, presa ibérica lacada al carbón, con un jugo de carne y una crema de zanahoria y kimchi.

Del mar en este ocasión se propone un rape emparrillado que se acompaña de una salsa asiática hecha con verduras, jengibre y pollo que le otorga vigor al pescado. La tierra es de aceitunas negras y para acompañar se emplea salicornia, el tubérculo salsifi, una zanahoria morada y un punto de wasabi. En definitiva, una combinación de textura y sabor sin estridencias y sin que el protagonista principal pierda la notoriedad debida.

La presa ibérica lacada al carbón es ya un referente en El Serbal. Un ejercicio de técnica para conseguir un gran resultado, una carne de presa con todo su sabor y un punto perfecto, a la que no le interrumpe, sino todo lo contrario, esa corteza que da la falsa apariencia de que la carne se ha abrasado en la parrilla. En este caso, la carne primero se macera; luego se recubre con un arroz, pan de gambas y tinta de calamar que se deshidratada para que desaparezca el sabor de la tinta y permanezca la sutil capa que esconde una carne exquisita. La guarnición es sencilla y elegante, aquí el chef no complica el plato ya que solamente recurre a un jugo de carne y una crema de zanahoria y kimchi.

Imagen. Postre gastronómico. Se llama Lassi y recuerda a una bebida tradicional de la India hecha a base de yogur. Aquí el chef la deconstruye y la transforma en un postre creativo. La base es una tierra de coco a la que se suman la cúrcuma y el mango formando una crema, el azafrán en el crujiente y completa el conjunto un helado de yogur.

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Imagen. Postre gastronómico. Se llama Lassi y recuerda a una bebida tradicional de la India hecha a base de yogur. Aquí el chef la deconstruye y la transforma en un postre creativo. La base es una tierra de coco a la que se suman la cúrcuma y el mango formando una crema, el azafrán en el crujiente y completa el conjunto un helado de yogur.

Llegado el momento dulce, en esta ocasión se propusieron dos platos a los que precedió un prepostre, una esfera de chocolate negro rellena de un líquido especiado que limpia el paladar.

Tras el cambio de registro, un postre esencial de El Serbal, su helado de queso con crema de queso y aire de miel, al que sigue una propuesta más creativa en la que, inspirada en una bebida hindú, Lassi, se procede a su deconstrucción para convertirla en postre, empleando cúrcuma, azafrán y helado de yogur.

Con el café Tambo de Dromedario, un fijo de la casa, llegan los petit fours, al tiempo que el ferry navega en el horizonte.

Rafael Prieto, delante de la bodega.

Un valiente paso adelante en un momento complejo

Lo que desde fuera se puede calificar de arrojo o valentía empresarial por la decisión tomada, Rafael Prieto lo resume así: «Se siente haber dado un paso más profesionalmente. En este proyecto hay mucha ilusión, ganas y responsabilidad. Detrás hay muchas familias y la inversión ha sido importante. Por ello no puedes fallar en los que han confiado en ti. No oculto que hay también un poco de miedo, pero con la confianza de que todo mejor, sin despejarse la incertidumbre si el verano será como el pasado». Ahora su reto es «asentar esto, dando una línea de continuidad al tipo de servicio y de cocina que nos caracteriza». Y concluye, «ahora tenemos unas vistas y luminosidad únicas, y aparcamiento fácil 11 meses al año».

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