¿Cuánto sabes sobre las grosellas?

Cultura gastronómica ·
Un fruto que tiene muchos usos culinarios para postres y platos de carne o pescado y que está en el mercado los doce meses del año

Isabel González Casares

Torrelavega

Viernes, 3 de noviembre 2023, 15:10

Con la llegada del otoño su mejor temporada para disfrutarlas, llaman a la puerta. No obstante, las grosellas se hacen presentes prácticamente los doce meses del año, siendo uno de los frutos rojos más apetecibles, recurso prácticamente imprescindible en postres, mermeladas y jarabes. Su color intenso, al menos en dos de sus variedades, es lo más atrayente de ellas, presentadas en pequeños racimos pueden ser rojas –ácidas o agrias, pueden resultar insípidas–, negras –amargas y muy ácidas no se suelen comer en crudo– y blancas . Es una fruta poco calórica, rica en vitamina C, con propiedades antioxidantes, diurética y depurativa. En zumo, mejor si se toma la variedad más oscura, tienen un efecto astringente y su ingesta desinflama el intestino. Las frescas solo se pueden encontrar en verano y son de corta temporada. Todo el año se pueden comprar congeladas o en conserva.

En la cocina tienen muchas utilidades. Pueden incorporarse en ensaladas muy frescas para el verano (además de con hojas verdes, picatostes, hinojo y piñones, por ejemplo). Pero donde más triunfan las grosellas es en los postres. Ahí son el ingrediente perfecto. Pueden completar una macedonia, decorar las tortitas o los gofres. Y las «cookies» más tentadoras son las que unen la pasta flora a chocolate blanco y grosellas, con las que también se pueden elaborar exquisitos «muffins».

Características y curiosidades

Qué es. El fruto que procede del grosellero. Es una baya de piel traslúcida y color rojo, globosa y con sabor agridulce con tres especies: la roja, la negra y la blanca.
Rusia y Polonia. E líder del mercado mundial en el cultivo de esta baya pertenece a Rusia. Le siguen Polonia y Alemania.
Como una especia. Las hojas de grosella se agregan a los frascos al encurtir verduras y champiñones, realizando una función de una especia.
Mejora la salud. Ayuda al tránsito intestinal por su alto contenido en fibra, combate la anemia y es un excelente antioxidante. También fortalece el sistema inmune, mejora la circulación y ayuda al sistema nervioso y muscular.
Desde la prehistoria. Hay constancia de que ya entonces se consumían grosellas silvestres, originarias de diferentes zonas de Europa y Asia que formaban parte de la dieta de los cazadores recolectores.
Muy apreciadas por los médicos. En la Edad Media los galenos las tenían muy en cuenta para distintos tratamientos.

También se emplean como salsa ácida en platos contundentes de carnes rojas y combinan a la perfección como guarnición de un plato de «roast beef», cordero o algunas carnes de caza.

Por no hablar de las bebidas que se pueden hacer, frescas y coloridas, perfectas para los meses de verano. En combinados son un aliado estupendo.

La grosella negra es mucho más aromática que la roja debido a la abundancia que contienen sus aceites esenciales. Su jugo se usa para preparar colorantes alimentarios naturales.

Son especialmente adecuadas para proteger la vista, especialmente por su acción protectora sobre los vasos sanguíneos más pequeños.

Según ciertos autores se trata de uno de los alimentos recolectados por las sociedades cazadoras del paleolítico, debido a que se encontraba en zonas de monte húmedas, frías que también eran idóneas para la práctica de la caza. Y en la Grecia clásica estos frutos eran conocidos como 'sangre de titanes', en referencia a sus intensos colores rojos, morados, violáceos y negros. Sus primeros cultivos se remontan al siglo XVII, concretamente en Bélgica y el norte de Francia.