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El 8 de febrero de 2013 salió a la venta la primera botella de Siderit. De entonces hasta ahora la empresa ha evolucionado, crecido, destilando talento e innovación. Su historia y sus productos son bien conocidos, vodka, ginebra, vermut, whisky..., e incluso gel hidroalcohólico. ... Yno pocos premios regionales, nacionales e internacionales brillan en sus vitrinas. Rubén Leivas (42) y David Martínez (44) son los artífices de esta empresa que nació en Torrelavega y que ahora se ubica en Puente Arce.
Una década es una buena 'disculpa' para hacer balance y marcarse objetivos. Entre tanto, algunas cifras contundentes evidencian el potencial de esta pyme con apenas una decena de trabajadores. En diez años Siderit ha generado 2,5 millones de euros en salarios; ha pagado 5 millones en impuestos; y 3 millones han repercutido en proveedores locales. David y Rubén aceptan el reto de responder a 10 preguntas.
–¿Crear Siderit ha sido la mejor decisión en sus vidas?
–Sí, en la faceta empresarial. La empresa la constituimos un año antes, pero la actividad comenzó en febrero de 2013. Ha sido un cambio de vida a mejor. Se puede decir que hemos cumplido los objetivos. Antes vivíamos para trabajar, ahora trabajamos para vivir. Casi lo mismo, pero ahora lo hacemos un poco más contentos porque el proyecto es más bonito.
–¿Qué dejaron atrás?
–Montañas de papel, aunque ahora vemos que estamos volviendo a medida que Siderit crece. Antes estábamos rodeados de pliegos que nadie leía. Tuvimos cada uno nuestra propia ingeniería, también una empresa de formación y una empresa de jardinería. Nos llamaban 'consultores rurales' y lo seguimos siendo en cierta medida. Ahora todo es más tangible, más bebible... (sonrisas).
–¿De qué se sienten más orgullosos?
–Sin duda, del reconocimiento social. Somos una empresa querida, bonita...; las anteriores no lo eran.
–¿Cuál ha sido el momento más delicado para la empresa?
–La pandemia. Pensábamos que estábamos abocados al cierre. Una semana antes de que nos cerrasen ya lo vimos muy mal. Pero le dimos la vuelta a la tortilla y, de estar a punto de cerrar, alcanzamos un récord en facturación. La pandemia también impulsó la creación de una nueva empresa, Laboratorios Arce, con la que hacemos biocidas y ahora también colonias, pero para otras empresas».
Sobre la posibilidad de que algún día haya en el mercado un perfume llamado 'Siderit', David lo descarta: «Imposible». Rubén prefiere esperar acontecimientos.
«Somos una empresa querida, bonita... Tenemos el reconocimiento social que no obtuvimos con otras empresas»
En 10 años Siderit ha generado 2,5 millones de euros en salarios; cinco en impuestos; y tres en proveedores locales
«Nos vemos en unas nuevas instalaciones, mejor en la ciudad, y con una gran destilería de whisky
–¿Existe una clave para explicar su éxito?
–Fue clave el primer premio internacional que recibimos, la medalla de Oro en el San Francisco World Spirits con el vodka en 2014. Nosotros mismos nos creímos nuestro proyecto y pasamos en pocos días, de mendigar botellas a no poder dar abasto y a producir todo lo que nos pedían. Recordamos en los comienzos, cuando nos presentábamos en los establecimientos, con la 'ginebra de Torrelavega' que hubo gente nos dijo que no nos iba a comprar «ni ahora, ni nunca». Ahora somos amigos de ellos y te apoyan «desde siempre». Nos acordamos de todas las conversaciones.
–¿De qué depende la continuidad de Siderit?
–La mezcla de varios factores, así como del lanzamiento de un producto cada año, siempre innovador, reinventando categorías de destilados ya existentes. Luego están la relación personal entre ambos, siempre estamos en la misma onda. Otras claves son ser ágiles con el mercado, estar en la calle y anticiparse a las tendencias. Cuando viajas, analizas lo que hay en las tiendas, en los lugares donde se consumen este tipo de bebidas... Lo que sucede en Londres a los tres meses está en Madrid y en un año, en Santander. Hoy los tiempos se están recortando por lo que hay que estar muy atento a lo que viene.
–¿Tienen muchos 'conejos en la chistera', es decir, muchos productos para sacar al mercado en los próximos años?
–Ahora mismo en el mercado tendremos unas treinta referencias, algunas son diferentes formatos de un mismo producto. Y en la 'chistera' tendremos más de treinta. Lo que ocurre es que hay que encajar cada nuevo producto en su momento oportuno y en su precio. Hay proyectos ya desarrollados que están esperando. Cosas que hace tres años no encajaban, ahora pueden tener su oportunidad. Todo depende también de la zona de actuación, de dónde tengas previsto comercializar tu producto. Ahora cada vez somos más grandes por lo que se abre el abanico de opciones. Lo que sí tenemos claro es que en los próximos diez años vamos a estar centrados en el whisky, porque creemos que es la tendencia en el mundo de los destilados.
–¿Está superado el robo que les hicieron de un lote de botellas de whisky que guardaban para la colección al ser la primera producción?
–Fue una 'putada', pero al mismo tiempo en la historia de Siderit como empresa se queda como una anécdota. Esperemos que hayan degustado lo que contenían las botellas y que lo hayan sabido disfrutar. Dicho esto, si hoy nos las ofrecieran, se las compraríamos. Ahora es cuando, si esto fuera la tele saldría abajo el teléfono de aludidos (sonrisas).
–¿Se atreven a dar un consejo a un emprendedor?
–Los 'palos' cuando empiezas necesariamente no son malos. Nosotros, cuando nos invitan a compartir la experiencia, contamos nuestra historia y luego que cada uno saque sus consecuencias. Una estrategia de hace diez años, y por tanto un consejo, ya no tienen ningún sentido. Ahora creemos que es más fácil emprender, existe más información y hay más gente y más instituciones, dispuestos a ayudar y asesorar. Antes no había emprendedores, éramos simplemente 'autónomos'.
–¿Dónde se ven dentro de diez años?
–En broma piensas en un Ferrari y jubilados, pero en serio nos vemos en unas nuevas instalaciones y con una gran destilería de whisky. No somos una empresa de polígono industrial. Estamos buscando un edificio noble, con cierta solera, para imitar el modelo que existe en otros países, con empresas dentro de la ciudad en edificios singulares. Hemos visto y preguntado por algunos edificios, pero cuando están en manos de las administraciones el tema se complica muchísimo aunque el inmueble esté en estado de abandono. Nos gustaría ubicarnos en Santander, porque nuestra empresa y sus instalaciones se pueden visitar. Seguiremos mirando sitios que puedan estar a nuestro alcance. Y aunque ya hemos sido tentados por las principales multinacionales, estamos cómodos en un proyecto pequeño sin renunciar a continuar con nuestra expansión y consolidación en el mercado nacional. Hemos llegado a un acuerdo con Pascual para crecer con ellos en número de distribuidores y poder llegar a más clientes potenciales. Respecto al mercado internacional, es cierto que hemos llegado a colocar nuestras bebidas en unos 40 países, de los cuales unos 15 son mercados estables. Pero en estos casos debemos hablar más de clientes que de países; para ello habría que tener una distribuidora especializada ya que el negocio internacional de bebidas alcohólicas necesita muchos trámites y permisos.
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