Singular cocina salvadoreña en Santander

Platillos emblemáticos ·
Pupusas, rigua con chicharrón, nachos guanacos, enchiladas y yuca frita

Alicia Del Castillo

Santander

Domingo, 30 de junio 2024, 08:02

Dicen los salvadoreños que su capital, Sivar –como coloquialmente se refieren a la ciudad de San Salvador–, es la ciudad de las cortas distancias. Y esto mismo fue lo que atrajo a los hermanos Ofelia y Nelson Melgar de la ciudad de Santander, hace ya ... diez años.

El amor por su tierra les animó en 2022 a abrir aquí su pequeña embajada y así acortar los más de ocho mil kilómetros de distancia que les separan de sus tradiciones, sus platillos... «Queríamos traer un pedacito de El Salvador. Nuestros sabores, que son algo muy especial», comenta Nelson.

Hace un año decidieron cambiar de local para acercarse un poco más al centro de Santander. Concretamente a la calle Vargas. Aquí la carta recoge algunos de los platillos más emblemáticos: enchiladas, diferentes a las mexicanas, aunque compartan nombre y algunas materias primas; pastelitos de carne, similares a las empanadas criollas pero elaboradas con harina de maíz; totopos guanacos en los que «hacemos un popurri de nuestros sabores con una receta propia».

Tampoco faltan la típica yuca frita salvadoreña; los tamales –diferentes a los peruanos y colombianos–, similares a los mexicanos aunque «tienen su propia esencia». De pollo, pisque o elote, este ultimo se hace con maíz dulce y leche; y los platillos salvadoreños con su casamiento (frijoles y arroz); el pollo en salsa de tomate especiada o la dorada frita, que va con un marinado especial.

En una primera toma de contacto con la cocina salvadoreña no pueden faltar las riguas, hechas a la plancha envueltas en hoja de plátano (tardan 25 minutos); ni las pupusas que, a diferencia de las arepas, se cocinan al tiempo masa y relleno. Se ofrecen de harina de arroz o maíz, con diferentes rellenos, la más tradicional, de queso y chicharrón, de loroco y chipilín, dos plantas comestibles traídas desde «allá».

Si consiguen llegar al postre, otra dulce tradicional que les llevará hasta el país centroamericano: canoa de plátano macho frito relleno de leche poleada con un toque de canela.