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Salud y nutrición ·

es la alimentación y no el sol la principal fuente para los humanos

Domingo, 28 de julio 2024, 08:04

Ya hemos hablado de la importancia que tiene la vitamina D para la prevención y el tratamiento de numerosas enfermedades. Recuerdo que, incluso, durante el covid analizamos los tratamientos a base de altas dosis de vitamina D que se aplicaban en Valdecilla a las personas gravemente afectados por el virus. Hay una deficiencia de vitamina D en la población, sobre todo en los sectores de edad más sensibles a la deficiencia de esta vitamina: los niños y adolescentes, las embarazadas y los mayores de setenta años.

Nosotros lo detectamos en un estudio realizado en alumnos de la Universidad de Mayores de Extremadura y en alumnos del colegio Maristas de Badajoz. La prueba de esta preocupación es la publicación en junio de 2024, hace unos días, de un extenso estudio en una revista del prestigio científico del 'The Journal of Clinical Endocrinology and Metabolismo'. Su título, traducido, es 'Vitamina D para la prevención de la enfermedad'.

El problema es que la gente sigue pensando que la principal fuente de vitamina D es el sol, cuando la realidad es que es la alimentación. Pero hay un problema y es que la vitamina D no abunda en los alimentos. Aclaremos estos asuntos. La luz del sol estimula la síntesis de vitamina D en la piel. Pero la mayor parte de la gente no disfruta de esta oportunidad. Bien porque no se expone al sol por miedo al cáncer de piel o porque vive en una latitud donde los frecuentes nublados o la angulación de la luz del sol reducen notablemente el efecto de la radiación solar sobre la piel. Tengan en cuenta que en cuanto nuestra sombra es mayor que nuestra altura nuestra piel ya no recibe suficiente radiación solar y deja de sintetizar vitamina D.

Por otra parte, solo unos pocos alimentos aportan suficiente vitamina D. En cabeza están los pescados azules, en todas sus formas de consumo, y el aceite de hígado de bacalao. Luego el hígado y vísceras de animales como la ternera. En tercer rango están las huevas de pescado, los huevos, los mariscos y los lácteos enteros (leche, mantequilla, queso). Y las combinaciones de estos alimentos.

La vitamina D es una grasa que resiste muy bien las manipulaciones culinarias e industriales. A causa de esta precariedad en el aporte numerosos países, en especial los nórdicos y los australes, han impulsado la comercialización de numerosos alimentos de uso más habitual que son fortificados artificialmente con vitamina D.

Si exploramos en nuestra despensa o en la nevera encontraremos algunos. Lean la etiqueta de la mantequilla o la margarina y comprobarán lo que les digo. Lo mejor que podemos hacer es recurrir a estas cuatro recomendaciones. Primero, incluir en nuestro menú diario alguno de los alimentos ricos en vitamina D de forma natural.

Segundo, complementar con el consumo de alguno de los alimentos fortificados con vitamina D, por ejemplo, mantequilla en el desayuno.

Tercero, tomar algo de sol cada vez que podamos.

La cuarta opción es la de recurrir a los suplementos que abundan en cápsulas o en gotas.

En el artículo que hemos citado consideran que en los grupos de riesgo el consumo total de vitamina D debería ser de unas 1.000 UI cada día.

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