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La filoxera, una plaga que llegó desde América a mediados del siglo XIX de la mano de un diminuto insecto que, de forma imparable, llega a secar las viñas, arrasó durante décadas varios millones de hectáreas de plantaciones en Francia, España y media Europa. Cantabria ... no se mantuvo al margen del proceso destructivo, que coincidió en el tiempo con la necesidad de los ganaderos de disponer de más superficie de praderas para que las recién llegadas vacas frisonas de gran aptitud láctea pudiesen pastar.
Consecuencia de todo ello fue el progresivo abandono de los viñedos, perdiéndose una tradición vitivinícola bien documentada en fuentes históricas de la región. Los pocos testimonios que sobrevivieron a la catástrofe se limitaron a pequeñas plantaciones domésticas y más o menos aisladas, así como a restos de viñas 'escondidas' entre matorrales o 'refugiadas' junto a los muros de las lindes de las fincas.
La historia de la viticultura en Cantabria y de la producción de vinos en la región se detuvo brúscamente pero se ha vuelto a escribir desde finales del siglo XX y en la primera década del siglo XXI a partir de pequeñas iniciativas empresariales de 'valientes' emprendedores que en la actualidad conforman el grueso productores amparados por los sellos de calidad IGP Vinos de la Tierra Costa de Cantabria y Vinos de la Tierra de Liébana.
La nueva generación de profesionales del vino en Cantabria trabaja casi de forma exclusiva con uvas blancas en la zona costera y con uvas tintas en la comarca de Liébana. Pero está dicotomía está a punto de romperse porque en Liébana hay proyectos para plantar uva albarín con el fin de tener vinos blancos y porque en Suances, el proyecto de conservación y recuperación de cepas ancestrales desarrollado en los últimos años por José M. Gómez Eguren, Pablo Oria Chaveli y Diego González Rodríguez, que se plasma en un libro recién publicado, ha permitido recuperar cepas presumiblemente antiguas de las variedades tintas petit verdot y graciano. La hipótesis que manejan estos estudiosos y técnicos es que pueden tratarse de cepas prefiloxéricas y que pueden responder a los restos de una tradición que está documentada en la zona, cuyos orígenes se remontan a la época romana, a raíz de la conquista del norte de la península ibérica por parte de las tropas de Augusto.
Suances fue el Portus Blendium para los romanos en cuya estrategia de invasión del territorio realizaron una pinza a los indígenas cántabros desde la meseta y desde la costa. Ya asentados en el norte, los romanos implantaron sus formas de vida entre las cuales el vino siempre fue un ingrediente básico de su dieta, como en aceite en la cultura grecolatina. Por ello no es de extrañar que, bien desde el eje del Ebro, bien por la costa en navegación de cabotaje, llegasen a esta zona las primeras cepas.
La antigua variedad de uva tinta Bitúrica, también Balisca o Cocolubis, fue mencionada por Plinio el Viejo (23-79) y lleva el nombre de la tribu Bituriger, que se encontraba cerca de Burdeos en el siglo I d.C. Se dice que se introdujo allí desde la actual España. Ya antes de Plinio, Columela (siglo I a.C.) mencionaba la variedad con el nombre de Balisca.
En el siglo V, Hidacio, al referirse a una expedición de los hérulos a la costa cántabra en el 456, dice: «Aquellos habitantes costeros de la Cantabria romana que vivían del cultivo de gramíneas, de la vid, de la pesca y de la ganadería...».
El documento más antiguo sobre la presencia de viñedos en la costa de Cantabria que recogen los autores de este estudio forma parte del Cartulario de la Abadía de Santillana del Mar y data del 870. Se trata de un testamento en el cual se dejan a la basílica de Suances bodegas y viñas.
En las ordenanzas del pueblo de Cortiguera de 1614 se aborda el cultivo de la vid como la protección del consumo y venta del vino de la cosecha propia frente a la entrada de vino de otras zonas.
Posteriormente, Oria, Gómez y González detallan en el libro la superficie de terreno dedicada a viñedos en los diferentes pueblos de Suances que consta en el Catástro de Enseñada (1749-1759). La suma de todas las parcelas apunta a unas 37 hectáreas y 66.180 plantas, que se estima podían producir anualmente unos 46.000 litros de vinos.
La batería de referencias tiene un nuevo hito en el Diccionario de Madoz (1845). Se vuelve a citar la producción de vino en el caso de Suances y específicamente de chacolí en el caso de Cortiguera o Hinojedo.
Otra referencia literaria en la que los autores basan la importancia que la viticultura tuvo en esta zona son sendas citadas de Amós de Escalante en su novela histórica 'Ave Maris Stella' de 1877. Ambientada entre el entorno de la torre de Cortiguera y las Asturias de Santillana, se citan las viñas del protagonista y de un vaso del verde chacolí que daban las viñas.
A partir de la toponimia y del reconocimiento visual, este proyecto comenzó a engendrarse identificando tímidas concentraciones de viñas en Hinojedo, Cortiguera, Suances, Tagle y Ongayo.
A partir de ahí, José Gómez y su hijo recogen los primeros esquejes y los plantan directamente (a pie franco) en Cortiguera. En el año 2009. Este viñedo experimental permitió inicialmente advertir que la planta se adapta bien al terreno. Pero fue necesaria la intervención de un técnico, en este caso Pablo Oria, para implementar métodos de cultivo, poda y tratamientos adecuados, ya que hasta ese momento la planta apenas daba fruto.
Fortalecido el tallo al llegar el cuarto año, se aplican los tratamientos para mildiu, oídio y botrytis, respondiendo la planta perfectamente.
El suplemento Cantabria en la Mesa de El Diario Montañés se ha sumado a la iniciativa desarrollada en los últimos años por la Asociación de catadores Umami de organizar una presentación-cata de la nueva añada de los vinos blancos de Cantabria. El objetivo de esta alianza es dar mayor visibilidad al trabajo que desarrollan en la Costa de Cantabria viticultores y bodegueros, al tiempo que sensibilizar al consumidor –y al hostelero– que aún no se ha decantado por probar, tomar y ofrecer con asiduidad estas elaboraciones artesanales cuya calidad ha mejorado notablemente en los últimos años. El evento, que se celebrará en la Cafetería Gurugú de Colindres, tiene las plazas limitadas a sesenta personas por lo cual solo será posible asistir con invitación. Se pretende que en el mismo los responsables de las diferentes bodegas con IGP Vinos de la Tierra de la Costa de Cantabria expliquen las características de sus nuevos vinos a partir del comportamiento que han tenido las viñas y del momento de la vendimia.
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