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José Luis Pérez
Miércoles, 4 de septiembre 2024, 07:28
Cuando Cristian Periscal, un chef gallego y viajero (Berlín, Baleares, San Sebastián...) echó raíces en Cantabria (2020) gracias a que «me lió Nacho (del Corral)» ... fue para hacerse cargo de El Baruco de Anero, donde su cocina no pasa desapercibida para nadie que valore la personalidad en las propuestas y la aportación de técnicas contemporáneas para obtener excelsos resultados. Ahora, Cristian «se acerca a Santander» poniendo en marcha una pequeña y acogedora taberna gastronómica en Muriedas, en la que también se advierte la capacidad del chef para adaptarse a las circunstancias sin que por ello la carta pierda identidad y atractivo.
En donde antes estuvo La Cabaña, Cristian, junto a su amigo y paisano de La Coruña Julián Martínez, que ejerce de jefe de sala -su abuela da nombre al establecimiento, Lucita- y con quien ha coincidido antes en varios destinos, han abierto este negocio que va a dar que hablar, porque tiene un punto de originalidad. Además, Periscal lo ve como un complemento a El Baruco, donde ofrece platos que allí no encajan y un sitio al que desviar clientes cuando están llenos.
Aunque apenas lleva una semana abierta, Casa Lucita rescata el concepto de taberna en el siglo XXI, con vinos por copas y una carta no excesivamente extensa con platillos, en muchos casos para comer por unidades y con unos precios que no asustan a nadie: la mayoría de las raciones por debajo de los diez euros. Se puede decir incluso que es un sitio para repetir y degustar hasta probar la carta al completo.
En esta ocasión, tras unas piparras fritas como aperitivo de la casa, se comenzó con la empanada gallega del día, de pulpo; se nota la mano y el origen del chef.
Luego llegaron a la mesa el platillo de patatas, yema de huevo y panceta, muy gustoso; el canelón de pollo con salsa de setas y trompeta de la muerte, muy recomendable; y la original y crujiente croqueta de bacalao y morcilla, una combinación que puede parecer atrevida pero que resulta amable al paladar. Continuó la degustación con las albóndigas de costilla con un trozo de chuleta de vacuno por encima. Este plato, que ha estado en El Baruco, refleja la solidez de la cocina: entre otros detalles, la salsa, de primera división.
La pequeña ración de rodaballo demuestra que el pescado también puede entrar en la 'ecuación' de este concepto. Cristian lo elabora con un pil pil de ajo y con unas espinacas a la brasa.
Y quizá para el final, el sobresaliente es para el mollete de costilla con espinacas y una salsa semi picante de chipotle. Sin duda, está exquisito, a lo que colabora el pan crujiente y en su punto de textura y temperatura.
Además, en la carta también están presentes la gilda; un plato de huevo, setas, queso y chorizo; la coliflor con mejillón y curry de coco; la ensalada de tomate con pesto y parmesano; el calamar con manitas; la merluza con butifarra negra; la codorniz con mojo verde; el ceviche de corvina o la coca de pimientos con foie. También hay tres postres dulces caseros.
Muriedas
Propietarios: Cristian Periscal y Julián Martínez.
Inaugurado: 3 de agosto de 2024.
Jefe de cocina: Cristian Periscal.
Cocina: Gabriel Blanco.
Sala: Julián Martínez y Sara Horta.
Estilo de cocina: De taberna, actual, con formato de algo más de un bocado y producto de mercado.
Precio medio: Entre 20 y 35 euros.
Menú diario: No dispone.
Capacidad: 26 comensales en el comedor de la taberna, entres mesas altas y mesas bajas.
Terraza: Sí, para 24 personas.
Horario: De 13 a 16 horas y de 20 a 23 horas.
Bodega: Una veintena de referencia, pero se sirve mucho por copas.
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