Tiempo de patatas, harina y huevos
LA SEMANA DÍA A DÍA ·
«Los santiaguiños, cocidos con agua con sal, me parecieron de una elegancia inusual»Secciones
Servicios
Destacamos
LA SEMANA DÍA A DÍA ·
«Los santiaguiños, cocidos con agua con sal, me parecieron de una elegancia inusual»Sigo probando restaurantes y haciendo pedidos a proveedores de calidad a medida que veo que en Cantabria ya se disfruta de las terrazas mientras que en Madrid la fase es la bajo cero, y aquí creo que pretenden instalarnos unas cuantas semanas más. El pasado ... domingo opté por hacer un pedido mirando al sur para que me llegase a los dos días una preciosa bolsa de agua de mar en la que flotaban ortiguillas verde esperanza, unos espectaculares ejemplares que esa misma noche preparé escurriéndolos primero bien y posteriormente enharinados en una mezcla de harina de arroz al 80% con harina de trigo. El resultado fue una explosión de mar en la boca, crujientes por fuera y tremendamente melosas por dentro, que sin duda no son aptas para todos los paladares (sobre todo los que no aceptan las texturas mocosas) pero que enamorarán a los más valientes. También del mar, homenajeando mis 30 primaveras, probé por primera vez los santiaguiños comprados a Mariscos AMS que también me proveyeron de unos fantásticos berberechos y una buena centolla de la Ría. Los ejemplares eran menudos, de unos 60gr de peso, y únicamente cocidos en agua con sal me parecieron de una elegancia inusual. Para los que los desconocen su carne es similar a la de la cigala pero más dulce y su cabeza aún más sabrosa que la de su prima la guapa. Un capricho de altos precios por su escasez del que ahora quiero repetir con ejemplares más grandes.
Aunque es más tiempo de patatas, harina y huevos que de marisco, todo hay que decirlo. Los precios de los alimentos crecen poco a poco mientras que las empresas -grandes y pequeñas- empiezan a anunciar sus cierres definitivos ante la inestabilidad. Me aferro a la gastronomía mientras siento que el mundo tal y como lo conocíamos se desmorona, al mismo tiempo que siento que esta pandemia descontrolada hace añicos el estado del bienestar en el que todos nos habíamos apoltronado pensando que era la única forma de vida. Así que una opción fantástica es la de las empanadas, aprovechando los restos para guisos de su interior y buscando como secreto una masa con bastante aceite como la que tuvo a bien regalarme mi amigo Efrén el martes. Para la masa, tomen nota, 480gr de harina de trigo, 200ml de leche, 200gr de aceite del sofrito del relleno, 15gr de sal y 5gr de pimentón y dentro una farsa a partir de pulpo, cebolla, pimientos, vino, tomate, aceitunas y especias y hierbas varias. Todo muy bien cocinado y reducido hasta conseguir una pasta gracias a la acción del tiempo, del cariño, de la poca paciencia que nos queda y el suficiente humor como para sobrevivir a las sandeces que aún nos toca escuchar.
A todos los que en casa nos gusta cocinar, uno de los mayores placeres de estos días es investigar con productos nuevos y también ahondar en técnicas diferentes. Sorpresa fue el miércoles la de pasar unas alitas de pollo por levadura química (de la de bizcochos) aliñada con especias y llevar éstas a hornear para conseguir un efecto crujiente mágico sin la necesidad de una freidora. Por otro lado iba la salsa, una salsa Buffalo picante elaborada con salsa de chiles española, la Espicy que ha buscado exitosamente hacer una versión de la sriracha asiática en versión nacional. Una vez bien doradas las alitas sólo quedará embadurnalas con la salsa picante y, como nos habían obligado en los últimos años en los restaurantes de postín, comer con las manos. Qué rico está todo con las manos para mí, pero cuánto agradecen muchos comer con el tenedor.
Valor añadido, pese a lo que diga el señor Garzón y lo que económicamente me enseñaron en la Universidad, es todo lo que generan grandes y pequeños cocineros en el alma de los que nos sentamos en sus mesas, es toda la creatividad, todo el desarrollo y toda la investigación de las nuevas técnicas y recetas y pese a lo que intenten decirnos, la hostelería genera empleos que comparten condiciones con muchísimos otros. Las declaraciones del jueves fueron sin duda poco certeras y poco precisas además de llegadas en un momento poco oportuno en el que se debería impulsar a los muchos valientes que tenemos en las trincheras de nuestros fogones, endeudándose y sosteniendo los desequilibrios existenciales es los que estamos obligados a vivir estos meses con la ilusión de que las nubes se disiparán más temprano que tarde. A pesar de la falta de ayuda que cada día se percibe más.
Jarrea hoy en Madrid mientras que los repartidores de muchísimos restaurantes que han decidido arriesgarse y lanzar sus propuestas a domicilio se empapan por las calles poniendo en riesgo su salud para que nos llegue la comida caliente. El aguacero nos cae como si el mundo estuviese triste y ya no tuviese hueco para más desamparados y aún así prefiero mantenerme optimista, creer en todos los valientes que siguen soñando, que seguimos cocinando y que seguimos creyendo que, a pesar de todas las trabas que nos pongan, saldremos de ésta más fuertes.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.