El Andral festeja sus diez años: «Transformar a ecológico ha sido lo mejor que hemos hecho»

Con diez años recién cumplidos, y ocho trabajadores, el obrador de sobaos con sello IGP y quesadas de la granja ecológica El Andral, es un ejemplo más de que la actividad transformadora es necesaria, porque el sector agroalimentario sigue necesitando jóvenes con ganas, iniciativas y conocimientos.

Premio al Producto Ecológico en la IV edición de los Premios Alimentos de Cantabria (2019), en 2011 hicieron realidad el sueño de Alicia Santander, madre de los hermanos Sainz Santander (Alicia, Manuel, Alejandro, José Ángel y Jesús), tercera generación de ganaderos de Selaya. Construyeron un obrador propio en la parte baja de la casa familiar, junto a la granja, certificado con los sellos ecológico y de Calidad Rural Valles Pasiegos.

El cambio importante llegó cuando se transformaron ellos mismos «en una vuelta al origen», pasando a una ganadería ecológica donde producen leche fresca de unos pastos que según la FAO se encuentran entre los tres mejores del mundo: los Valles Pasiegos. Un pequeño mercado en el que han conseguido posicionarse, con una leche de pastoreo 100% y ecológica, porque José Ángel Sainz, gerente de El Andral, está convencido de que «el futuro pasa por este tipo de producciones».

Especialmente en estos últimos tres años el crecimiento ha sido importante. Ni el covid les ha detenido. «Somos honestos y no tenemos intención de crecer mucho en cuanto a volumen de producción, sí crear algún puesto más de trabajo. Nos gusta que el cliente valore el producto de calidad y queremos tratar de llegar a esa gente que aún desconoce el sobao y la quesada. Somos amantes del campo y queremos calidad de vida».

Cuando estaban dando los primeros pasos para esa transformación ecológica -venían de animales estabulados, con producciones de leche muy altas para la gran industria-, en el año 2015 tuvieron que hacer frente a uno de los grandes temores de los ganaderos: el vacío sanitario. Entonces ya estaban vendiendo lotes de novillas que les sobraban -para poder conseguir la certificación ecológica tenían que quedarse con la mitad del ganado-, y los falsos positivos de tuberculosis les obligaron a sacrificar las 304 vacas que tenían. «Esto supuso un palo tremendo, teníamos animales genéticamente superiores a la media, y todo el esfuerzo que habíamos hecho se vino abajo. Estuvimos más de medio año sin vacas pero a largo plazo hemos visto que ha sido lo mejor que nos podía pasar».

Empezar de nuevo, con la mentalidad cambiada, no fue fácil. «Aunque solo lleváramos cinco años, ya estábamos creciendo con el obrador e iniciando el cambio hacia lo 'eco', seguíamos acostumbrados a la macrogranja, a producir mucha leche y estábamos equivocados. Todavía hay ganaderos, incluso amigos, que piensan que nadamos a contracorriente. No entienden que transformar a ecológico es ser autosuficiente. Los animales producen menos pero duran más años, y más del 80% de lo que comen nuestras vacas lo producimos en nuestras fincas, sin antibióticos. Incluso los abonos, no tienen acidez porque no comen nada químico. Esto es otro mundo, hemos reducido el gasto, ganado en tranquilidad y solvencia económica».

Diez años después, han doblado el obrador donde tienen capacidad para hacer hasta 1.500 kilos de producto, «pero luego hay que venderlo, colocarlo en el mercado, así que hacemos a demanda, unos días salen 100 kilos, otros 700».

El Andral produce unos 2.000 litros de leche diarios con las 100 vacas de raza Fleckvieh alemana, Normanda y Frisona, que tienen en ordeño -el resto están en recría- y pastando libres en más de 40 hectáreas que tienen en Villacarriedo. «En invierno las traemos a la granja donde tenemos otras 6-7 hectáreas y dependiendo de la temporada transformamos hasta 500 litros de leche. Ahora mismo estamos utilizando menos pero en julio y agosto nos moveremos de nuevo en esa cifra. El resto de litros se lo vendemos a El Buen Pastor y estamos encantados con ellos porque gracias a la leche ecológica nos están mimando mucho».

José Ángel reconoce que elaborar cantidad no es el problema, porque el Sobao Pasiego IGP es muy conocido, «pero hay que venderlo». Advierte que son reacios a las grandes superficies, aunque sí están en la tienda Gourmet de El Corte Inglés. «Nos gusta más trabajar con pequeñas tiendas, la venta directa en los mercados, y por supuesto seguimos intentándolo con BM, un supermercado de linea media alta donde no estamos y deberíamos estar. Personalmente ya es un reto».

Recuerda José Ángel que al principio eran más conocidos fuera que dentro de Cantabria. «Tenemos buena clientela en Madrid, Bilbao, Burgos y, por supuesto, nuestro cliente natural de Cantabria. Desde hace cinco años bajamos todas las semanas a Madrid con varios palés, y haber sido tan conocidos en la capital nos ha permitido seguir vendiendo en pandemia, incluso algo más, porque el madrileño no podía venir aquí. De vida útil estamos dando 30 días a los sobaos y 45 a la quesada envasada al vacío, al natural solo 10, pero recomendamos consumirla en los cinco primeros días».

Marcar la diferencia ha sido un objetivo claro desde el primer día en el que empezaron a funcionar, tanto en el empleo de sus materias primas como en la elaboración y empaquetado del producto para su posterior venta y distribución. «Utilizamos materiales biocompostables e incluso para el sobao ecológico empleamos azúcar de caña sin refinar. Tenemos un proyecto para autoabastecernos con energías limpias... Vamos poco a poco, con muchas ideas en la cabeza, quizá algún producto nuevo y eliminar los envoltorios».

Los ingredientes marcan la diferencia en cualquier producto y en El Andral se esmeran para conseguirlo, comenzando por su leche. «Queremos que el consumidor aprenda a reconocer los sabores auténticos, los naturales de verdad. Esto se ha perdido porque nos han acostumbrado a otras cosas. Nuestra leche, recién recogida, sabe a verdín, a campo, a pasto, no hay nada igual».

José Ángel Sainz, socio y gerente de esta empresa familiar, ganadera y agroalimentaria, es presidente de emprendedores pasiegos y ha pertenecido a varias asociaciones que no han funcionado hasta que el proyecto De Granja en Granja, liderado por Jorge Mariscal, de la Granja Santa Ana en Santoña, le convenció. «Nuestra granja es el proyecto prototipo de lo que es esta red de productores sostenibles. Producimos de forma ecológica y respetuosa, elaboramos, hacemos visitas, y aunque al principio era reacio a entrar porque tradicionalmente el cooperativismo en Cantabria no ha funcionado, esta alianza funciona. Todos sabemos que es muy difícil reunir gente para hacer cosas, y aquí se está consiguiendo. Tenemos apoyo de muchas personas y de la Administración, gran aliada para todos nosotros».