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Álvaro San Miguel
Domingo, 3 de mayo 2015, 12:03
santander. Dos hombres de verde con fusiles de asalto se descuelgan con sigilo por la fachada de una casa en la que se esconde una banda de delincuentes armados. A unos cincuenta metros del edificio, un francotirador oculto entre la hierba vigila la ventana de los sospechosos a través de la mirilla de su Mauser y a su lado, un observador con prismáticos barre el perímetro de la vivienda para señalar al tirador cualquier posible amenaza. Por la acera se aproxima lentamente, midiendo cada paso, un grupo compacto de ocho agentes protegido tras un escudo balístico y con las pistolas y los fusiles MP5 atentos a cualquier movimiento.
El jefe de la unidad da la orden a través del intercomunicador y se desata el infierno sobre los sospechosos: los agentes colgados en la fachada bajan hasta la ventana y lanzan granadas de humo en la vivienda, al mismo tiempo dos hombres a pie de calle se separan del grupo para cubrir a los escaladores y otro se lanza, ariete en mano, contra la puerta de la casa. En unos segundos, los delincuentes se han visto rodeados de humo y de agentes armados de la Unidad de Seguridad Ciudadana de la Comandancia (Usecic). Así entrena la unidad de primer impacto de la Guardia Civil las peligrosas detenciones que practican hoy en día contra las bandas organizadas -generalmente del Este y con formación militar- que se dedican, sobre todo, a robos en viviendas y negocios comerciales.
Cantabria se convirtió en 2012 en la comunidad autónoma donde más crecieron los robos con fuerza en domicilios -un 111%, aunque todavía entre las cifras totales más bajas de España-. Desde entonces, el goteo de operaciones contra los clanes especializados en delitos contra el patrimonio ha sido constante y el problema ha empezado a remitir, pasando de los 1.004 robos en viviendas de 2012 a los 861 del año pasado. En los últimos 30 meses, la Usecic ha realizado 15 asaltos en pisos francos y un sinfín de detenciones, culminando las investigaciones de la Policía Judicial de la Guardia Civil contra la delincuencia organizada. El último de ellos, el pasado 9 de marzo en Mortera (Piélagos), donde fueron la punta de lanza de una operación nacional que terminó en un chalé del pueblo cántabro con cinco detenidos, sospechosos de haber cometido más de un centenar de robos en todo el país.
Comodín de la Comandancia
Un vistazo al interior del cuarto de armas de la Usecic revela que la unidad no se limita a las detenciones peligrosas. De hecho, su mayor virtud es la versatilidad. Entre el equipamiento hay máscaras y trajes de protección para intervenir en casos de amenaza nuclear, radiológica, biológica y química, además de una estación de descontaminación para vehículos y personas. También hay material para controles operativos en carreteras y autovías -el año pasado interceptaron en este tipo de controles un kilo de cocaína en dos intervenciones de medio kilo, además de otras drogas y armas-. Y en una esquina se puede ver el equipo de orden público para control de masas en manifestaciones y grandes eventos -aunque es lo que menos hacen en Cantabria-. También hay material de escalada para intervenir en catástrofes y colaborar con el Greim en caso de necesidad.
En la zona de armas destacan el histórico Cetme C de la Guardia Civil -el 'chopo'-, los subfusiles automáticos Z 70 y MP5, un rifle de francotirador Mauser y material balístico «para hacer frente a cualquier situación», precisa el jefe de la Usecic, el alférez José María Martínez Valdés. «No somos una unidad antiterrorista, pero tenemos material y entrenamiento para proteger a la población de todo tipo de amenazas. Estamos preparados para aguantar siempre el primer golpe y mantenernos firmes hasta que llegue, en caso de necesidad, una unidad especializada».
La Usecic es la unidad de intervención mejor preparada de Cantabria, pero no es el GAR (Grupo de Acción Rápida, especializado en antiterrorismo) ni la UEI (Unidad Especial de Intervención). «Nosotros sabemos hasta dónde podemos llegar, salvo que haya peligro para la integridad física de las personas, que entonces tienes que intervenir, no tirarte a la piscina, pero intervenir», aclara el alférez Martínez, que llegó a Cantabria hace dos años y medio procedente del GRS de Valencia (los 'hombres de negro' de la Guardia Civil) y conoce bien este tipo de unidades de élite. «Aquí cuando sales a una intervención te estás jugando la vida. Sabes que igual no vuelves. Pero si tuviésemos miedo no estaríamos aquí. Igual las primeras veces que sales sí que tienes un poco de tensión. Pero entrenamos para esto. No vamos tan al límite como en las películas. En la realidad es casi todo más fácil», asegura. De hecho, en ninguno de los 15 asaltos que ha dirigido desde que está en Cantabria se ha disparado una bala.
Las grandes intervenciones, las que quedan en el recuerdo, no son siempre los asaltos. La primera actuación que recuerda el alférez es precisamente la que realizaron varios miembros de su unidad durante las nevadas del pasado mes de febrero que bloquearon la Autovía de la Meseta y dejaron a cientos de personas atascadas en medio del temporal. Según explica el jefe de la unidad, un padre de familia con varios niños estaba empeñado en dejar la caravana en la que viajaban y dirigirse a pie hasta el refugio más cercano. «Ante la insistencia del padre, los nuestros no tuvieron más remedio que acompañarles. Había una ventisca impresionante y en un momento dado hubo que avisar incluso al Greim porque no podían encontrar el camino. Lo pasaron muy mal. Cuando se lo contamos a los del Greim nos dijeron que nos la habíamos jugado mucho, que con esa ventisca no se distinguía el refugio a dos metros de distancia. ¡Pero qué podíamos hacer!».
Por eso no extraña que el jefe de la Usecic tenga claro que los asaltos llenan portadas de periódicos, pero no son la prioridad de la unidad. «Lo más importante que hacemos son las labores humanitarias y los rescates. Los asaltos son emocionantes, pero lo que más te llena es salvar una vida».
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