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A. MACHÍN
Sábado, 19 de septiembre 2015, 07:59
Explica Alfonso Fraile que uno de los apartados que valoró el equipo de ocho catadores fue la tipicidad. O sea, que la botella encerrara «el paisaje, el suelo y hasta el alma del viticultor». Y él, presidente de la Asociación de Sumilleres de Cantabria, cree que los dos vinos ganadores de los premios 'Optimum' lo han conseguido. Bajo la muestra número diez de los blancos estaba Casona Micaela, que obtuvo dos puntos más que el segundo clasificado. «Fue muy ajustado y eso es bueno». La trece era la de Picos de Cabariezo Joven, primera en cuanto a los tintos. Del Valle de Villaverde a Liébana, una ruta de caldos por Cantabria. «Creo que ha sido un modelo de cata para exportar», aseguró el organizador respecto a una segunda edición que trató de cerrar las heridas que se abrieron en la primera.
Tanto, que organizadores y premiados prefieren el 'Optimum' que aquello de «mejor vino de Cantabria». En total, se presentaron 13 bodegas y 19 vinos (trece blancos y seis tintos). «Compramos las muestras nosotros para que fueran las mismas que encuentra un cliente, la cata se hizo ante notario, en el espacio Gran Reserva que tiene paredes de cristal para que todos pudieran verlo, se pusieron en botellas iguales de primer uso y las fichas de cata se enviarán a cada bodega por si en ellas encuentran consejos útiles», explicaba Fraile, contento si el certamen consigue «que se hable de los vinos de Cantabria». Y eso es, básicamente, el premio. «Algo promocional y, en cierto modo, de prestigio» que se materializa en una placa que los galardonados podrán colgar y exhibir en su bodega.
«Hemos tenido otros premios a nivel internacional, pero éste llega desde Cantabria como reconocimiento a una carrera de fondo que empezó hace doce años. Eso es especial», apuntaba, precisamente, Carlos Recio, de Bodegas Casona Micaela. Insistía en la cifra. «Doce años». «Más que un premio al mejor vino, es el reconocimiento a una labor, la de la viticultura, complicada en Cantabria, a un trabajo contínuo y, por eso, lo compartimos con todos los que han participado...». Con nombres propios -como los enólogos Ana Martín o Pepe Hidalgo o el distribuidos Oscar Salán-, pero también en forma de instituciones, organismos, investigadores... Y por ahí iba también Javier Blanco, de la Compañía Lebaniega de Vinos y Licores, responsable del Picos de Cabariezo Joven. «Es un espaldarazo y también el reconocimiento a la labor de recuperación de las tradiciones de plantar viñedos y de elaboración de vinos en Liébana». Un «empujón», además, para nuevos proyectos. «En cuanto a ventas, por suerte no tenemos problemas en colocar la pequeña cosecha que tenemos hoy en día. Pero va a ayudar para que la planificación que hemos hecho de plantar más viñas en el futuro adquiera más fuerza».
En detalle
¿Y cómo son? Casona Micaela -dentro de los que llevan la etiqueta 'Vino de la Tierra Costa de Cantabria' (Indicación Geográfica Protegida)- es un «vino perfecto de color». Fraile habla de «blancos, amarillos, pálidos, brillantes...». «Casi transparente. Es pura fruta, con una acidez marcada, pero no excesiva». Y añade, además, que es «ya una referencia», que está muy presente en el mercado, algo en lo que, precisamente, quieren incidir los premios con todos los participantes.
Picos de Cabariezo Joven -la etiqueta (IGP) en este caso es 'Vino de la tierra de Liébana'- es, por su parte, «aromático, persistente» y muy ligado a las características de la «uva mencía», «que nos dice de dónde es». «Para comer nuestros cocidos, las carnes o esos embutidos que hacen, precisamente, por esa zona de Cantabria».
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