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La discapacidad rompe la barrera del paro

El año pasado se formalizaron en Cantabria 1.340 contratos, casi un 40% más de los registrados en 2014

Víctor Puente

Domingo, 24 de enero 2016, 08:47

El año pasado se formalizaron en Cantabria 1.340 contratos a personas con discapacidad, lo que representa 372 más que en el ejercicio anterior, o lo que es lo mismo, un crecimiento de casi un 40%. Según un estudio de la Fundación Adecco basado en datos del Ministerio de Empleo, el dato se sitúa como el «máximo histórico» registrado en la región. Según sus responsables, el repunte responder a «pura estadística, ya que fue un sector de la población especialmente afectado por la crisis y por la destrucción de empleo». También ven «un paulatino cambio de mentalidad en la cultura corporativa de las empresas, que comienzan a entender que la contratación de personas con discapacidad aporta valor, no solo desde el punto de vista de la legislación o de las bonificaciones fiscales, sino también desde la óptica social y de la productividad».

Esta visión optimista contrasta con la de Cocemfe Cantabria. La Federación Cántabra de Personas con Discapacidad Física y Orgánica cree que el crecimiento en el número de contratos formalizados no soluciona «la lacra» con la que convive este colectivo en su lucha por agrandar de manera paulatina su protagonismo en el mercado laboral. «Nuestras cifras nos dicen que algo han aumentado las contrataciones, pero la temporalidad de los contratos sigue siendo brutal», asevera Mar Arruti, la presidenta de Cocemfe. Ella es muy conocedora de esa realidad y no se cansa de denunciarlo. «Con una media de tres meses, la duración de los contratos es muy escasa. Hay cantidad de ellos que son contratos semanales, de un mes... La crisis nos ha hecho mucho daño».

Falta de oportunidades

Para acabar con estas trabas «muchos contratos sucesivos a una misma persona y de poca duración cada uno de ellos» , la plataforma de representación y defensa de los cántabros que padecen alguna minusvalía apunta con su mensaje de reproche tanto al sector público como al privado. Al primero, porque «todavía estamos esperando a que la Administración regional incluya en sus presupuestos las cláusulas sociales que permitan a los centros especiales de empleo dar oportunidades de trabajo a este tipo de personas y que se mejore su acceso al empleo público».

Mientras eso ocurre, el colectivo observa cómo sus problemas físicos y psicológicos siguen siendo más una desventaja que una oportunidad para realizar las pruebas que les permiten acceder al empleo público. Según la queja de Arruti, «no es normal que a una persona con discapacidad intelectual se le examine sobre la Constitución Española cuando luego solo va a realizar labores de jardinería» o «que no dejen entrar a los intérpretes de lenguaje de signos a los exámenes porque piensan que pueden ayudar a los discapacitados en la interpretación».

Para evitar este tipo de «injusticias», reclama a los responsables de las administraciones que, además de mantener el porcentaje de plazas para este tipo de aspirantes especiales (un 10%), adapten las pruebas a sus necesidades.

«No todos nos contratan»

La vuelta de tuerca que pide la presidenta de Cermi Cantabria también la reclama en el sector privado. Asegura que no se está cumpliendo la norma de que todas las empresas con más de 50 trabajadores reserven un 2% de sus puestos para personas con discapacidad. «Queremos que la ley se cumpla y lo vigilen». Pero no todo vale para Arruti. Insiste en que los contratos que se hagan sean de calidad. «Es muy difícil controlar esta obligación porque hay empresas que contratan a personas con discapacidad por cinco días y luego se olvidan», denuncia.

Tampoco el aumento en el número de contratos colma las expectativas de Arruti. Recuerda que hay una diferencia de 40 puntos porcentuales entre los contratos que se realizan a personas con discapacidad (30%) y a las que no presentan limitaciones físicas o mentales (70%). La fotografía no le satisface cuando las empresas tienen una serie de ventajas adicionales si optan por contar con este tipo de trabajadores: subvenciones, beneficios fiscales...

El desconocimiento en muchos casos y, en otros, la mentalidad de quienes todavía perciben a estas personas como una dificultad hacen que la tasa de actividad de este colectivo sea «aún muy baja», con un 63% de personas en edad laboral sin trabajo y sin ni siquiera buscarlo.

Casos como el de Óscar Plasencia y Javier Cabanzo, dos personas con discapacidad que cuentan con un empleo estable, son los que pone Arruti para dar a entender a las empresas que estos trabajadores «son muy constantes y responsables» en su puesto porque «lo ven como algo que han conseguido con mucho esfuerzo». Ahora la esperanza de las asociaciones que defienden a este colectivo es que la recuperación económica no pase de largo entre las personas con discapacidad para que sigan superando barreras.

"Cada vez hay menos miedo a contratarnos"

Javier Cabanzo sufre una discapacidad del 84% (nació prematuro) que le obliga a vivir en una silla de ruedas. Pero eso no ha sido un impedimento para ser dependiente durante los últimos trece años. Trabaja en la librería de El Corte Inglés, donde le han adaptado todo a su altura: terminal, mostrador... «Me han dado siempre todo lo que necesito. No me puedo quejar». En su trayectoria profesional ha visto cómo la mentalidad y el trato hacia las personas con discapacidad ha mejorado para bien. «Todavía queda mucho camino por recorrer. Las empresas cada vez están quitando más el miedo a contratarnos por si no aguantemos toda la jornada».

"Somos igual de válidos que los demás"

Óscar Plasencia trabaja como limpiador fijo discontinuo en el instituto Valle del Saja de Cabezón de la Sal desde el pasado septiembre. Era carnicero, hasta que se le murió una hija de 15 años. Estuvo sin salir de la cama tres años por depresión. En 2011 le diagnosticaron una discapacidad psicológica del 40% por un duelo patológico. Gracias a la ayuda de Amica y de la empresa Seralia del grupo Onet para la que trabaja ha vuelto a tener ganas de vivir. «Ahora ya no pienso en el pasado sino el presente». Pide más oportunidades para los que sufren alguna limitación como él. «Somos tan válidos como los demás porque las limitaciones se superan trabajando».

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