Secciones
Servicios
Destacamos
Leticia Mena
Viernes, 18 de marzo 2016, 23:23
Llega a casa derrotado después de una larga jornada trabajando. Tiene en la cabeza las facturas que tiene que pagar, las tareas pendientes, las llamadas perdidas y los problemas que la propia vida se encarga de alimentar. Sube en el ascensor pensando en tumbarse en el sofá mientras bebe una cerveza bien fría. Nada le apetece más en ese momento. Además hoy echan un partido de la Champions. Saca la llave y nada más meterla en la cerradura se empieza a escuchar jolgorio. "¡Es papá! ¡Ya viene papá!". Se le escapa una sonrisa mientras termina de abrir y, como si le diera un espasmo, suelta todo lo que tiene en las manos para abrir los brazos y achuchar a todos los que salen a recibirle. Hasta el perro da altos esperando su caricia. Se quita el abrigo mientras el más pequeño se le agarra a la pierna pidiéndole que no vuelva a irse. Y el mayor le enseña atropelladamente todo lo que ha hecho en el colegio. Cenan todos juntos mientras revisan los deberes.
Tienen la costumbre de jugar a contar lo mejor que les ha pasado hoy. Para él lo mejor ha sido llegar a casa. Poco después está leyéndoles un cuento como hacía su padre con él. La estampa está llena de ternura y magia. El cansancio ha desaparecido de repente para volver más tarde, porque ese momento, ese justo en el que los niños le miran con admiración mientras él lee, le hace sentirse especial. El sueño les vence y él les arropa mientras les besa con orgullo porque sabe que, como padre, lo está haciendo lo mejor que puede. A veces le cuesta decirles que 'no' pero sabe que la educarles no es sencillo. Nada es fácil pero todo es gratificante. Hoy, 19 de marzo, es el Día del Padre y probablemente cuando usted esté leyendo esto, muchos hayan abierto ya sus regalos. Los que más ilusión les hacen son los que, guiados muchas veces por los profesores, por las madres o abuelos, realizan con todo el cariño del mundo. Los que más ilusión les hacen son esos que los niños entregan mientras hacen esfuerzos por no pestañear esperando cualquier gesto de sorpresa. Da igual que sean cuatro trazos porque esas líneas tendrán más valor para un padre que un Kandinsky.
Hoy es el día de Pablo, de Luis, de Raúl, de Víctor, de David, de Jose, de Borja Hoy es el día de todos los padres del mundo. Y serlo no significa haberlos concebido. Serlo significa educarles, ayudarles, guiarles, regañarles, castigarles cuando toca y premiarles. Significa quererles por encima de todas las cosas. Eso es lo que le pasa, por ejemplo, a Óscar García Villena con Adrián y Toni, sus hijos de 13 y 8 años. Óscar siempre supo que quería ser padre y cuando lo fue recuerda que lloró como un niño. También lo hizo cuando se separó hace ya un año y entonces, como ahora, lo que más le preocupaba era que ellos estuvieran bien. "Me han dado una lección porque los dos han sabido entender la situación", dice aliviado y a la vez orgulloso. "Son mi vida. Si no les veo no puedo respirar. Desde que nacieron les disfruto a diario, y ahora que mi situación personal ha cambiado lo sigo haciendo". Óscar reparte marisco en Barandica. Tiene horarios de esos que despiertan pereza porque todos los días se levanta a las cinco y cuarto de la mañana, "pero estoy con ellos todas las tardes que mi exmujer trabaja". Hace los deberes con ellos, les lleva a inglés, a entrenar "Adrián acaba de decirme las notas que ha sacado esta evaluación y me he emocionado. No puedo pedirle más. Tengo unos hijos geniales que no dejan de sorprenderme", explica tomando aire. Lo mismo que cuando habla de sus propios padres, porque los abuelos son hoy mucho más que un cuidador para emergencias. "Sin ellos todo sería un caos. Cuando tengo a los niños, ellos les llevan al cole por la mañana porque a esa hora yo ya estoy trabajando. Mis padres, junto a mis hijos, son todo para mí". Precisamente por eso quiere inculcarles lo mismo que le enseñaron a él: "Sólo quiero que sean buenas personas. El futuro ya dirá a qué se dedican", dice creyendo que todavía queda mucho. Lo mismo que piensa del tiempo que ha pasado desde que llegaron los primeros dibujos que le regalaron por el Día del Padre . "Los tengo colgados por la pared de casa. No pueden regalarme nada mejor".
...................................................
Quien hoy no tendrá regalo es Osman Andani, un ghanés de 39 años que llegó a Santander hace ya seis. En su país dejó hace ya trece años al pequeño Abdullah, su único hijo. Recuerda la noche que salió huyendo de la casa de su tío cuando unos hombres entraron con armas y empezaron a disparar a todo lo que se movía. Su tío era "el rey de su tribu", pero sobre todo era un padre para Osman. Su tío murió en aquella sangrienta madrugada y él corrió y corrió hasta que no le dio el alma. Se escondió para después llegar a Costa de Marfil, de allí a Libia, luego a Marruecos y después, todavía no sabe por qué, llegó a Cantabria. En todos estos años ha hablado con su hijo por teléfono "siempre que tengo saldo" y le manda todo el dinero que puede. Hasta hace unos días, Osman trabajaba en una conservera de Santoña elaborando anchoas, pero "nos dijeron que casi no había pescado y que, cuando hubiera más, volverían a llamarme". Pero no puede quedarse con las manos en los bolsillos. Necesita trabajar porque tiene que pagar el alquiler de la habitación que tiene en Santander, tiene que comer y tiene que mandar dinero a su madre y a su hijo. "Mi madre es mayor, ya tiene más de ochenta años y necesita ir al médico. Abdullah tiene que ir al colegio y tiene que llevar libros. Yo tengo que trabajar", dice con cierta angustia. Le da rabia explicar que no tiene ninguna foto de su hijo en el móvil. "Se me rompió la pantalla de otro teléfono que tenía y perdí todas las que me había mandado mi hermano". Con ellos se comunica por whatsApp y por Facebook, así que su teléfono no deja de ser el cordón umbilical que le une con su pasado. "No puedo volver. Aunque ahora hay más seguridad, los Andani corremos peligro", comenta mientras niega con la cabeza intentando convencerse de que no debe hacerlo. Así que para él, hoy sólo será sábado un más.
...................................................
Quien sí tiene un plan especial para hoy es Pedro Pardo, el padre de María Fernanda (12 años) y Lucía (8). Hoy sabe que comerá chuletas de cerdo a la vinagreta con puré de patata, que es lo que su mujer y sus hijas le preparan siempre que es un día especial. Para Pedro hoy lo será, lo mismo que aquel día que su hija le regaló una gran pieza de puzle con fotos que utiliza de pisapapeles. El único pero que Pedro pone a su vida es que desde hace dos años está en paro, pero sabe sacarle la parte positiva a esta inestable situación porque está siempre con sus hijas. "Las llevo al cole, las voy a buscar, hago los deberes con ellas La peque está encantada porque su madre trabaja mucho", explica orgulloso de su familia. La llegada de María Fernanda fue toda una sorpresa porque su esposa estaba con un tratamiento médico que, según les habían dicho, iba a impedir que se quedara embarazada. Así que cuando Pedro recibió la llamada de su mujer aquella mañana, no podía creérselo. Recuerda, como si fuera ayer, la noche que mujer se puso de parto. "Habíamos salido a cenar, estábamos por el Río de la Pila de bares y, de repente, rompió aguas". A partir de ahí se desencadenó la larga búsqueda de un taxi, pero no había ninguno por ningún sitio. "Me acordé que teníamos el servicio de 'Los Ángeles' y les llamé. A las dos horas teníamos a María Fernanda en brazos". Como se suele decir, por suerte, los niños están hechos a prueba de padres primerizos, así que por mucho miedo que le diera cogerla y bañarla lo fue haciendo cada vez con más destreza. Con la segunda todo fue más fácil. Bueno, todo no. La llegada al mundo de Lucía también se le quedó grabada a fuego en la memoria. "Era 15 de agosto y todavía quedaban dos meses para que naciera. Fuimos a Pamplona y a vuelta, mi mujer se puso de parto". Y ahí está Lucía, con ocho años ya. Pedro sólo les pide que sean "honestas, sinceras y que estudien", cuando sean más mayores les dará la misma libertad que le dieron a él para elegir qué hacer. Él estudió Administración y Dirección de Empresas. "Luego la vida me llevó a ser jefe de obra, y ahora estoy en paro. No puedo dar consejos".
...................................................
Quien también está viviendo a tope la experiencia de ser padre es Manuel Ceballos, un estudiante de Magisterio de la UC que tiene dos niñas pequeñas y "viene otro para septiembre". Lucía tiene cuatro años y Paola, dos. Manuel trabajaba en hostelería y "tenía unos horarios horribles para conciliar". Aprovechando que no le renovaron, barajó con su mujer la posibilidad de volver a estudiar. Ella le animó y así están. Él en la Universidad y ella, trabajando. Precisamente por no trabajar fuera lleva el peso de la casa y de las niñas entre semana. A la mayor la lleva al colegio Verdemar y a la pequeña a la escuela infantil que la Universidad tiene en Los Castros, y después él se va a clase. Cuando terminan las clases recoge a Paola y empieza con las tareas del hogar. Dice que muchos días son las diez y media de la noche y está poniendo la lavadora. Pero sabe que esto es temporal. Que si todo va como espera, en año y medio habrá terminado Magisterio y podrá buscar un trabajo remunerado, porque trabajar ahora trabaja mucho, pero en casa. Lo mejor que Manuel está sacando de todo lo que está viviendo es que con las niñas puede poner en práctica muchas de las cosas que aprende en la facultad. "Leemos muchos cuentos, hacemos puzles de madera, tenemos muchos juegos simbólicos Y lo mejor es que estoy aprendiendo a verlas desde otra perspectiva". Si algo lepreocupa a Manuel es la salud de Lucía y Paola: "sobre todo cuando tienen fiebre. Pero es inevitable que los padres, como las madres, nos preguntemos si lo estaremos haciendo bien; si tenemos la paciencia suficiente". Hoy sabe que tendrá un par de regalos, como aquel llavero de una bola de plastilina dura que le regaló Lucía hace un tiempo y que todos los días lleva con él con las llaves de casa".
...................................................
Guardar las cosas que le va regalando su hijo es lo que siempre hace Manuel Fernández de la Riva, un cántabro al que la paternidad le ha dado los mejores momentos de su vida. Manuel y su pareja, Ibán Barcenilla, decidieron ser padres hace siete años. En aquel momento la relación de España con Vietnam, en cuanto a adopciones se refiere, era buena. Aun así tardaron más de un año en ir a recoger a su hijo. Manuel recuerda que la primera noche que pasaron con Noé se lo puso en el pecho y, mientras el pequeño dormía como un lirón, Manuel le miraba maravillado. "No pude dormir de la emoción. Era lo mejor que podía regalarme la vida y desde entonces todo ha sido fantástico con él". Noé ya tiene seis años. Es un niño educado, prudente, divertido "Nos tiene enamorados. No me cansaré de decir que lo mejor que he hecho en la vida ha sido adoptar a Noé. Para mí es como si fuera mi hijo biológico. Lo único de lo que me arrepiento es de no haberlo hecho antes y haber tenido más. Pero ahora es más difícil aunque no lo descartamos", explica mientras le da de cenar. Al acercarse el Día del Padre , primero en la guardería y luego en el colegio les preguntaron a cuál de los dos había que hacerle el regalo y Manuel siempre responde animado: "Haced lo que queráis, pero yo tengo asumido que hago más de madre. Todo lo que tiene que ver con la comida, con llevarle a los entrenamientos, los deberes De eso me encargo yo. Ibán es papi". Y todos los dibujos y manualidades que Noé va llevando a casa, Manuel las va guardando en un baúl que casi tiene ya lleno. "Me encanta guardar todo lo que hace y revisarlo de vez en cuando. Es una manera preciosa de guardar momentos, de conservar recuerdos". Hoy saldrán a comer los tres juntos, como hacen muchas veces. Ellos no necesitan que sea el Día del Padre para celebrar que lo son. Como ellos, todos los padres que este sábado habrán desayunado abriendo sus regalos.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.