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Mariana Cores
Miércoles, 30 de marzo 2016, 07:07
Fue una noche de hace 52 años. El petrolero Bonifaz soltó amarras del puerto de La Coruña, poniendo rumbo hacia Cartagena. A bordo iban 50 tripulantes (20 de ellos cántabros) y seis esposas de los mandos. Pero la niebla se cruzó en ... su camino, provocando una colisión con otro petrolero, el francés Fabiola. Las llamas devoraron el buque, que se fue a pique a nueve millas al este del Cabo de Finisterre, llevándose con él la vida de 25 tripulantes (20 se dieron por desaparecidos), dieciséis de los cuales eran cántabros. Medio siglo después, el periodista y escritor Francisco García Novell les rinde un homenaje a todos ellos a través de su libro Donde se posa el resplandor del sol, que se presentará esta tarde, a las 19.30 horas, en el Ateneo de Santander.
Naugrafio. El 3 de julio de 1964, a las diez de la noche, el Bonifaz se hundió prendido en llamas frente al Cabo de Finisterre.
Tripulación. En el Bonifaz viajaban 50 personas, además de seis esposas de los mandos. Veinte de los tripulantes eran cántabros.
Víctimas. 25 tripulantes perdieron la vida, 16 de los cuales eran cántabros.
La historia de esta obra está íntimamente ligada a la de la Asociación Náufragos del Mar, creada en 2009 por familiares de los marineros del Bonifaz, aunque está abierta a todos aquellos que estén relacionados con la mar.
Tanto el libro como la asociación nacieron para «rendir homenaje a los hombres que perdieron la vida en la mar. Es una forma de restaurar la memoria de los naufragios», cuenta García Novell.
El autor que ayer dio a conocer su obra en Polanco y mañana lo hará en Santoña, explicó que el mismo año en el que se fundó la asociación presentaba otro libro sobre el naufragio del Príncipe de Asturias en 1916. «Al poco tiempo recibí una llamada de Jesús Ángel Gómez, presidente de Náufragos del Mar, que me pidió que asistiera al homenaje que organizan cada año y que en esa ocasión tenía lugar en Isla (Cantabria), en el verano de 2010. Así conocí a quienes se harían mis amigos y la historia del Bonifaz».
Afirma que se quedó prendado de «la emoción de cada uno de ellos por recuperar la memoria de todos los que viajaban en el petrolero. Me pidieron que escribiera sobre ello y así comenzó todo».
Para documentarse hubo dos periódicos que fueron sus grandes fuentes: «el Faro de Vigo, que por la cercanía al lugar del hundimiento fue el que primero informó de la tragedia, y EL DIARIO MONTAÑÉS, cuyo redactor Julio Poo San Román (hoy con 92 años y residente en Santander) escribió unas fantásticas crónicas que no cesaron hasta que llegaron a Santander los tres únicos cuerpos de los marineros de los 20 cántabros que iban de tripulación».
Según empezaron sus investigaciones, García Novell no quedó muy convencido de cómo la Justicia inclinaba la balanza hacia el lado del petrolero francés.
Gracias a su tenacidad y contactos en el Cuartel General de la Armada, consiguió acceder a la causa (el expediente del accidente), que hasta pasados 60 nunca es público. La mediación de la embajada española en Francia le sirvió para hacer lo propio con los expedientes en el país vecino.
«Al no existir un tribunal de justicia europeo por aquel entonces, y por el tema de las aseguradoras y quién tenía la responsabilidad, se decidió que el proceso lo llevara un tribunal de Londres. Tras el juicio se llega a un veredicto en 1967, en el que se declara culpables a los dos buques, pero la balanza se inclina más hacia el Bonifaz, algo que, tras toda mi investigación, me pareció que era muy injusto. Este es uno de los motivos por lo que doy valor a mi publicación».
Para el presidente de la Asociación Náufragos del Mar «este libro hace de alguna manera justicia a todos aquellos hombres», que como se recuerda en el libro, descansan a una profundidad de 95 brazas.
«Cuando muere un ser querido, sus familiares y amigos tienen un sitio donde ir a llorarle, donde poner unas flores en su recuerdo. Pero en el caso de los que fallecen en la mar, se les despoja de todo eso. A los que quedamos en tierra es como si nos faltara una parte del duelo. Hay algo pendiente con los que se han ido. Por ello, a través de los homenajes que hacemos en la asociación o con este libro, cubrimos ese vacío con el que nos encontramos. Esta obra cierra un ciclo», afirmó Gómez.
De los veinte cántabros que se enrolaron en el Bonifaz, perteneciente a la empresa cántabra Naviera de Castilla, se dio por desaparecidos a trece de ellos y solo tres consiguieron llegar a tierra, «pero debido a sus tremendas heridas, cuando llegaron a hospital de Vigo, no consiguieron sobrevivir. Sus cuerpos descansan en distintos cementerios de Cantabria», especificó García Novell.
Según el autor, «fue una de las mayores tragedias marítimas de la marina mercante española. Mientras el buque se hundía irremediablemente, el capitán, el oficial radiotelegrafista y el timonel permanecieron en cubierta hasta que el agua les llegó por la cintura».
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