Borrar
Dos refranes que se usan en la región, dibujados por Ansola
Los 'dichos' que solo entiende un cántabro

Los 'dichos' que solo entiende un cántabro

'Vete a cascarla a Ampuero', 'Eres más parado que el caballo de Recalde' o 'Más lelo que Pichucas el del Muelle' tuvieron un origen a veces ignorado:¿lo conoce?

Nieves Bolado

Sábado, 30 de abril 2016, 13:59

Quienes conocieron el apogeo del Hospital Valdecilla en la primera mitad del siglo XX sabían muy bien que el Pabellón 20 albergaba a enfermos psiquiátricos. Era el tiempo en el que este tipo de patología no era vista con el mismo respeto y empatía que actualmente, pero el dicho quedó ahí y así sigue casi para la posteridad: «Estás para el 20» era la sentencia que se le decía a quien no actuaba con rigor, raciocinio o mostraba detalles de falta de cordura. «Estás para el 20». Solo eso bastaba como aviso a desvariantes.

Otra cuestión. Lo que muchos no se atrevían a desentrañar es por qué a uno, cuando las cosas le iban mal, lo mandaban «a cascarla a Ampuero». Imponiendo un sentido poco pudoroso, la frase ponía a esta localidad cántabra en entredicho. Y la verdad es que su origen es ajeno a Cantabria y se sitúa en la vecina Vizcaya. A finales del XIX, un médico, el doctor Areilza, promovió la construcción del Hospital de Basurto. A cada pabellón se le puso un nombre y se dedicó a una especialidad, nominándolo con la familia que había puesto el dinero por delante. Ampuero se apellidaba la acaudala familia vasca que financió su construcción. En él ingresaban a los desahuciados, los que estaban próximos a este concepto tan castizo de «cascarla». De ahí viene la expresión.

A quien hace sobreesfuerzos sin mucho razonamiento, es decir, a uno que protagoniza alguna brutez, en Cantabria, se le suele decir aquello de que «eres más bruto que los de Silió, que subieron el burro al campanario». El hecho fue real a medias. En este pueblo de Molledo existe una preciosa iglesia románica dedicada a San Facundo y San Primitivo. El día de la fiesta, los mozos formaban una torre con los rodales de los carros de todo el pueblo, levantando una pirámide. En esa fecha un comerciante pasó por allí vendiendo el pimentón de la matanza. Un grupo de mozos se encargó de pasear al vendedor por todas las tabernas, mientras otros ataron por las patas al borrico subiéndole a la torre de rodales formada al lado de la iglesia. Gracias de pueblo, es verdad, pero con el tiempo se fue deformando la historia y hasta se enriqueció contando que los mozos habían subido al burro al campanario para aprovechar unos brotes de hierba que allí habían nacido.

Más típicamente santanderino es decir a quien no es muy completo aquello de «eres más lelo (tonto) que Pichucas el del Muelle». El personaje, en realidad, se llamaba Pedrín y era un hombruco, malhablado, taciturno y algo cazurro objeto de las burlas de la gente que vivía en el siglo XIX en la machina de Santander haciendo recados a las mujeres que allí trabajaban, que eran sus defensoras. Vivía de las limosnas y de la comida que le daban en los barcos. Formaba parte del paisaje más típico de Santander y su faltarle un verano quedó para la posteridad.

En Torrelavega, al que es muy hablador le suelen decir que es «más pelma que la criada de Teira». El dicho se remonta al siglo XIX . Francisco Teira, comerciante de telas y accionista del Banco de Torrelavega, tenía una fámula que cuando salía a la plaza a comprar, se le paraba el reloj dándole la tabarra a quien encontraba y que cuando volvía a casa, a los amos, ya se les había pasado el estómago. Nada que ver con otro dicho torrelaveguense que se refiere a quien es más bien lento: «Eres más parado que el caballo de Recalde». Este era un guarnicionero de Torrelavega que tenía en su tienda un caballo disecado, que aún hoy existe aunque en otro emplazamiento.

En Solares, cuando quieren expresar lo justos y honrados que son en su comercio, dicen eso de «en Solares, donde cuatro huevos son dos pares». Su enclave de mercado regional le ganó fama de justo, o al menos así lo hicieron sus gentes. De esta manera, cuando un solariego quiere definirse como persona de ley, acude a este dicho, al que se unieron después, como adenda, los de La Cavada.

Mucho hablar y poco que hacer, o dicho de otro modo, «mucho de Boo y poco de Guarnizo» es una expresión popular acendrada en Cantabria que parte del municipio astillerense. Tal es así que los políticos cántabros, en sesudas sesiones parlamentarias, han usado el ripio para echar en cara la falta de acción, y mucha palabrería, de algunas de sus señorías.

Hay dichos. muchos, que denotan la rivalidad amigable casi siempre entre localidades. La industrial y pujante Reinosa, seguramente, se jactaba de poderío ante sus ya pegados vecinos con una acerada frase: «Por las bodas de Reinosa, se pierden las de Matamorosa». Ahí queda eso.

Esa rivalidad descrita en centenares de refranes y dichos cántabros también llega a poderosas comarcas como Liébana y Valle del Pas, donde sus habitantes sienten como pocos las tierras que habitan: «El pasiego ve las hierbas crecer, el lebaniego las escucha», haciendo de esta manera tan sutil haber nacido en la tierra de Santo Toribio. Pero la ofensa quedó compensada con este dicho pasiego: «Ni río por lindero, ni amigo lebaniego». Eso sí, jamás la sangre ha llegado al río.

El que no haya excesiva variedad de pescados capturados al menos antaño en el puerto de Santander llevó a los vecinos que comparten redes en el Cantábrico a lanzarle una fina puya a los propios con un «en Santander, un pez cada mes», aunque los santanderinos se defienden con un «y si quieres sardina y mujer fina, santanderina».

La climatología ha dado lugar a multitud de refranes, algunos tan sabios como los dictados por Aemet: «Cuando Cabarga tiene montera, llueve aunque Dios no lo quiera» es la conclusión a la que han llegado los santanderinos que en su escenario tienen esta emblemática montaña. «Si la nube va para Noja, mi capa no se moja», dicen los de la zona oriental, sin ir más lejos. O este mismo: «Truenos por Candina, agua sin medida».

Otros tratan de definir lo que es principal en cada lar, aunque los del resto de la región, como siempre, tratando de bajarles los humos a los capitalinos dicen: «Ampuero reza, Torrelavega trabaja y Santander se divierte». Ahí es nada. Nadie a requerimiento de este periódico ha sabido desentrañar el motivo de este otro dicho: «Por Liendo... pasa corriendo. Y desde que está Tomás, mucho más», y de momento parece que debemos quedarnos sin saber quién era este Tomás que a todos espanta.

Y cerrando solo algunos de estos ripios, no olvidar nunca las tres mentiras de Santillana del Mar: «Ni es Santa ni es llana ni tiene mar».

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

eldiariomontanes Los 'dichos' que solo entiende un cántabro