
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Ana del Castillo
Miércoles, 27 de abril 2016, 07:11
Una familia de kurdos acaba de llegar a Idomeni tras un viaje despiadado e inseguro. La mujer, madre de familia, destapa a a uno de sus hijos. Tiene microcefalia y, tal y como está la situación en Grecia, parece el menor de los problemas.
Los refugiados de guerra escapan por tierra y mar, naufragando en un océano de dudas sin saber si van a llegar o no. Familias enteras que tras vivir en el infierno, se topan con las puertas del cielo cerradas. Por suerte, hay 'ángeles' que no les dejan perder la dignidad. Un equipo de El Diario Montañés viaja a la zona para narrar durante diez días el trabajo de los voluntarios cántabros en Grecia.
Mohamed Karrum, sirio afincado en Treto (Cantabria), viaja dentro de unos días a Lesbos para ayudar "como sea" a sus conciudadanos. Será su tercera visita desde que el pasado enero vio la huella de los naufragios en la costa. Tres frases resumen el encuentro de Karrum con El Diario:
1. "La ayuda más importante es hacer que los sirios vuelvan a casa, no regalarles una cazadora y playeras".
2. "Las rocas cortan y las olas juegan con ellos. No quise saber el número de fallecidos".
3. "¿Acaso en época de ETA acusamos a todos los vascos de etarras?"
Aquí tienen el relato completo de Karrum.
El drama de los refugiados tiene una sola lectura, se mire por donde se mire; la de ayudar y acabar con una situación que está acabando con la vida de miles de inocentes. Los desplazamientos forzosos han afectado a más de 51 millones de personas en 2015, y el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR) tiembla cada vez que ojea las cifras de lo que va de año. Para que se hagan una idea, una media diaria de 42.500 personas abandonan sus hogares (si los cimientos aún siguen en pie), meten todas sus pertenencias en una minúscula mochila que no reste velocidad a su huida, y buscan protección dentro y fuera de las fronteras del país.
¿De qué huyen? De los crímenes de guerra, las violaciones de los derechos humanos y los abusos flagrantes en el conflicto armado.
Deberían estar jugando
Más de dos millones de niños sirios viven como refugiados. Son los más vulnerables de toda la crisis y aunque la mayoría viaja con su familia, otros tantos están solos. Save the Children confirmó el dato: cerca de 26.000 menores entraron solos en Europa el pasado año.
Niños como los nuestros, que agradecen su suerte y maldicen la falta de humanidad desde su lustra inocencia, libres de influencias e intereses políticos.
El retrato del drama
"Lo que hemos visto allí es bastante extremo", dice al otro lado del teléfono el fotógrafo y diseñador cántabro Eduardo Rivas, de 31 años, recién llegado de Idomeni y aún confuso por el "caos" vivido.
Rivas viajó hasta Grecia con un grupo de voluntarios para distribuir 12.000 kilos de ayuda humanitaria recogida en Cantabria. En paralelo a esa valiente labor retrató el drama. El rostro de esos niños que ponen pie en tierra extrajera solos, sin padres, ni tutores, y con la duda incesante de ¿ahora qué va a pasar? Familias enteras cuyo único patrimonio es lo puesto. Sin medicamentos, sin agua, sin ropa y sin respuestas.
"Haciendo la selección de fotos me he dado cuenta de que solo he sacado a niños, pero es que un 60% de refugiados eran menores. Y muchos estaban solos. Me parece increíble que hayan llegado hasta ahí y que sigan en esa situación. Que nadie haga nada es inhumano", explica Rivas, testigo directo del drama.
El grupo de cooperantes, entre los que se encontraban bomberos voluntarios y el fotógrafo de Santander, trabajaba "doce horas al día" en el puerto comercial de Atenas y en el campo de refugiados de Idomeni, a 600 kilómetros. "Desde que alguien te pide unas bragas hasta que vuelves con ellas, la necesidad ha cambiado. Antes necesitaban ropa de abrigo y ahora crema solar. Se encuentran en condiciones extremas: o mucho frío o mucho calor".
¿Cómo podemos ayudar? "Nosotros lo más práctico que hicimos fue comprar en Atenas 500 bragas y medicamentos contra la sarna, pero por necesitar, necesitan de todo". Necesitan de todo porque no tienen de nada y mientras dosifican sus suspiros, los grandes mandatarios deciden su destino. Por eso, lo primordial, según Rivas, es "juntarse a nivel social y meter presión a los políticos para que hagan algo con esta aberración. La ayuda 'in situ' no deja de ser una tirita".
Para el cántabro uno de los momentos más duros fue tratar con la familia kurda que abre este reportaje. "Mi estrategia era no involucrarme en lo personal, para no terminar derrumbado, pero con ellos fue difícil. Me vieron y se centraron conmigo para que les ayudara".
Mientras repasa las imágenes de días pasados en Idomeni, Rivas se plantea volver a Grecia. "Se han quedado allí grandes compañeros" y miles de refugiados que han sufrido más de la cuenta.
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Álvaro Machín | Santander
Guillermo Balbona | Santander
Sócrates Sánchez y Clara Privé (Diseño) | Santander
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