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José Ramón Blanco (Podemos) felicita a Revilla en el debate de investidura en presencia de Rubén Gómez (Ciudadanos).
La nueva política se fractura en Cantabria

La nueva política se fractura en Cantabria

Podemos y Ciudadanos se instalan en el conflicto con interminables pugnas internas

Mario Cerro

Domingo, 1 de mayo 2016, 07:44

Quienes asocian el término nueva política a los partidos emergentes defienden el cúmulo de virtudes que estos encarnan en contraposición a los partidos tradicionales. Lo nuevo contra lo viejo, el futuro contra el pasado, el porvenir frente a la casta. Sin embargo, para ser estandartes de la nueva política, hay cosas en la que los nuevos partidos se parecen bastante a sus antecesores. Por ejemplo, las batallas internas son igual de cruentas: expedientes, ceses, traiciones, insultos... Guerras de poder que sacuden las estructuras de estos partidos desde el momento mismo de su alumbramiento. Cantabria es un buen referente de esas tensiones. Podemos y Ciudadanos, que cuentan con representación parlamentaria desde mayo de 2015, se han instalado en el conflicto y no hay visos de que vayan a abandonarlo fácilmente. Y todo ello en la antesala de la repetición de las elecciones generales.

La pugna interna en el partido de Pablo Iglesias acabó a las primeras de cambio con el abogado Juanma Brun , el líder de Podemos que fue refrendado holgadamente en Santander por las bases, pero destruido por quienes hoy ven amenazado su futuro político también desde dentro, entre ellos, el actual secretario general en Cantabria, José Ramón Blanco. En nada se parecía ese primer escenario hostil con el que escenificaron esas mismas personas hasta entonces ciudadanos anónimos en aquellas acampadas de hace cinco años cuando la Plaza Porticada fue ocupada durante semanas por el movimiento 15-M.

Pero lo cierto es que Blanco, avalado por Madrid y enemigo número uno de Brun, se convirtió en el líder del partido en Cantabria y en uno de los tres diputados que Podemos logró en las autonómicas. A partir de esas elecciones, surgieron las primeras críticas a su gestión al frente del partido, al entender sus detractores que había dejado de lado la participación de sus miembros en las decisiones y no rendía cuentas de sus actos. La crispación fue en aumento entre la mayoría de miembros del Consejo y entre los secretarios locales, que pactaron una tregua durante la campaña de las Generales para no perjudicar los resultados. Pero después del 20-D, la ruptura se hizo pública y la división entre Blanco y sus otros dos compañeros de escaño, Verónica Ordóñez y Alberto Bolado , que cuentan con el apoyo mayoritario del llamado Consejo Ciudadano del partido, ya no se disimuló. Todo lo contrario, se agudizó.

¿Las primarias que se celebrarán en quince días serán la solución a la crisis interna del partido en Cantabria? El tiempo lo dirá. De momento, habrá que ver quién sale triunfador del proceso: el discutido secretario general José Ramón Blanco o el economista Julio Revuelta, el elegido por la mayoría del Consejo Ciudadano.

Ganemos

También es más que evidente la fractura interna que existe en Santander en el partido hermano, Ganemos. Los dos concejales que se presentaron bajo la marca Ganemos Santander Sí Puede han acabado como el rosario de la aurora. Antonio Mantecón fue expulsado del partido y ahora es concejal no adscrito y su compañera Tatiana Yáñez-Barnuevo ha pasado a ser la portavoz del grupo en el Consistorio. Un auténtico lío que se gestó hace un mes justo desde el momento en que miembros de Ganemos una formación nacional que se creó de forma paralela a Podemos cuando este partido decidió no concurrir a las elecciones municipales constataron que Mantecón no tenía ninguna intención de trabajar codo a codo con Yáñez-Barnuevo y sí, por el contrario, se apoyaba en dos auxiliares contratados de su total confianza (Roberto Mazorra y Susana Ruiz).

Crisis en Ciudadanos

El partido de Albert Rivera en Cantabria tampoco es ajeno a la disputa interna. Después de la convulsa etapa que Ciudadanos Cantabria sufrió el año pasado y que remitió con la elección de una nueva junta directiva el pasado mes de octubre, una nueva crisis interna se ha vuelto a abrir en el partido. Como ya avanzó este periódico el mes pasado, dos de los cinco miembros de la dirección elegida el pasado mes de octubre, Pedro Vicente González y Marcos Gutiérrez, la abandonaron por fuertes discrepancias con el resto de miembros. Ninguno de los dos ha querido detallar las razones de su marcha, pero otros militantes, integrantes de un ala crítica del partido, achacaron las dimisiones a «los autoritarismos y comportamientos que bordean lo legal» en la cúpula de la formación.

La marcha de González y Gutiérrez se suma a una sucesión de hechos que, en el último año, han vuelto a dañar la imagen del partido. Y es que a menos de dos meses para las últimas elecciones generales de diciembre, las dos caras más conocidas del partido y que lo dirigían desde comienzos de 2014, los diputados Rubén Gómez y Juan Ramón Carrancio, dejaron su sillón de la junta directiva. Los cambios se vendieron desde Barcelona como un proceso meditado y obligado por «la reestructuración de Cs en toda España», enfocado a separar la parte orgánica de la política.

No era la primera vez que la cúpula cambiaba de nombres en Cantabria. Solo unos meses antes, en verano de 2015, Ciudadanos acababa de remodelar la junta con la entrada del economista Enrique Llano para ocupar el espacio que dejó vacío Esteban Martínez, protagonista de la polémica interna más intensa que ha sufrido la formación naranja en la región. Martínez era el delegado territorial de Cs, con hilo directo con el círculo de confianza de Albert Rivera, y uno de los primeros militantes del partido en Cantabria, pero no comulgaba con muchas de las decisiones de Gómez y Carrancio. Los malos resultados en Torrelavega, donde fue cabeza de lista electoral, y su aparición en una fotografía junto al regionalista Francisco Javier López Marcano desembocaron en su dimisión y cese de todos sus cargos.

En las bases también han existido discrepancias desde el minuto uno, con la presencia de un sectorcrítico que intentó colocar sin éxito al exárbitro Alfonso Pérez Burrull como cabeza del partido y que ahora denuncian irregularidades y mala praxis de los actuales dirigentes.

Por si fuera poco, a la reciente dimisión de esos dos miembros de la cúpula se sumó la suspensión de militancia de los dos concejales que la formación naranja consiguió en el Ayuntamiento de Piélagos en las pasadas elecciones municipales. La sanción a los ediles «por desobediencia y por incumplir el programa electoral» del partido con sus votos en los plenos fue una de las claves de la marcha de Pedro Vicente González, exsecretario y extesorero de la junta, y de Marcos Gutiérrez, según confirmaron a este periódico fuentes del sector crítico.

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