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'Los fusilamientos del 2 y 3 de mayo' de Goya

El icono cántabro de la contienda

El misterio ha rodeado la simbólica figura del hombre fusilado que pintó Goya, identificado como el cantero Martín de Ruzcavado

h.c.

Martes, 3 de mayo 2016, 16:47

Los rostros de los patriotas madrileños, con gesto de dolor, impotencia y pavor frente al pelotón de ejecución, fueron inmortalizados por Francisco de Goya en una de sus obras más afamadas, 'Los fusilamientos del 2 y el 3 de mayo de 1808', vinculados a la proyección universal del Museo del Prado. Entre ellos, la figura del hombre de camisa blanca que alza los brazos y recibe la luz central de la composición pictórica ha pasado a ser uno de los símbolos no sólo del lenguaje plástico que precipita el arte moderno, sino del horror, la confusión y la herida de todas las guerras.

Rodeado de misterio, el retrato de ese héroe anónimo como la mayor parte de los que interesó de verdad al pintor aragonés, ha sido objeto de numerosas especulaciones. Investigaciones diversas le identificaron en la presente década como Martín de Ruzcavado, un cantero cuyo origen se ha situado en Cantabria.

La iconografía de la Guerra de la Independencia rebosa héroes anónimos (aunque ninguno tan universal como esta), que conforman ese imaginario colectivo fruto de la historia cruzada con la literatura y el arte.

En el óleo '3 de mayo de 1808 en Madrid' o 'Los Fusilamientos de la Montaña Príncipe Pío', que Goya realiza en 1814, terminada la guerra de la Independencia, ante el pelotón de ejecución de soldados franceses se muestran los patriotas ejecutados en diferentes actitudes ante la muerte.

El caso del ciudadano que alza los brazos increpando a sus ejecutores es una de las referencias que ha estado rodeada de aire enigmático para investigadores y curiosos de la historia. La identidad del hombre que acapara la atención del lienzo inmortal de Goya se desveló cuando el catedrático Juan Manuel Sánchez Ríos apuntó que el varón moreno, de cabello ensortijado, iluminado en el centro de la composición pictórica, era Martín de Ruzcavado, cuyo nombre figura entre los 43 inscritos en el muro de la cripta del camposanto madrileño de La Florida.

De manos grandes, los investigadores han coincidido en reconocer en esta figura a un cantero de profesión, de unos 35 años. En un principio, su origen se ha situado en los Pirineos, en una zona ligada a a Lleida.

Otras investigaciones y teorías refieren que el hombre retratado por Goya, uno de los patriotas que se significó en las calles de la contienda, era un cantero de origen cántabro. Pistas y testimonios que afloran a través de notas y referencias documentales surgidas ya durante la celebración del primer centenario de la guerra.

Un terreno de especial atractivo que se justifica en el hecho de que en el artista, al adentrarse en los episodios de lucha, prima su interés por el individuo anónimo frente a los grandes nombres, las batallas y las huellas heroicas de fechas señaladas.

El gesto expresivo por excelencia, que parece anticipar otras vanguardias, se concreta en esos ciudadanos sin nombre que el pintor plasma en piezas capitales, de gran formato, caso de 'Los fusilamientos de la montaña de Príncipe Pío'. Una iconografía también recogida en las pinturas y la serie de grabados dedicados a los desastres de la guerra. En el arte, el caso de Goya es fundamental por su aportación a la visualización del acontecimiento histórico.

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