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El paso por una zona de obras estrecha obliga a colocarse detrás del guía sujetando su brazo.
La ruta por una calle siempre oscura

La ruta por una calle siempre oscura

La ONCE organiza en Santander un circuito de movilidad para recrear una experiencia de ceguera

Álvaro Machín

Viernes, 27 de mayo 2016, 07:11

Lo primero, durante unos instantes, es algo parecido al vértigo. Una sensación que agarrota las piernas. El antifaz apaga la luz y deja en batería baja el sentido de la orientación o la distancia. Tres pasos no parecen tres pasos. De su brazo es todo ... más fácil. Pero a solas, con el bastón, cualquier cosa movida del sitio es un camino nuevo, distinto. Otra ciudad. «La técnica guía», explica al repasar los trucos. «Ofrecer ayuda cuando hace falta, pero no empalagar. La autonomía es eso». Su voz pronto hace que todo sea más fácil, que no parezca tan complicado recorrer un circuito de obstáculos cotidianos. Bajarse del bordillo, cruzar, sentarse en la silla de una terraza, esquivar el contenedor, pasar por un hueco entre conos... Ella es el brazo. Una de las personas que ayuda a las personas ciegas a perder el miedo. A salir. A vivir. Ayer les ayudó a sentir lo mismo a los que ven. Para hacerse una idea y entender. Fue en la calle Burgos. Ella se llama Luz, Luz Bordas. Y, al saberlo, uno piensa que no podría tener un nombre mejor.

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