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José María Gutiérrez
Jueves, 2 de junio 2016, 07:12
«No tenéis que estar nerviosos, lo vais a hacer muy bien porque os lo sabéis todo», decía ayer Ana Cardenal a sus alumnos. La profesora del colegio público santanderino María Sanz de Sautuola intentaba tranquilizar así a los niños de 3º de Primaria que ... estaban a punto de iniciar las pruebas de la reválida. Los nervios eran lógicos, porque era la primera evaluación externa a la que se sometían en su trayectoria escolar. Ayer tocaban las pruebas en las áreas de Lengua Inglesa y Matemáticas, quedando para hoy las correspondientes a Lengua Castellana.
En este centro, 59 niños, divididos en tres grupos, realizaron las pruebas, lo que supone el 100% del alumnado de este curso. Ninguna familia se opuso a que sus hijos se sometieran a la reválida. En total, 5.585 estudiantes de entre 8 y 9 años repartidos por 185 colegios públicos y concertados de Cantabria estaban llamados a la misma. La gran mayoría la realizaron, pero ni Educación ni la FAPA tienen aún datos oficiales sobre el índice de participación. En el colegio San Vicente de Paúl, de Laredo, de régimen concertado, la hicieron 23 de 25 estudiantes y los dos ausentes estaban enfermos; en El Salvador, de Barreda, no faltó ninguno de los 52... En el lado contrario, en el Cisneros, de Santander, por ejemplo, solo la completaron 20 de los 46 niños matriculados; y en el Quirós, de Cóbreces (Alfoz de Lloredo), 7 de 37. Pero son dos excepciones dentro de una tendencia de masiva participación. Más allá de cifras, la jornada se desarrolló con «normalidad» y «sin ningún incidente», tal y como manifestaron los directores y las responsables de FAPA y Concapa, Leticia Cardenal y Mónica Haro.
El pasado año, la primera que vez que se realizó esta reválida de tercero que trae consigo la Lomce, el 95% de los alumnos tomaron parte en ella, a pesar del rechazo y el llamamiento a la insumisión mostrado por la Federación de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos de Cantabria, que consideraba que no era necesaria, entre otras cosas porque sometía a una presión perjudicial a los pequeños. Oposición que ha mantenido este año el colectivo presidido por Cardenal, «porque estas pruebas son fruto de la Lomce y nosotros estamos en contra de ella», aunque en un tono menor que el año anterior, porque, con el cambio en el Gobierno regional, Educación ha adecuado la reválida y, entre otros aspectos, da más libertad a los centros y no obliga a los estudiantes a su realización: cuanto mayor sea la participación, el diagnóstico sobre la situación educativa en la región será más completo, pero se respetará a los alumnos que no la realicen, que no sufrirán consecuencias académicas.
En cualquier caso, estas pruebas no afectan en absoluto al expediente académico de los alumnos. Eso sí, si algún alumno ha obtenido un muy mal resultado, Educación comunicará al centro la necesidad de tomar medidas para mejorar sus resultados individuales, aunque el pasado año se superó el siete de media en la mayoría de los diez ejercicios realizados.
Pruebas diagnósticas
Las pruebas consisten en cumplimentar unos cuadernos con cuestiones de cálculo y problemas en Matemáticas, y de comprensión y expresión en Lengua e Inglés, que después serán evaluados por la Consejería de Educación. Se trata de ver lo que han aprendido los alumnos desde 1º a 3º de Primaria en tres competencias básicas con el objetivo de detectar los aspectos que se pueden mejorar de «forma global» en la comunidad.
Este curso, la polémica se ha centrado sobre todo en la reválida de sexto de Primaria, que debía realizarse por primera vez, aunque, al final, en la mayoría de comunidades haya terminado convertida en una fórmula basada en la evaluación continua que poco tiene que ver con la original diseñada en la Lomce. Las pruebas de tercero de Primaria han quedado así alejadas del foco noticioso, pese a que la mayoría de centros se muestran igualmente contrarios a su realización. «Me parecen prematuras para niños tan pequeños, con 8-9 años no saben muy bien de qué va esta historia», defiende Santiago Ferreiro, director del María Sanz de Sautuola. «Quizás no sea lo más adecuado, porque crea nerviosismo e incertidumbre», incide Jose Miguel Fernández Viadero, máximo responsable de El Salvador. «No nos va a dar ningún resultado distinto a lo que ya sabemos de los alumnos», manifiesta José Antonio Sánchez Raba, del Cisneros.
Para combatir esta posible presión, Andrea Fuente, nueva directora del San Vicente de Paúl y anteriormente tutora de 3º de Primaria, decidió, de acuerdo con los padres, no decir nada de estas pruebas a los alumnos hasta la semana pasada. «No me parece mal comprobar el nivel de adquisición de conocimientos siempre que no supongan una presión exagerada para los niños, y pensé que ésta era una forma de rebajarla», explica. «Me parece bien siempre que sea para mejorar la educación», comenta Mónica Haro.
Además, los niños han completado previamente una encuesta de contexto, que también deben cumplimentar las familias (en este caso sobre el nivel socieconómico, los estímulos al estudio que realizan...) y los centros, para que el diagnóstico educativo sea así lo más completo posible.
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