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Selfie de José Luis Manrique con la botella y el mensaje que contenía.
Oleada de botellas con mensaje: aparece otra en Galizano

Oleada de botellas con mensaje: aparece otra en Galizano

José Luis Manrique la ha encontrado entre montones de desperdicios arrastrados por la marea. Procede de un barco pesquero que el año pasado faenaba en Terranova

Mariña Álvarez

Martes, 7 de junio 2016, 16:13

Tenemos tercera botella con mensaje: apareció el miércoles pasado a primera hora de la mañana en la arena mojada en Galizano (Ribamontán al Mar), en una jornada en la que esta playa, siempre tan limpia y cristalina, amaneció turbia y llena de desperdicios arrastrados por la marea, fenómeno marino que podría estar detrás de esta peculiar oleada de 'cartas' varadas en las costas cántabras.

Esta vez el azar eligió que un vecino de Suesa, José Luis Manrique, fuera el destinatario del mensaje. Estaba paseando con sus perros por la playa de Galizano, como suele hacer cada día, cuando vio una botella "rara" abandonada, con algo blanco dentro que en un principio pensó "que era un tampón". Pasó de largo.

Pero entonces recordó las noticias de los dos últimos avistamientos de mensajes en una botella de los que hemos dado cuenta (uno en Noja y otro en Liencres) y volvió sobre sus pasos. Y la abrió. Y sí, era un mensaje. "Estaba muy bien preparado, metido dentro de una bolsa para congelar alimentos, enrollado y en buen estado", cuenta. Junto a una fecha, 9 del VI de 2015, venían unas coordenadas y un mensaje en inglés, que se aplicó en traducir: "Estamos pescando entre el hielo de Canadá...", comienza la carta. Al introducir las coordenadas en un programa de ordenador supo que esa botella fue lanzada al mar por el tripulante de un pesquero que en esas fechas faenaba en los caladeros de Terranova, cerca de Groenlandia. En el final del mensaje, el remitente dejó una dirección de correo electrónico rogando al que lo encontrara que le escribiera, "y lo haré", dijo Manrique.

Como curiosidad, esta botella no es la típica con la que se lanzan los mensajes al mar -de vino, alargada, con su corcho y ese toque más romántico...-, sino pequeña, achaparrada, transparente y de licor. El marinero que la arrojó al océano se empleó bien en su cometido, pues, además de envolver su carta en una bolsa, selló el tapón con cinta aislante. Curioso que, en un año, esa cinta aislante permaneciera pegada al tapón. Y tampoco llevaba percebes adheridos, como en los otros dos hallazgos de los últimos días.

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