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María de las Cuevas
Martes, 12 de julio 2016, 16:37
El avistamiento de aves o birdwatching, término anglosajón, es una actividad muy popular entre los británicos, grandes aficionados a observar pájaros en su hábitat natural, a la espera de captar una escena salvaje y estelar a través de sus potentes equipos ópticos de largo alcance.
Este ocio de larga tradición británica, que se practica desde finales del siglo XIX, empieza a alzar el vuelo en Cantabria, donde se organizan expediciones ornitológicas dentro de una modalidad turística de enorme potencial, muy ligada a la dinamización del medio rural.
«El turista inglés que practica el birdwatching encuentra en la zona oriental de Cantabria la única buitrera marina de Europa, una colonia singular de cien parejas de buitres que anidan en acantilados de 250 metros de altura, junto a la playa de Sonabia», explica Javier López Orruela, guía de ecoturismo y divulgador medioambiental, miembro de SEO-Birdlife.
La empresa de viajes de ecoturismo Cooltoure ofrece a sus clientes la posibilidad de conocer el patrimonio natural y la riqueza arqueológica de Cantabria y del País Vasco, bajo la premisa del rigor científico. Para ello, cuenta con un equipo de profesionales formado por guías, biólogos, miembros de SEO-Birdlife, arqueólogos y catedráticos de la Universidad de Cantabria. «Ofrecemos un maridaje entre paisaje, fauna, prehistoria, turismo de megalitos y gastronomía. Queremos poner en valor el trabajo vocacional de ganaderos, vaqueros y todos los agentes locales que contribuyen a la conservación», resume Ángel Astorqui, fundador de Cooltoure.
La responsable de marketing, Guadalupe Caro, subraya que la oferta «da una gran importancia a la gastronomía. Para ello, ponemos al alcance de los clientes la excelente cocina de autor que elabora el restaurante Ronquillo, en Ramales de la Victoria, con un exclusivo menú». De otro lado, «desestacionalizar el turismo de Cantabria es fundamental. Necesitamos proyectos nuevos para que deje de haber tantos meses malos», señala Javier Primo, responsable de transporte.
La empresa cántabra Cooltoure, galardonada con el premio Pecca 2016 de la Plataforma de Empresas Culturales y que cuenta con el apoyo del Ministerio de Cultura, ha visto en esta modalidad turística su nicho de mercado y se dirige al turista inglés, que supone el 22,5% de todo el turismo extranjero que visita la región el mayoritario. En 2015 Cantabria recibió 63.943 viajeros del Reino Unido.
«El perfil del turista ha cambiado, es más especializado y quiere un turismo a la carta que le aporte nuevas experiencias. Nuestra oferta incluye patrimonio cultural, arqueológico, fauna, flora y gastronomía de productos de la tierra. Cuidamos todos los detalles, organizamos picnics de gastronomía de la tierra y ponemos a los clientes en contacto con los propios agentes locales, quienes explican de primera mano sus trabajos, ya que son protagonistas directos de la conservación de la zona», explica Ángel Astorqui, fundador de la empresa.
Según la SEO-Birdlife, «es indudable el potencial del territorio español, y especialmente de Cantabria, para convertirse en un receptor de primer orden de turistas hambrientos del espectáculo de las aves, ya que en nuestro país viven o pasan buena parte del año más de 400 especies, muchas de ellas endémicas».
Desde el punto de vista de la conservación, el avistamiento de aves es un tipo de turismo naturalista y sostenible. «A veces es necesario que se valore fuera lo que tenemos dentro», añade Astorqui. «El impulso de este turismo podría poner en valor la zona y dotarla de alguna figura de protección, que se incluya en la Red Naturea 2000, de lo que actualmente carece».
Además, se trata de un turismo que permite la desestacionalización del sector, con el que «favorecer las visitas todo el año. Cantabria es más que turismo de sol y playa; existe un mercado de turistas extranjeros a los que atraer, proponiéndoles la observación de aves como una actividad complementaria en sus vacaciones», añade la responsable de marketing, Guadalupe Caro.
Un nuevo viajero
El visitante ha cambiado de pasivo a ser plenamente activo y especializado. El nuevo perfil de viajero busca un turismo de experiencias, quiere sorprenderse con ofertas exclusivas que busca on line. Después, el comportamiento será fotografiar las escenas y compartirlas en sus redes sociales.
«Existen muchos clientes realmente específicos que vienen a tomar la imagen concreta del águila real en el momento de la cópula o una mariposa hormiguera que tiene un ciclo muy corto y solo habita en una zona muy concreta de Cantabria», añade Javier. El ejemplo bien ilustra hasta qué punto tienen que especializarse las empresas turísticas. «Vamos hacia la superespecialización del sector. Desde mi punto de vista, las redes sociales han generado un alto grado de competencia. No basta con experimentarlo, el cliente tiene que conseguir una imagen estelar», opina Javier.
Los viajeros de la checklist son otro grupo consecuencia del mundo on line. «Van tachando la lista de los 300 pájaros avistados al año. El propósito es, por supuesto, disfrutar de las aves, pero se añade el reto de formar parte del Club de los 300», añade Ángel Herrero, Birdwatching Profesional de Cooltoure. «En el turismo de birding o pajareando es importante el rigor científico», añade Ángel.
Visita desde Gran Bretaña
La revista especializada Birdwatching Magazine, con 30 años de vida y un referente en Gran Bretaña, ha enviado a una periodista a conocer la oferta turística de Cooltoure. La publicación la reciben los 1.100.000 socios de la Royal Society for the Protection of Birds, homóloga inglesa de la Sociedad Española de Ornitología.
Katie Wilkinson ha pasado tres días inspeccionando la comarca del Asón, tiempo en el que ha avistado la colonia de buitres sobrevolando las playas, el águila culebrera, parejas de alimoches alimentando a sus polluelos, el halcón peregrino, golondrinas o el milano negro, entre otros. A esta checklist ornitológica se suma la visita del patrimonio cultural, restos del paleolítico, las pinturas rupestres de las ciervas rojas en el interior de la cueva de Covalanas, de la mano del catedrático de Prehistoria de la Universidad de Cantabria Manuel González Morales. También se ha embarcado para obtener la perspectiva marítima de la costa y cada día ha disfrutado de una cuidada oferta gastronómica con productos de la tierra, vino, anchoas, carne de vaca Monchina, quesucos...
«Realmente considero que estos viajes especializados van a tener mucho éxito entre nuestros lectores porque ofrecen un destino remoto al que no llegarían de no tratarse de un viaje organizado. A los ingleses amantes del birdwatching también les interesa la riqueza cultural, el paisaje exótico con pinceladas mediterráneas de Cantabria, el clima templado, la comida y los vinos y valoran salirse de los circuitos turísticos de siempre».
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