Los aviones vuelan más bajo sobre Santander por unas obras en una antena

«¿A ti no te parece que están volando más bajo?». Mercedes se lo preguntó a su marido. Una de esas conversaciones de sofá en el salón después de cenar. Ella vive «subiendo para la Virgen del Mar». El caso es que la pregunta se ha repetido en muchos hogares de la zona. Los aviones suenan más últimamente, se les escucha mucho más fuerte. «En Barcenilla de Piélagos no se oían y desde hace unos días sí». Más zonas. El barrio de San Román, Liencres, Mortera... «Ha sido desde julio, notas que tienes los aviones encima». En Corbán más de uno ha mostrado su preocupación y aseguran que han llamado al aeropuerto. El problema tiene su origen en el VOR. Técnicamente VHF Omnidirectional Radio Range (Radiofaro Omnidireccional de Muy Alta Frecuencia). Para entenderse, una antena que ayuda a la navegación. La del Seve Ballesteros está en Prezanes y el problema es que lleva unos días deshabilitada por tareas de mantenimiento. Eso obliga a los pilotos a un procedimiento de entrada diferente. Y sí, aunque no hay nada por lo que temer, vuelan más bajo. Les toca tener paciencia: según figura en un documento de la División de Información Aeronáutica, hasta el 2 de febrero de 2017 el aparato estará fuera de servicio.

La notificación de carácter público (se puede acceder a ella a través de la página web de Enaire, del Ministerio de Fomento) se hizo efectiva el pasado 21 de julio. Desde entonces varía la forma en que los aviones se aproximan a las pistas del Seve. Para hacerse una idea, un vuelo procedente de Madrid iniciaba una curva, un arco, a la altura de El Escudo que terminaba, más o menos, sobre Laredo. Desde ahí se enganchaba al ILS (sistema de aterrizaje instrumental el aeropuerto acaba de estrenar uno más moderno después de unos trabajos que provocaron el desvío de varios vuelos cuando había niebla) y listo. Ahora, con el VOR fuera de servicio, los pilotos tienen que hacer una vertical sobre el propio Seve Ballesteros, alejarse y volver a enfilar desde Santoña o Laredo. Esa maniobra extra alarga un poco el vuelo y ahí está justo el motivo.

Para ganar tiempo, si hay buena visibilidad de la pista, si está despejado, los pilotos entran en visual sin la ayuda de los instrumentos. Acortan la vuelta para no acumular más retraso en el vuelo sobre los horarios previstos y es entonces cuando pasan algo más cerca que otras veces por las localidades afectadas. Más cerca supone, obviamente, más ruido, justo lo que notan los vecinos.

El cambio en el procedimiento afecta a las dos autopistas por las que los aparatos llegan al antiguo Parayas. A los dos sentidos. Tanto a la pista 29 la que entra por encima de la factoría de Repsol y el agua de la ría como a la 11 (que pasa por encima de Eroski). Esta segunda opción se usa mucho, precisamente, durante el verano, cuando el viento sopla del nordeste (en invierno es menos habitual).

En todo caso, el efecto, la distancia menor con respecto al suelo, afecta más atrás, a más distancia con respecto a los puntos de referencia ya pegados al aeropuerto. O sea, que en ese último paso ya para tomar pista no hay novedades y los aviones no se aproximan más que antes (aunque recientemente hayan instalado en la autovía las señales de advertencia, el triángulo rojo con el avión en medio).

Muchas preguntas

«Se les escucha muchísimo más que antes. Notas que les tienes encima, sí que se nota», insiste Mercedes Gómez. «El otro día vi como un avión daba como una media vuelta desde el aeropuerto», algo que se ajusta al nuevo procedimiento que deben llevar a cabo los pilotos.

«¿Por qué últimamente los aviones que salen dirección noroeste hacen rápidamente un banking a derechas?», preguntaba recientemente un usuario por las redes sociales. Un aficionado. Allí mismo, más de uno comentaba que era «poco habitual» ver «tan cerca un Ryanair o un Vueling». Bastante más cerca que otras veces.