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Javier Gandarillas Pérez deja la Hermandad de Donantes de Sangre después de 45 años de servicio
«Después de 45 años promoviendo las donaciones de sangre, me marcho feliz»

«Después de 45 años promoviendo las donaciones de sangre, me marcho feliz»

Javier Gandarillas ha sido el impulsor en Cantabria de una Hermandad que acabó con «el mercadeo» de la sangre para los hospitales hasta 1970

Nieves Bolado

Lunes, 8 de agosto 2016, 08:40

Hace 45 años Javier Gandarillas Pérez iba procesionando de habitación en habitación de la entonces Residencia Cantabria y del antiguo Hospital Marqués de Valdecilla, tratando de captar a los familiares de los pacientes ingresados para que decidieran donar sangre y así ayudar a salvar vidas. Primero, tenía que detallarles en qué consistía; después, convencerles de que dieran el paso, y, finalmente, que acudieran acompañados de otras personas. Hoy, 45 años después, la Hermandad de Donantes de Sangre de Cantabria es una de las instituciones públicas con más prestigio, capaz de movilizar a decenas de miles de personas para que en los hospitales no falte ni una gota de sangre.

Detrás de esta realidad hay mucha gente pero en especial este hombre, que el mes que viene dejará de ser secretario general de esta Hermandad desde que el 22 de julio de 1970 se pusiera al frente de lo que entonces fue un reto social, sanitario y solidario en Cantabria.

Durante estos nueve lustros, Gandarillas ha sido testigo e impulsor del nacimiento de la Hermandad y no olvida los difíciles inicios, pero tampoco su evolución y los éxitos que han situado a Cantabria entre las comunidades con mayor número de donaciones. «Nada menos que 93.000 personas han donado sangre en algún momento de su vida durante esos años», antepone.

Acabar con «un negocio»

El veterano hermano recuerda ahora que «hasta 1970, la sangre era objeto de compra-venta. Había empresas que pagaban por la extracción de sangre que, después, mercadeaban a los hospitales. El entonces Jefe del Estado encargó al ministro Licinio de la Fuente acabar con aquella situación y crear un red de voluntarios altruistas. Aquella decisión acabó con el negocio de la sangre en España», recuerda. «Además, las extracciones se hacían sin los controles exhaustivos que se tienen en la actualidad».

Logro importante fue la erradicación en el año 1978 de la donación de sangre retribuida, al desaparecer en esa fecha el único Banco de Sangre privado que existía en Santander. Desde esa fecha toda la sangre que se necesitan los hospitales públicos y privados procede de donantes altruistas.

Para poner en marcha estas instituciones que dieran paso a las hermandades con donantes, se sacó a concurso en cada provincia, por oposición, la plaza de la persona que debería hacerse cargo de llevar a cabo aquel objetivo. «Me presenté, aprobé y aquí he estado estos últimos 45 años en los que, a pesar de los problemas iniciales, no he recibido más que satisfacciones».

Y comenzó entonces su peregrinar buscando voluntarios sanos y dispuestos a dar su sangre a cambio de nada. «El principal problema que me encontraba era explicarles la petición que les hacía. Ahora una donación de sangre es algo perfectamente asumido por la sociedad pero entonces era como hablar en chino».

Pero, generoso como lo son los donantes, Gandarillas no se atribuye el éxito conseguido. «Sería injusto que no se nombre al departamento de Hematología-Hemoterapia, con todos los que han trabajado en él a lo largo de estos 45 años, porque sin ellos hubiera sido imposible».

Gracias a su trabajo, y al de tantas personas que ha logrado movilizar en este tiempo, se han conseguido hitos que quizás pasen desapercibidos para aquellos ciudadanos que no se implican directamente en las donaciones. Porque «gracias a los cántabros, desde el 22 de julio de 1970 al 31 de diciembre de 2015, se han conseguido 93.145 donantes de sangre, obteniéndose un total de 814.647 unidades en este tiempo». Y es que, como resalta Gandarillas, «los cántabros somos excepcionalmente generosos». Cada año se donan más de 23.000 unidades entre sangre y plasma, lo que, en función de los habitantes de la región, convierten a Cantabria en la sexta comunidad autónoma del país con 40,12 donaciones por cada 1.000 habitantes y año.

Agradecimiento público

Y en esa solidaridad no hay distinción de sexos, procedencia social o cultural, «prácticamente están igualados los donantes entre hombres y mujeres». Tiene, además, palabras de agradecimiento para los ayuntamientos, empresas y trabajadores de Cantabria «que son los que nunca fallan».

De hecho, cuenta que en estos largos 45 años como secretario general de la Hermandad «cuando por alguna causa han bajado las reservas de sangre, o se precisa de algún tipo determinado, tan solo con lanzar un aviso, al poco tiempo rebosamos de solidaridad convertida en sangre que salva vidas». Y es que sin el plasma «los hospitales tendrían que cerrar». «No se podrían hacer transfusiones ni trasplantes, en cuyas donaciones, por cierto, también tenemos récord los cántabros».

La sociedad les ha reconocido su labor con multitud de premios y condecoraciones. Ahora, en el momento de su jubilación, ha sido la Consejería de Sanidad quien, públicamente, ha agradecido a Gandarillas su dedicación y el haber sido la «cara visible», a lo largo del tiempo, de la «generosidad de los cántabros», ha dicho María Luisa Real.

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