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Álvaro Machín
Miércoles, 28 de septiembre 2016, 21:51
A la conexión con Dublín de Ryanair le ha tocado vivir su particular gafe esta semana. Si el vuelo que llegó el domingo de la capital irlandesa se pasó cuarenta minutos sobrevolando el Seve Ballesteros por un problema técnico que obligó a retrasar más de cinco horas la salida en sentido inverso, este miércoles acumuló un retraso de más de siete horas por otra circunstancia que hizo necesaria la presencia de los técnicos de la compañía en el aeropuerto. La casualidad quiso, además, que varios de los pasajeros que este miércoles regresaban a la isla fueran los mismos que hicieron el tour por las alturas de Cantabria pocos días antes. Y más de uno no las tenía todas consigo mientras esperaba.
estadística
Fue un día complicado. Esta vez, según pudo saber este periódico, el problema tuvo su origen en la conexión con Roma. El vuelo desde Italia llegó en hora. Antes, incluso, de tiempo. Pero en sentido inverso acumuló un retraso de más de una hora y complicó la programación prevista para el miércoles. Con la intención de subsanarlo decidieron meter a los pasajeros que esperaban para embarcar rumbo a la ciudad eterna en el avión que llegó al Seve Ballesteros desde Dublín. Una forma de ganar tiempo y mover a los usuarios cambiando aviones con la idea y la necesidad de revisar el aparato antes de viajar a Irlanda. Pero, para eso, Ryanair tuvo que desplazar a sus técnicos, que llegaron a Santander a eso de las siete y media de la tarde, ya con un importante retraso acumulado. Conclusión, Roma, fijado en los paneles a las cuatro de la tarde, salió casi a las seis. Y peor fue lo de Dublín. El horario previsto eran las cuatro y media y aún por la noche estaban en la terminal. Lo último que les dijeron es que otro aparato procedente de Dublín iba a venir a buscarles y que la hora de salida estimada estaría sobre las once y media de la noche.
Un añadido complicó aún más la operación. Porque entre los pasajeros había muchos del vuelo del pasado domingo, el que se pasó unos cuarenta minutos dando vueltas de acá para allá entre Santander, Liencres, Maliaño, Bezana... «La tripulación de este vuelo se dio cuenta de un posible problema de ajuste en los flaps cuando iban a aterrizar. El capitán entró en espera, restableció los flaps y el avión aterrizó con normalidad», explicaron entonces a este periódico desde Ryanair, que pidió «sinceras disculpas a los clientes».
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