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Ana Rosa García
Miércoles, 16 de noviembre 2016, 07:14
El sentido común es el mejor aliado al volante. El que hace recapacitar cuando las copas de más o las drogas nublan los reflejos, y el gran ausente en la mayoría de los siniestros de carretera. Como el que le falta a ese paciente que solo piensa en la juerga a la vista mientras retumban en sus oídos las advertencias de su médico de cabecera sobre el peligro que representa mezclar sus pastillas con alcohol. Así comienza una historia cualquiera con un desenlace fatal. Y este es el argumento de un cortometraje rodado en Cantabria donde, por primera vez, el reparto está formado íntegramente por médicos de la región también participa alguna enfermera, que de forma altruista han sacado adelante esta iniciativa para concienciar a la población y a sus propios compañeros de profesión de los riesgos de esta combinación que puede resultar mortal.
La escena descrita la protagonizan dos médicos de Atención Primaria metidos de lleno en su papel: Arancha Rojo, del área de salud de Torrelavega, que hace de sí misma, aunque a la vez juega el rol de paciente (las consecuencias de los antihistamínicos que está tomando son visibles cuando pasa consulta a un enfermo representado por Jose Helguera); y Borja del Rivero, que trabaja en la comarca del Asón, a quien le tocó el personaje más ingrato, el del conductor irresponsable que hace oídos sordos a las recomendaciones del médico y acaba despertando en el peor de los escenarios, entre dos vehículos destrozados y un cuerpo sin vida tendido sobre el asfalto. Es entonces cuando, sin poder ocultar sus síntomas de embriaguez, se lleva las manos a la cabeza. Demasiado tarde.
La víctima, que pilotaba el coche contra el que el impacta el conductor temerario, está encarnado por Carlos León, médico de familia y gerente del Servicio Cántabro de Salud (SCS) en la legislatura popular, que viajaba junto a su esposa en la ficción, ensangrentada pero consciente. Precisamente, quien les auxilia en la doctora que centra la trama, quien optó por coger un taxi a la salida del trabajo, sabedora de que no se la podía jugar al volante por si la vencía el sueño. Aunque ese detalle no se le descubre al espectador hasta el final. Tras el fundido a negro que precede al estruendo del choque frontal entre los turismos.
La peculiaridad del vídeo es que son los profesionales sanitarios los que saltan a escena para apelar al sentido común, título del trabajo. "Queríamos concienciar a la población, pero también a los médicos, que son los que prescriben los medicamentos, para que recuerden a los pacientes los efectos que los tratamientos pueden tener sobre la conducción, especialmente cuando hay alcohol por medio", explica Juan Luis García, neumólogo del Hospital de Laredo, y el ponente ficticio que al comienzo del corto asesora a los facultativos figurantes. "Se trata de que nuestros compañeros se interesen no solo por la patología que van a tratar sino también por el entorno de su paciente, a qué se dedica, si conduce maquinaria pesada, es chófer de camión o autobús... Es importante conocer estas circunstancias para dejarles bien claro que algunos fármacos pueden provocar somnolencia y mermar la capacidad de conducción", añade.
Para incidir en este mensaje, cerca de cuarenta facultativos pertenecientes a la Asociación Cántabra de Investigación en Aparato Respiratorio (Acinar) han debutado en el ámbito cinematográfico. Así, colgaron la bata al terminar su jornada laboral para meterse en la piel de sus personajes y dar vida, durante cuatro días de rodaje, a una historia de tantas. La sede de la Obra Social de Caja Cantabria, en Santander, el Hospital de Laredo y la carretera de Ontaneda, donde se produce el siniestro, son las principales localizaciones de la trama, grabada a finales de septiembre.
Abierta la votación
Producido por Herman Swaiss Films & La Cosechadora, el cortometraje participa en la segunda edición del certamen FYC, inspirado en los términos fármacos y conducción, de la Dirección General de Tráfico, al que optan trabajos de toda España. A través de la web del concurso se puede votar, hasta el 30 de noviembre, al proyecto más atractivo, que opta a un premio de 1.500 euros. "Como se trata de una iniciativa sin ánimo de lucro, de resultar ganadores donaremos esta cantidad a una ONG con fines sanitarios", apunta León.
Con la mirada fría entre los dos protagonistas, las dos caras de una decisión paralela, el vídeo invita a reflexionar sobre las consecuencias dramáticas de echar a la cuneta el sentido común o de dejarse guiar por él.
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