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Diego Ruiz
Viernes, 9 de diciembre 2016, 11:41
En Cantabria siempre se hizo vino. En la costa el llamado chacolí y en el interior algunos vinos tintos, recios, con mucho cuerpo, siempre para el consumo doméstico. La industria vinícola en la región es frecuente, tiene pocos años de historia, aunque cada vez son más apreciados los caldos que aquí se elaboran. Los vinos cántabros están acogidos a la Indicación Geográfica Protegida (IGP), que certifica el lugar de origen del producto y sus cualidades. La indicación Vinos de la Costa de Cantabria engloba a un total de diez bodegas que elaboran caldos a partir de uvas de las variedades Albariño, Chardonnay, Godello, Ondarribi, Riesling, Gewürtz Traminer y Treixadura.
Su área de producción se encuentra en la zona comprendida entre la costa y los valles interiores de influencia atlántica, hasta la cota de 600 metros, con excepción de los municipios que comprenden el área geográfica del Vino de la Tierra de Liébana. Se tratan, en su mayoría, de vinos blancos, muy frescos, de aspecto limpio y brillante, de moderada graduación alcohólica y adecuado equilibrio alcohol/acidez y de baja concentración en azúcares.
El vino blanco que se elabora en la región comienza a abrirse mercado tanto en establecimientos de la comunidad autónoma como en otros del resto del país. Además, van llegando ya los premios y las distinciones. En total, una media de más de 30.000 botellas al año.
La otra IGP es la de Vinos de la Tierra de Liébana. Allí, en el valle, el más rico en cuanto a las bondades de la tierra se refiere, comenzó la tradición bodeguera de la región. Su vino, hecho con uva Mencía, fue pionero en la región a nivel industrial.
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En Liébana hay tres importantes bodegas con viñedos en Bedoya, Castro Cillorigo, Tama, Ojedo, Cabezón de Liébana y Mieses. La producción es amplia. Picos de Cabariezo, la bodega más grande de la comarca, lanza al mercado cada año unas 25.000 botellas.
Son, en su mayoría, vinos tintos, frescos, de aspecto limpio y brillante, sabrosos y equilibrados, con un adecuado equilibrio entre alcohol y acidez y de color intenso.
Las uvas autorizadas son, en tintas: Mencía, Tempranillo, Garnacha tinta, Graciano, Syrah y Cabernet Sauvignon. En cuanto a las blancas, están permitidas Palomino, Chardonnay, Godello y Gewürtz Traminer. Con ellas se hacen vinos tintos, frescos, de aspectos limpios y brillantes, sabrosos, con un adecuado equilibrio entre alcohol y acidez, y de color intenso.
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