Pamplona aboga por un cambio en la función de las casas regionales

El Reino de Navarra y su zona de influencia llegó a comprender un tercio de la superficie de la Península. Fue el periodo de su mayor extensión territorial y una de las escasas ocasiones en las que se cita a Cantabria, cuya relación con Navarra no fue nunca especialmente intensa, más allá de algunas actividades culturales compartidas, el hecho de que ambas comunidades, junto con la asturiana, sean el destino preferido por los españoles para una escapada rural o los partidos de fútbol entre Osasuna y Racing, en los lejanos tiempos en los que el equipo santanderino, hundido ahora en la Segunda División B, jugaba en Primera o en Segunda.

La convicción de que existía en Navarra un desconocimiento generalizado de la realidad de Cantabria fue lo que llevó a un grupo de cántabros un marino mercante, un juez, un ingeniero, un fiscal, un economista, una pintora, un registrador de la propiedad y dos secretarias a la creación de una sociedad regional que se dedicara, en esencia, a la promoción de su tierra de origen. "Ahora la situación ha cambiado radicalmente dice José Gómez Zubieta, presidente y Cantabria es conocida y apreciada", tanto por la labor divulgativa realizada como por medio de El Papeluco, su órgano de expresión, que envían a colectivos e instituciones navarras y se reparte gratuitamente entre los socios. Uno de los mejores ejemplos de esa mejora informativa ha sido la celebración, este mismo año, de una Semana dedicada a Cantabria, al cumplirse el veinticinco aniversario de la creación del centro.

El acto más importante tuvo lugar en el Palacio de Navarra, con una jornada de hermanamiento e intercambio cultural entre las dos comunidades. La sede del centro montañés, además, fue el lugar de reunión de todas las casas regionales acreditadas en la capital navarra, en la que actuaron diversos grupos Coral Salvé, Coro Ronda Garcilaso, Escolanía de Laredo, Luétiga y las Danzas de Nuestra Señora de Covadonga llegados desde Cantabria, con exposiciones relativas a los ayuntamientos de Piélagos, Ampuero, Reinosa y Santoña, y la ceremonia solemne de la Misa Popular Cántabra en la catedral de Pamplona. Anteriormente, en 2007, Pamplona acogió el III Encuentro de Casas de Cantabria en el Mundo, tras las organizadas en Comillas y Burgos, en los que la máxima novedad fue la instalación de una bolera portátil en la plaza de Félix Huarte, donde tienen su sede, ante la sorpresa y la comprensión de los vecinos.

Primeros pasos

Al contrario de lo ocurrido muchos años atrás con la obligada marcha hacia otros países u otras regiones de España para conseguir un trabajo que no encontraban en su lugar natal, la emigración cántabra a Navarra, moderada, se produjo como consecuencia de las relaciones entre empresas con intereses en ambas autonomías personal de la marca automovilística Authi llegaron a Pamplona tras el cierre de la fábrica de Los Corrales y empleados cántabros del Banco Santander prestan sus servicios en la comunidad foral el traslado de profesores a las universidades públicas y privadas, de médicos a sus hospitales y de otros profesionales, con una sólida preparación en la mayoría de los casos, en busca de una oportunidad de mejora de su estatus laboral. Según explica Gómez Zubieta marino mercante de máquinas, equivalente a ingeniero superior, quien fuera jefe de mantenimiento en Nueva Montaña y en importantes siderurgias de Navarra y Guipúzcoa, "el pamplonés, y el navarro por extensión, es muy receptivo con quien viene a traer o a ofertar algo, y Cantabria aportó tecnología y conocimiento. Por lo que respecta a quienes nos establecimos aquí, la adaptación fue inmediata. Navarra es tierra de acogida".

Aunque la aprobación de los estatutos no se produjo hasta el mes de abril de 1991, ya en 1986 cerca de unas cuarenta personas se reunían en fechas próximas a la festividad de la Bien Aparecida en una cena de hermandad. Funcionó el boca a boca entre la comunidad cántabra y los encuentros se fueron haciendo más frecuentes. "La primera sede que tuvimos fue mi propia casa, en la que quedábamos los domingos por la tarde. Después estuvimos alquilados en varias zonas hasta que pudimos adquirir los locales actuales, en los que desarrollamos nuestra actividad. Poco a poco fuimos creciendo, y ahora contamos con 118 socios, el noventa por ciento de ellos, cántabros de nacimiento". La Casa aumentó tanto su presencia social como sus actividades y hoy son muy valoradas las conferencias que ofrece, que han llevado hasta la sede a personajes de la talla de Jaime Mayor Oreja o Rafael Argumosa, general del Estado Mayor de la Defensa. Durante la Semana Cultural que tiene lugar cada año, acuden alcaldes cántabros a presentar en Pamplona su municipios. Las fiestas de la Bien Aparecida y las Navidades, junto al Día del Socio y la dedicada especialmente a los niños, son las más participativas.

Cambio de orientación

Gómez Zubieta vive en Pamplona, pero mantiene su casa de Santander, y, dado su conocimiento de ambas ciudades, no duda en señalar los puntos fuertes de ambas: "Destaco de Pamplona el exquisito cuidado de sus jardines y sus zonas verdes y su buen diseño urbanístico, favorecido por el hecho de que es una urbe plana, sin cuestas", mientras "me llevaría a Navarra el clima y la belleza de Santander, y del conjunto de Cantabria los ríos, las montañas, las playas y la excelente acogida que siempre tenemos". Es el presidente histórico de la Casa puesto que del cuarto de siglo cumplido por la institución, sólo dejó de serlo ocho años, aunque continuó perteneciendo a la directiva de José Ramón Mozota.

Considera el presidente que el futuro de los centros regionales está seriamente comprometido, fundamentalmente por dos razones: la cultura se ha universalizado, existe menos el lugar y la región en cuanto a sentimientos y cada vez es más difícil atraer a los jóvenes. Por eso, en sintonía con proyectos ya esbozados tanto desde el Gobierno autónomo como desde algún otro centro regional, aboga por "cambiar nuestros objetivos, dar un giro y que las Casas de Cantabria sean otra cosa, quizás una especie de embajada cultural y oficina de turismo".

Son funciones, por otra parte, que desarrolla desde siempre la Casa de Cantabria, otra de cuyas metas consiste en la plena integración de los cántabros en la sociedad navarra. No tienen graves problemas económicos. "Estamos bien, aunque sin alardes. Solamente pedimos al Gobierno de Cantabria que nos siga apoyando y que las Casas recuperen el rango que les concede el Estatuto de Autonomía y otras normativas". Mientras, hermanan quesos de Cantabria con el vino de Navarra, y Piquío, su popular restaurante, "combina lo mejor de la cocina cántabra con lo mejor de la navarra".