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Gonzalo Sellers
Domingo, 5 de febrero 2017, 15:33
Cataluña y las comunidades del Norte del país han sufrido una desbandada de empresas durante los últimos cinco años que fue especialmente intensa en 2016. Miles de compañías se mudaron a otras regiones en busca de mejores condiciones para sus negocios, dejando a Galicia, Asturias, ... el País Vasco y Navarra como las grandes damnificadas en la cornisa cantábrica, mientras que Valencia y Cataluña fueron las principales perjudicadas en el levante. Pero donde unas comunidades pierden, otras ganan. Cantabria ha conseguido esquivar esa tendencia negativa del Norte y sobrevive, desde hace cinco años, como la única comunidad de esta zona a la que llegan más empresas de las que se marchan, según el informe de cambios de domicilio social facilitados por Axesor, la principal agencia de rating española. Es más, sólo tres territorios españoles superaron a Cantabria en captación de compañías durante el año pasado: Madrid, Andalucía y Baleares.
La estabilidad política y el escenario fiscal fueron los dos principales atractivos, según los expertos, para que 51 firmas decidieran mudarse a Cantabria en 2016. Se marcharon 40. Un balance positivo que contrasta con los datos negativos en todas las comunidades cercanas. Galicia perdió 13 empresas; Asturias, 9; Castilla y León, 54; el País Vasco, 66, y Navarra, 76.
Sabemos de dónde vienen y a dónde se van las empresas cántabras. Y hay un dato curioso. El flujo de entradas y salidas con Madrid, Castilla y León y el País Vasco es equilibrado. Vienen de esas regiones casi tantas como se van. Pero la balanza se inclina definitivamente a favor de Cantabria con las compañías que deciden trasladarse desde Asturias y Cataluña, sobre todo. Lo que no existe es un listado público de las empresas con nombres y apellidos. Este periódico se puso en contacto con el Registro Mercantil de Santander, que no quiso facilitar esa información. Tampoco la Cámara de Comercio regional dispone de la relación de compañías que cambiaron de domicilio.
El caso de Solvay
Pero sí se conocen los casos más relevantes. El más sonado del año pasado fue, sin duda, el de Solvay. La fábrica de cloro tomó la decisión de trasladar su sede social en España de Martorell a Torrelavega tras unos cambios internos en su organización. Así que después de más de cien años se instaló en la Comarca del Besaya en 1908, Solvay dejó de cotizar en Cataluña y empezará ahora a pagar sus impuestos en Cantabria. Esto tiene un fuerte impacto en el análisis de los números del año pasado. Las 51 empresas que llegaron a Cantabria desde otras comunidades mueven un volumen de negocio de 375,5 millones de euros. El 69% corresponde a Solvay. Por el contrario, las 40 compañías fugadas se llevaron 22,5 millones de euros. El balance, debido a la empresa de cloro de Torrelavega, es muy positivo.
Hay que remontarse hasta 2011 para encontrar la última vez que Cantabria perdió más empresas de las que ganó. En los últimos cinco años, la región tiene un balance positivo de 76 compañías. Un caso inédito en el Norte, donde se marcharon 63 compañías de Asturias, 292 del País Vasco, 32 de Galicia y 120 de Navarra. "Es una cuestión de confianza, de proximidad y de trabajo. En definitiva, de dedicación", explica el consejero de Industria, Francisco Martín, sobre el papel que juega el Gobierno en la buena imagen que Cantabria tiene entre los empresarios de fuera. Para el consejero delegado de Sodercán, Salvador Blanco, se debe "a un conjunto de factores". "Además de los impuestos y la estabilidad política, estamos haciendo una apuesta por la innovación y el emprendimiento que crean un ecosistema atractivo para invertir", destacó.
Lo cierto es que desde La Moncloa se facilita el baile de empresas desde 2015, cuando se aprobó una ley que flexibilizaba los trámites y permitía una mudanza exprés. A eso hay que sumar que los costes laborales y salariales de Cantabria siguen por debajo de la media nacional, a pesar de las subidas de en torno a un 5% del año pasado. Por eso, el presidente de la CEOE regional, Lorenzo Vidal de la Peña, habla de que "existe un clima laboral favorable atractivo para cualquier empresa que se plantea crear empleo en una comunidad nueva".
Y luego, por supuesto, está el asunto de los impuestos. Cantabria es un paraíso fiscal en comparación con otras comunidades, como Asturias y Valencia, donde las tasas que deben pagar las empresas son mucho más altas. De hecho, en la pasada negociación del Presupuesto autonómico, este punto fue uno de que más confrontación produjo entre el Gobierno y la patronal. El Ejecutivo pretendía endurecer los tributos de transmisiones y patrimonio una medida después desechada frente a la negativa de Vidal de la Peña. "Eso afectará negativamente a las inversiones y el empleo", argumentó.
Madrid juega con ventaja ante el resto. No sólo tiene a su favor el efecto capitalidad y la espantada de empresas de Londres a causa del Brexit, sino que además cuenta con un escenario fiscal muy favorable. Hasta el punto de que muchas comunidades la acusaron de dumping fiscal y pidieron una regulación unitaria para todos los territorios. Los números de Madrid no engañan: en los últimos cinco años ha dado la bienvenida a 8.468 empresas y sólo ha despedido a 6.100.
El contraste con Cataluña es brutal. El órdago independentista les ha costado a los catalanes la huida de 1.574 empresas desde el año 2012. "El proceso secesionista ha despertado una gran desconfianza. Muchos empresarios no mueven los labios para protestar, pero sí los pies para escapar", reflexiona Julio Pomés, columnista habitual del Grupo Vocento y presidente de la institución Think Tank Civismo.
La estabilidad política que premia a Cantabria, según los expertos, perjudica a Navarra por todo lo contrario. "El éxodo empresarial en la comunidad foral lo ha provocado un gobierno cuatripartito donde quienes de verdad deciden son los radicales del nacionalismo y del populismo", señaló Pomés. La subida del IRPF, por ejemplo, es una de las causas por las que Navarra es la segunda comunidad con mayor pérdida de empresas el año pasado.
Para Vidal de la Peña existe un último factor, más subjetivo que el resto, para explicar la buena nota de Cantabria en la atracción empresarial: "La misma razón que nos sitúa en el furgón de cola de España en otros aspectos, nos sitúa también como un destino para compañías que buscan nuevas oportunidades. La clave son las expectativas. En esta comunidad está todo está por hacer y las empresas saben que aquí hay oportunidades".
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