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Enrique Munárriz
Viernes, 10 de febrero 2017, 17:43
Con ojos entrecerrados y cierto aire de despiste, un compromisario andaluz pregunta por ese tipo que acaba de saludar a Mariano Rajoy en la mesa, ése que va sin corbata y está al lado del expresidente extremeño José Antonio Monago, ése que lleva unos minutos charlando tranquilamente bajo los flashes con la todopoderosa secretaria general y ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal. Un compañero le responde cámara en mano, un tanto displicente: «Es el de Cantabria». El hombre de los saludos, Ignacio Diego, copó ayer, incluso más de lo que le gustaría, el protagonismo en una gélida Caja Mágica. No solo por su participación en la ponencia de Política y de Estatutos, donde lleva trabajando meses junto a Fernando Martínez-Maillo, también porque algunos de los 59 compromisarios que se desplazaron desde la región no quitaron su nombre de la boca en los corrillos o en los grupos de whattsapp. El silencio con el que atesora su futuro ha comenzado a inquietar a un grupo de dirigentes, algunos de ellos presentes en Madrid como integrantes de la delegación cántabra, que pretende promover una «renovación», como ellos mismos califican, y que alienta a la actual secretaria general, María José Sáenz de Buruaga, a pilotar ese cambio con un nuevo equipo. A ambos, sobre todo, se les observó y se les cortejó.
En el saludómetro del edificio que tantas veces vio ganar a Rafa Nadal se produjo una cruel constatación: son ya los mismos los interesados en acercarse a los posibles salientes y muchos los que quieren agasajar a los supuestos entrantes. Los dos se sacaron fotos por separados con las bases, pero en ninguna se les pudo ver, al menos en la jornada de ayer, juntos. Cierto es que Diego fue de los más madrugadores en llegar y la actual número entró en el plenario bastante después de que se iniciasen las intervenciones.
Así, superados los saludos de la cafetería, donde el dirigente regional comió acompañado de Mercedes Fernández, Alicia Sánchez Camacho y Fernando Martínez-Maillo, entre otros, la Caja Mágica se convirtió ayer en un auténtico Salón de los Patos Cojos, si aplicamos la terminología política estadounidense: lame ducks o patos cojos son los políticos renqueantes. El futuro, o lo que se percibe como futuro, según cada uno de los almas del partido, se dio ayer junto a los principales dirigentes del país para ganar puntos de cara al próximo congreso regional que se celebrará el 25 de marzo.
El presidente del Partido Popular de Cantabria, Ignacio Diego, calificó ayer de «trascendente para el futuro del partido» la ponencia sobre Política y Estatutos. El dirigente popular se mostró «orgulloso» por la responsabilidad que se le ha dado en la redacción de un texto que, por primera vez, fue debatido en el plenario del congreso y contó con la participación de todos los compromisarios.
El PP cántabro afronta el 18 Congreso Nacional del partido con la vista puesta en la recuperación de la autoestima después haber perdido en las últimas elecciones municipales la mayoría absoluta que le llevó hasta el Gobierno. La formación busca mantener el peso que consiguió en la última cita en el Comité Ejecutivo hace ahora cinco años.
Diego, entonces presidente regional, participó como ahora en la redacción del artículo de la ponencia de Estatutos. Y la presencia cántabra en el Comité Ejecutivo Nacional fue de dos miembros, el presidente del PP regional, en su calidad de miembro nato, y el secretario de Estado de Agenda Digital y Sociedad de la Información, José María Lassalle, por entonces al frente de Cultura. El objetivo es mantener el mismo número de representantes e incluso ganar uno si finalmente entra el ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, que se incorporó al gabinete de Mariano Rajoy con la formación del nuevo Gobierno.
Una carrera que, aunque oficialmente se iniciará el próximo martes, con la convocatoria de una Junta Directiva en la que se podrán ver los primeros movimientos en firme, lo cierto es que la maquinaria ya está funcionando. La clave la dio en esta semana en una entrevista de radio el exalcalde de San Vicente de la Barquera, Julián Vélez, que dijo que había un «amplio grupo de gente» que quería un PP «más renovador que deje de mirar al pasado y busque alternativas para los problemas actuales». Y ayer, por los laberínticos pasillos, lo ratificaban algunos otros de los presentes a los que seguro inquietó la conversación de varios minutos que Diego mantuvo con Cospedal a la vista de todos los asistentes. Atentos estaban los senadores Javier Fernández, Blanca Martínez, Esther Merino, la diputada Cristina Mazas, o el presidente de Nuevas Generaciones, Javier Fernández Soberón.
A Buruaga, en cambio, se la pudo ver acompañada y fotografiándose con el ministro de Fomento, Íñigo de la Serna; la alcaldesa de Santander, Gema Igual; los diputados Íñigo Fernández e Ildefonso Calderón; el diputado nacional y exalcade de Camargo, Diego Movellán; la portavoz popular en Castro Urdiales, Ana Urrestarazu; y, entre otros, el alcalde de Escalante; Juan José Alonso.
La anécdota de la jornada se la llevó Gema Igual, que después de hacer la cola para recoger su acreditación como compromisaria, resulta que se llevó la de su hermano José Manuel, alcalde de Arnuero. Algo que no dudo en comentar entre risas, una vez de dentro, mientras charlaba con De la Serna y su jefe de gabinete, Ángel Fernández Díaz, que también es miembro del Comité de Garantías. A escasos metros, la exministra Isabel Tocino despertaba la incredulidad de algunos periodistas cuando les comentaba que tenía más de 20 nietos.
Justo en frente, junto al exministro de Sanidad y líder del PP Vasco, Alfonso Alonso, el secretario de Estado de Agenda Digital, José María Lassalle, escuchaba atento todo lo que se decía desde el atril ajeno a cualquier ruido interno. Igual que la diputada nacional, Ana Madrazo, quien se sentó en el plenario junto a otros homólogos nacionales.
La sesión degeneró en un aplaudímetro del PP que llevó a una salva, como marcan los tiempos después de haber mantenido el Gobierno nacional. El chute de optimismo se lo dio Cospedal: «Hemos tenido momentos difíciles, de los peores, en los que ha habido que apretar los dientes y recordar muy firmemente nuestras convicciones. Los momentos de satisfacción en estos últimos cinco años han sido menos frecuentes, pero aun así hemos conseguido ganar las elecciones».
Entre tanto pato cojo, hay otras provincias donde se disputará el liderazgo en marzo, lo mejor del día: la cara de felicidad de Javier Puente después de conseguir de nuevo incluir el Humanismo Cristiano dentro del articulado de los estatutos.
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