![La Cantabria que no sale en las postales](https://s3.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/pre2017/multimedia/noticias/201702/12/media/cortadas/Imagen%20cabana-U10635835759B3E--575x431@Diario%20Montanes-DiarioMontanes.jpg)
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Rosa Ruiz
Domingo, 12 de febrero 2017, 11:09
José Luis Rodríguez Villa dedica su último libro: 'Cantabria Profvnda' a las personas que poseen la genialidad de ser curiosos y a los que aman la región. Como él mismo, un madrileño (1947) que tras recorrer más de 40 países del mundo -hasta jubilarse ejerció de médico en Iberia y su esposa era azafata en la misma compañía- decidió disfrutar de su retiro en "esta tierra tan verde y maravillosa". El matrimonio se afincó en Liérganes, donde actualmente reside, en el año 2006 y esta localidad, a los pies de dos pequeñas elevaciones, Marimón y Cotillamón, se ha convertido en la sede de su particular laboratorio de imagen. "Siempre me ha gustado la fotografía y en Cantabria hay tantas fotos por hacer...", señala.
Ciento cincuenta de ellas ilustran su nuevo libro 'Cantabria Profvnda', si bien con anterioridad publicó otros tres: 'Tesoros ocultos de Cantabria o el espíritu coleccionista de sus gentes' (2012), 'Casas y casucas de Cantabria, patrimonio arquitectónico popular de Cantabria' (2014) y 'Fuentes y cascadas de Cantabria' (2015). Unas obras que ya ponen de manifiesto su respeto por esta su región de acogida y, sobre todo, por sus gentes. "Siempre me ha llamado la atención lo educados que son los cántabros y no es de extrañar por la cantidad de escuelas rurales ya cerradas que me encuentro allá por donde paso", explica.
Pero no es esto lo único que le ha sorprendido en estas excursiones que ayudan a entender mejor Cantabria: "Detrás de la fachada turística, esta región esconde infinitos tesoros que merecen un libro. Me refiero a cantidad de casucas, molinos blasonados, antiguas lecherías, silos o cabañas pasiegas que también forman parte del patrimonio regional y que en muchos casos están a punto de desaparecer por falta de conservación". Todas estas construcciones son las verdaderas protagonistas del libro, una especie de catálogo ilustrado con otras edificaciones menos conocidas que los grandes palacetes que aparecen en las postales y carteles publicitarios. "Si este libro sirve para llamar la atención sobre la necesidad de proteger todo este patrimonio, me doy por bien pagado", resume.
La obra se concibió en cinco meses y en las fotos se recorre la vida de esta 'Cantabria Profunda' -el autor ha querido cambiar la u por la v como homenaje a la antigüedad de todo lo que presenta- desde las viviendas a principales oficios que se desarrollan. "¿Lo que más me ha llamado la atención de todo lo que he visto? Sin duda, la calidad humana de las personas que me he encontrado en esta aventura. Personas sencillas, amables, trabajadores y amantes de su tierra que se han volcado con mi trabajo".
"Cada casa o edificio guarda una historia", explica Rodríguez Villa, así que, como casi todas las que incluye en el libro están deshabitas salvo tres excepciones -la panadería del molino, la casa de Santiago Herrero y la tradicional montañesa-, se ha permitido la licencia de incluir "un cúmulo de elementos etnográficos y decorativos que nos parecieron idóneos y decorativos para arropar un panorama de la arquitectura civil de Cantabria que nos resultaba insólito y atractivo".
Así en el apartado dedicado a la cabaña pasiega, incluye la foto de un chimenea que presidiría la cocina. Esta es la primera referencia del libro que concluye con una imagen del Palacio de los Fernández-Cavada en el municipio de Esponzués y que completa, para que el lector se haga una idea de lo que sería el interior de esa construcción, con las fotos de lo que él llama aposentos de otras casas-palacios de Cantabria.
Entre las joyas que se pueden encontrar en este libro destaca un pequeño silo localizado en un prado en El Bosque (Entrambasaguas) o el lavadero que encontró en El Condado, en la pedanía de Pámanes.
También tienen su interés un conjunto de casucas en Valderredible "que sorprenden por su primitivismo y que conservan el sello cántabro de los muros laterales o cortavientos construidos con piedra tallada arenisca".
La capilla del cerro de Santa Olalla "que se entrevé tan retirada y tranquila que parece venirnos a decir: 'Nobis pacem, danos la paz'" o la antigua fábrica de Nestlé perdida en el valle del Asón, junto a la estación de Rasines del ferrocarril Santander-Bilbao son otras construcciones, "que forman parte del patrimonio de la región que se debe conservar".
El libro incluye también un recorrido por los oficios de la región con imágenes de la panadería del molino situada en las afueras de la Vega de Pas, al comienzo de la subida al puerto de La Braguía o el Bar de Alfredo Ruiz, en Vejorís (Valle de Toranzo). Un antiguo matadero en el Valle de Villaverde, el viejo matadero de Regules o la antigua lechería de 'Colás', en la antigua carretera N-634 en la subida desde Sierra Pando hacia una aldea conocida como La Montaña completan este libro de fotografías que se acompaña de una serie de textos en los que José Luis Rodríguez Villa expone las características generales o el contexto de los elementos presentados.
El libro, que de momento no está a la venta aunque se puede acceder a él en algunas bibliotecas, cuenta con un vínculo con la cartografía Google Earth de internet para que aquellos que lo deseen puedan acudir a contemplar las imágenes en sus lugares de origen.
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