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Marta San Miguel
Martes, 21 de febrero 2017, 19:47
Cuando era alcalde de El Astillero, Ignacio Diego (Castro Urdiales, 1960) tenía la costumbre de tomar un café con los periodistas después de las ruedas de prensa que daba en el Ayuntamiento. En el bar de turno, casi todos le saludaban por el nombre de ... pila. Él a su vez se sabía el nombre de muchos de los vecinos, y también el de los periodistas que sacudían sobres de azucar. Nacho Diego pedía un mediano, y en esos ratos de cercanía, hablaba de retos, del Racing en el que jugó con Quique Setién y Marcos Alonso, de las Marismas Blancas por donde le gusta pasear.
Diego llegó al Ayuntamiento como concejal en 1987 y se convirtió en alcalde en 1995. Su interrogante siempre era cómo hacer mejor Cantabria, y así fue hasta que se puso al frente del partido político al que se afilió con 27 años; entonces, la pregunta reiterada le obligó a ofrecer acto seguido una respuesta, ¿no es acaso lo que se espera de los líderes? Así lo hizo él desde que el 13 de noviembre de 2004 tomó el testigo de José Joaquín Martínez Sieso como nuevo presidente del Partido Popular tras el IX Congreso Regional. Diego entonces reformuló su entonación como el que responde un examen del que sabe las preguntas. Su bagaje, construido desde las bases del partido, le colocó el brazalete de capitán. El mismo tipo que jugó en las categorías juveniles del Racing con Nando Yosu como entrenador, corriendo por la banda con la misma pasión con la que remaba en el banco móvil del Club de Remo Astillero, se convertía ahora en el rostro de un partido que había dominado el terreno de juego político cántabro valiéndose de Revilla y sus escaños para gobernar, hasta que éste cambió de equipo.
Estrategia y equipo, diálogo y paciencia. Esas eran las doctrinas éticas y estéticas durante los cuatro años de oposición que vivió Diego en el Parlamento (2003-2007) con un equipo formado por sus amigos, compañeros y afines (Van den Eynde, Saénz de Buruaga, José Manuel Igual, Isabel Urrutia, Francisco Rodríguez Argüeso) que tenían por delante la tarea de tumbar al meteórico e imprecedible líder regionalista, que les acababa de cambiar por el PSOE de Gorostiaga a cambio de ocupar el sillón de presidente. Diego vio pasar nuevamente unas segundas elecciones en las que el tándem PRC-PSOE reeditaba su título (2007-2011) hasta que a la tercera llegó la vencida. El profesor de Heras e ingeniero técnico agrícola de profesión logró una aplastante victoria electoral en mayo de 2011 con una mayoría absoluta que volvió prescindible al PRC y sus pactos. Nacho Diego fue investido presidente de Cantabria para la VIII Legislatura el 23 de junio de 2011. Nunca hasta la fecha el PP había obtenido tanto poder al pasar de 17 a 20 diputados. A su lado, de vicepresidenta, colocó a María José Saénz de Buruaga, su mano derecha en los tiempos de oposición, la mujer con la que hoy en día tendrá que defender la titularidad de su presidencia en un congreso enconado, viciado por las dudas, y no precisamente las que siembran las preguntas que siempre se hacía aquel alcalde, acodado en una barra rodeado de vecinos y periodistas, con ganas de saber y de contar.
El tortazo electoral de 2015 dejó como un solar el PP de Cantabria. En el Parlamento se quedaron con 13 escaños y 50.000 votos menos. Esa misma noche, Diego dio un paso atrás apenas se conoció la magnitud de la debacle. Sin embargo, algo le hizo cambiar de opinión y unas horas después volvía al frente, "sin arrepentirse de nada y con la convicción de que llevaremos otra vez al PP al lugar donde merecemos estar". Ese lugar está ahora en un limbo. Con el PP de Madrid fortalecido tras el Congreso Nacional en el que Mariano Rajoy ha confirmado su liderazgo, toca ahora colocar de nuevo la alineación en la que Diego ya no puede contar con su mejor jugador para tirar paredes: Sáenz de Buruaga juega su propio partido, y ahora hinchas, afiliados y militantes tendrán que animar desde distintas bandas.
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