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Guillermo Balbona
Domingo, 26 de febrero 2017, 07:54
Está convencido de que desde su nueva responsabilidad de gestión política puede ayudar en un ámbito en el que hay urgencias como, por ejemplo, la llamada Constitución digital, que "requiere politólogos humanistas que contribuyan a definir cómo proteger la vulnerabilidad que tienen en internet los ... usuarios". El santanderino José María Lassalle, que desde final de año ejerce como secretario de Estado de la Sociedad de la Información y Agenda Digital, tiene un objetivo claro: "Impulsar la transformación digital del talento, las empresas, los ecosistemas de innovación y la experiencia de la ciudadanía".
Confiesa que su salida de la Secretaría de Estado de Cultura, donde quedaron pendientes cuestiones como la creación del Centro Rupestre de la Unesco en Santillana del Mar o la instalación de la sede del Museo Reina Sofía y Archivo Lafuente en Santander no fue traumática.
No obstante, reclama tiempo para la reflexión y la autocrítica. Atrás quedan sus colisiones permanentes con Cristóbal Montoro y el ministro de turno José Ignacio Wert e Íñigo Méndez de Vigo tras quedar marcado por la imposibilidad de reducir el IVA cultural del 21%, a pesar de las constantes promesas. Antes de su nombramiento se barajó incluso su llegada a Exteriores como director del Instituto Cervantes.
Lassalle, que publicará un libro sobre los populismos, cree que "en tan solo cinco años el 65% de los puestos de trabajo que se crearán aún no son conocidos y para muchos de ellos hará falta contar con unas habilidades digitales que a día de hoy no se contemplan". En su reciente intervención en el Santander Social Weekend dijo de manera contundente: "O eres nativo digital, o aprendes a serlo".
Soportó muchos chaparrones y varios palos durante su ejercicio al frente de la Secretaría de Estado de Cultura. ¿Cómo mide ahora con distancia esa experiencia?
Positivamente. La vida es siempre experiencia de uno mismo. Lo importante es que uno pueda dar razón de lo que es y hace.
¿Ya puede decir abiertamente que, en realidad, era una especie de ministro de cultura virtual pero con las manos atadas?
La realidad siempre te ata las manos. Y el gobierno es una arquitectura muy compleja de equilibrios. Luego, acertar o errar es muchas veces el producto de la necesidad o el azar.
Visto lo visto parece que le quedaron ganas o que tiene un alto sentido del servicio público. Pero ¿no pensó que había concluido su etapa política activa?
Claro. Todo lo que hacemos está expuesto a caducidad. Pero no podía decir que no a lo que es el complemento natural a mi anterior responsabilidad en Cultura.
De la Cultura a la Agenda Digital ¿ha sido un cambio traumático?
No, la cultura será digital o no será. Piense que el desarrollo de plataformas como Spotify, Netflix o Amazon está acabando con la piratería porque son desarrollos digitales de los modelos de negocio de la cultura.
Es curioso porque desempeña una labor que atañe a la tecnología, sector que tradicionalmente se ha visto como opuesto al de la cultura...
La transformación digital va de personas y estas son cultura.
Desde fuera, así se ha interpretado en algunos sectores, ¿su nombramiento fue una compensación por los servicios prestados durante un periodo político muy duro para el partido en el Gobierno?
Más bien creo que ha sido porque puedo ayudar en un ámbito en el que hay urgencias como, por ejemplo, la llamada Constitución digital, que requiere politólogos humanistas que contribuyan a definir cómo proteger la vulnerabilidad que tienen en internet los usuarios digitales como personas o ciudadanos.
De escribir los discursos de Rajoy a estar distanciado de las cosas del partido. ¿Es ley de vida política?
En determinados momentos de nuestra biografía hay que decidir que es bueno pararse en nuestro camino para mirar atrás, pensar y vivir...
Durante su reciente participación en el Social Weekend dijo que "esta mutación digital nos va a cambiar como lo hizo la evolución del simio al hombre". ¿Pero cuál es el precio?
Nadie puede aventurarlo. Nos hará distintos y la evaluación habrá que juzgarla conforme a patrones de referencia también distintos. ¿Pudo el homínido que liberó sus manos cuando se hizo erecto medir las consecuencias de su evolución? Lo que nos sucede es ya un proceso inercial que nos lleva hacia un cambio exponencial de realidad.
¿Cuáles son las prioridades de su nueva función?
Impulsar la transformación digital del talento, las empresas, los ecosistemas de innovación y la experiencia de la ciudadanía.
Para no repetir los males del pasado, ¿habrá dejado claro cuáles son sus competencias en cuestiones como la lucha contra el cibercrimen?
La ciberseguridad que me compete tiene que ver con las infraestructuras críticas y el desarrollo de la economía digital. La lucha contra el cibercrimen es de Interior. Está todo meridianamente claro.
¿En qué consiste el segundo dividendo digital?
En hacer un hueco en el espectro radioeléctrico para que el desarrollo de la tecnología 5G pueda desplegarse en 2020. De ella depende la revolución digital que viene de la mano del Cloud Computing, el Internet de las Cosas o el Big Data.
En apariencia está al frente de un terreno clave en lo estratégico y social. Sin embargo, ¿está arropado o es un nativo que trata de abrir un camino con muchas incógnitas?
En este escenario cualquier iniciativa necesita colaboración y agregación de esfuerzos. O vas de la mano con otros o la realidad te lleva por delante.
Las cifras del volumen de negocio digital son espectaculares. ¿Pero la falta de conciencia social, ciudadana y empresarial sobre este ámbito se antoja abismal?
En efecto y esa brecha requiere políticas públicas y una pedagogía responsable.
¿La seguridad, la privacidad y la intimidad están garantizadas?¿Los mensajes apocalípticos resultan bastante realistas o están fundamentados en el miedo y la ignorancia?
La tecnología es una oportunidad. Es el último reducto de progreso que sobrevive de la Ilustración. Lo que hagamos con ella será el producto de nuestras decisiones.
A su juicio, la velocidad se ha institucionalizado como una categoría, como un valor, y esa es la clave. ¿Pero dónde reside la pausa necesaria para asumir y asimilar ese ritmo?
En la época de la aceleración sin límite y el tiempo real es necesaria la filosofía del instante. Hay que aprender a vivir una nueva forma de serenidad.
¿Santander es un buen ejemplo de adaptación digital?
Sí, es una referencia nacional e internacional. Está a la cabeza de nuestro plan nacional de ciudades inteligentes. Por eso obtendrá una inversión del Estado de casi siete millones de euros o alojará el cibercamp o la reunión anual de la Rediris de innovación de la Secretaría de Estado de Agenda Digital.
¿Qué proyectos objetivos maneja su departamento dada la realidad económica y la colisión con otras necesidades?
Seguir potenciando la transformación digital del talento profesional, del emprendimiento de las pequeñas empresas y la escalabilidad internacional de nuestros ecosistemas digitales. A eso hay que añadir todos los proyectos de inovación que, como en materia de lenguaje natural, impulsamos y que serán decisivos para el futuro.
En Noruega, por ejemplo, preparan ya una agenda digital del siglo XXII. ¿En esto también padecemos un retraso alarmante?
No, España va bastante bien en sus indicadores de digitalización. Incluso somos líderes en ámbitos como la administración electrónica o en despliegue de fibra. Pero hay que seguir mejorando cada día.
¿Aplicar una legislación que regule la convivencia y el equilibrio entre la libertad de expresión y los límites a los abusos en las redes sociales se presenta como un reto imposible?
Proteger la dignidad humana no necesita explicarse. Ni dentro ni fuera de internet.
¿Qué opina de esa legislación ambiciosa encaminada a lograr un Mercado Único Digital?
Que evidencia el deseo de Europa de no quedarse atrás frente a Estados Unidos y China en el desarrollo de la revolución digital. A mayor escala de mercado más posibilidades de éxito global.
¿Romper los nichos nacionales en regulación de telecomunicaciones, en copyright y protección de datos, en la gestión de las radiofrecuencias y en la aplicación de las leyes de competencia... forman parte de esa agenda?
Claro. Cuanto más internacionales sean nuestros intereses más avanzaremos en el cumplimiento de los objetivos de la Agenda.
¿Una de las batallas clave reside en el choque o a conjunción entre empresas tecnológicas y el mundo de los contenidos?
Ambos sectores evolucionan hacia una convergencia de intereses. De hecho sus modelos de negocio están ya íntimamente conectados.
Está cercano a publicarse un libro suyo contra el populismo. ¿Qué tesis defiende? ¿Tiene más proyectos en cartera?
Que el populismo es la corrupción del pueblo como sujeto político y que eso es el resultado de una posmodernidad decepcionada. ¿Otros proyectos? Sí, pensar los vínculos entre el populismo y el tecnonihilismo... Y entre este y nuestra corporeidad. Incluso tengo en la cabeza una novela fascinante sobre los arcángeles apócrifos.
Ha existido una tendencia natural del Gobierno y Administraciones anteriores a despreciar las industrias tecnológicas. ¿Qué opina?
No, no estoy de acuerdo. Creo que hemos llegado hasta aquí porque ha habido una visión de Estado bastante definida. Piense que Red.es tiene ya 15 años.
¿Considera prioritario destinar fondos al emprendimiento y las startups?
Es lo que estamos haciendo y vamos a seguir haciendo. El ecosistema de las startups es la vanguardia de la transformación digital.
¿El canon digital es la piedra en el zapato?
No, el canon digital se va a resolver a gusto de todos los involucrados en él.
¿Se plantea la perspectiva de un futuro a corto plazo fuera de la política, y dedicado a la gestión cultural o a la vida académica?
Me planteo siempre ser yo mismo.
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