Secciones
Servicios
Destacamos
José María Gutiérrez
Lunes, 13 de marzo 2017, 07:09
Hace justo un año que la Universidad de Cantabria eligió a Ángel Pazos (El Ferrol, 1956) como su nuevo rector. Aquel 10 de marzo que el catedrático de Farmacología nunca borrará de su memoria, ganó las elecciones a Pablo Coto y se convirtió en el ... noveno rector de la historia de la institución académica, relevando a su amigo José Carlos Gómez Sal, con quien compartió equipo de gobierno. Buen momento para hacer balance de un año «positivo» en el que considera que se han cumplido los objetivos marcados y, sobre todo, se han sentado las bases para afrontar el «obligado» cambio de modelo con el que «responder a los retos que exige la sociedad del siglo XXI».
¿Qué balance hace de su primer año de gestión?
Positivo, porque hemos conseguido cumplir dos retos fundamentales: uno más concreto, que era firmar el Contrato-Programa plurianual hasta 2020, que se ha hecho unas condiciones que cumplen nuestras expectativas; y otro más general, que era tratar de avanzar en los ejes de una universidad con más calidad, más presencia en Cantabria y mayor competitividad internacional. En definitiva, hemos puesto las bases hacia el reto que tenemos hoy en día todas las universidades españolas, que es definir un nuevo modelo si queremos ser competitivos y sobrevivir. El modelo utilizado hasta ahora requiere muchos cambios para adaptarse a lo que la sociedad nos exige hoy en día.
¿En qué se tiene que fundamentar esta nueva universidad?
Las universidades tenemos ahora el reto de ser competitivas a nivel local, nacional y también mundial. Y si lo queremos ser, tenemos que definir nuevos retos en docencia, investigación, trasferencia del conocimiento y en la forma de colaboración con las empresas, abordar una transformación digital, tener capacidad para captar fondos propios, como ya hacemos nosotros, y no sólo demandar presupuestos a los gobiernos, crear empleo... Si no somos capaces de enfrentarnos a estos retos que exige el cambio de modelo, nos quedaremos solamente como academias.
¿Está la UC preparada para afrontar este cambio?
Está razonablemente bien preparada, en el sentido de que tenemos las personas, la experiencia y, con el Contrato-Programa, también los medios. Lo cual no quiere decir que podamos dormirnos en los laureles o que vaya a ser cómodo. El cambio de modelo al que estamos obligados requerirá mucho esfuerzo, imaginación, redefinición..., pero soy optimista.
La redefinición del modelo, ¿no necesitaría también implantar carreras más adaptadas a las necesidades actuales?
En tanto que uno de los pilares del mismo es estar más cerca de la sociedad, pues pienso que sí. Pero aquí subyace un problema presupuestario: cualquier nuevo titulo requiere fondos y hemos vivido una etapa en la que teníamos simplemente que sobrevivir, por lo que pensar en nuevos títulos era un sinsentido. Y aún estamos en una etapa presupuestariamente complicada. Por ello, las posibilidades de implantar alguna nueva carrera pasan por dos opciones: dobles grados de las titulaciones que ya existen, que nos permitan aprovechar el profesorado, los medios y los recursos que ya tenemos, y porque además el mercado está exigiendo cada vez más ese doble perfil; o nuevas titulaciones pero que estén relacionadas con las que ya están en marcha, por las mismas razones apuntadas antes. Y siempre condicionados al presupuesto, claro. Todo ello con una salvedad: que el Gobierno de Cantabria nos dijera un día que este determinado campo es una prioridad clara para el futuro de la región y está dispuesta a invertir en una nueva titulación que la dé cobertura.
Finalmente, son 71,3 millones la asignación que el Gobierno de Cantabria concede a la UC para 2017. ¿Está satisfecho?
Estoy razonablemente satisfecho. La petición inicial de la Universidad era mayor, como es natural, pero esto es una negociación entre dos partes y el Gobierno tenía también sus límites en lo que podía ofrecer.
¿Qué permite a la Universidad el Contrato-Programa?
Por un lado, hemos definido todos los objetivos y las prioridades a las que nos tenemos que dedicar en los próximos cuatro años, vitales para ese cambio de modelo. Por otro, asegura la suficiencia financiera: el documento contempla una obligación expresa por parte del Gobierno regional de garantizar el pago de la totalidad de las nóminas y sus complementos. Esto era vital para nosotros, porque hace seis años que no se producía.
Uno de los nueve ejes en los que se estructura el Contrato-Programa habla de mejorar las infraestructuras de la UC, con prioridad para la Facultad de Medicina. ¿Está definido ya el proyecto ?
Aunque se va a ejecutar este año, el pasado año ya se puso en marcha un proyecto por valor de 700.000 euros, cantidad que se ampliará más adelante. De todas las necesidades, es de las más acuciantes. Otra urgente que se va a acometer este año es la reforma de la cúpula de la biblioteca. El tema de las infraestructuras es serio porque ha habido una serie de años en los que no hemos podido hacer nada debido a los recortes presupuestarios y exigen evidentes mejoras.
Los sindicatos se han quejado recientemente de la inestabilidad laboral de la UC.
La mejora de la plantilla depende de que tengas los fondos para poder ofrecer nuevas plazas, estabilizar o promocionar, y de la tasa de reposición, que nos ha limitado mucho. Hemos estado tres años con una tasa de tan sólo el 10% de las jubilaciones, después se subió al 50%, y el año pasado ya fue del 100%, lo que nos permitió sacar nuevas plazas de PDI (Personal Docente e Investigador) y convocar plazas de PAS (Personal de Administración y Servicios), aunque no podemos crecer más allá de las jubilaciones. Mi exigencia al Gobierno central es eliminar por completo la tasa de reposición, que se puedan usar los fondos que cada año estén asignados en el presupuesto en dotación de plantilla en función de tus necesidades. Que el límite sea tu propio presupuesto, no una tasa impuesta.
¿Qué ha sido lo peor de este primer año?
Lo peor no sé, pero lo más complicado ha sido precisamente no poder hacer la política de plantilla que hubiese querido por una tasa de reposición tan bloqueada. Es frustrante. También lo es que los fondos de investigación siguen extraordinariamente reducidos. Aunque hayan mejorado un poco respecto a los años más duros de la crisis, siguen siendo claramente insuficientes.
¿En qué situación se encuentran los casos del administrativo sancionado por un supuesto desvío de fondos y falsedad documental y el del profesor expedientado por una supuesta irregularidad administrativa?
Se abrieron dos expedientes disciplinarios por dos casos que no están relacionados y una investigaciónaparte. Los dos expedientes están en este momento suspendidos porque la Fiscalía ha entrado en los casos y los está analizando y valorando, por lo que, tal y como establece la ley, tenemos la obligación de pararlos hasta que el poder judicial decida al respecto. Por su parte, la investigación continúa abierta para valorar si los mecanismos de control interno funcionaron bien o, incluso en el caso de que así fuera, si debería haber más controles.
¿Han dañado estos dos casos la imagen de la Universidad?
Hubiera perjudicado más no ser diligentes. En un colectivo de 2.000 personas es inevitable que pueda suceder algo así, pero no se nos puede acusar de haber respondido tarde ni de taparlo, hemos sido rápidos y transparentes al máximo, porque es lo que hay que hacer y porque es la mejor forma de que no vuelva a suceder.
El futuro educativo, en juego
Su primer año al frente de la Universidad de Cantabria ha coincidido con un año especialmente convulso en la Educación española.
La inexistencia de Gobierno durante casi un año ha hecho que muchas cosas quedarán congeladas o incluso pudriéndose. No ha sido una situación idónea, que ha dado pie a muchas incertidumbres y polémicas.
Entre ellas la prueba de acceso a la universidad que, después de la paralización de las reválidas, vuelve a ser prácticamente la que era.
Ha sido como hacer un viaje de 180 grados para volver al punto de partida. A las universidades nos ha tocado un papel difícil, porque primero estuvimos planteando que prorrogaran las anteriores pruebas de acceso, que era los más conveniente en la situación de incertidumbre política que se vivía. Cuando nos dijeron que no, planteamos lo que ha ocurrido después al 99%, que la nueva prueba se pareciera lo máximo posible a la anterior y que se contara con las universidades para su organización. Y así ha sido. Después de una tensión enorme de los estudiantes, de las familias, también nuestra, se ha solucionado de la forma en que pedimos pero habiendo perdido un año por el camino.
El futuro de la Educación se define en estos momentos a través de la negociación de un pacto de Estado, tampoco exento de polémica, como demostró la huelga del jueves. ¿Qué espera del mismo?
Nos interesa mucho que de una vez se traten problemas claves que tiene la universidad pública española: la financiación, la definición de una política de incentivos, la calidad, la gobernanza, la trasferencia a la sociedad... Tiene que ser un gran pacto que debe implicar a la Administración central y a las regionales porque las universidades están transferidas. Es una oportunidad que no debemos perder porque llevamos demasiado tiempo poniendo parches.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.