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La financiación europea está detrás de todas las grandes infraestructuras.
La huella de Europa en Cantabria

La huella de Europa en Cantabria

La Unión Europea ha inyectado 2.700 millones de euros en las venas financieras de la comunidad autónoma desde la integración de España el 1 de enero de 1986

nacho gonzález ucelay

Martes, 2 de mayo 2017, 21:17

La Unión Europea ha inyectado 2.700 millones de euros en las venas financieras de la comunidad autónoma de Cantabria en el periodo que va de 1986 a 2013 dejando impresa su huella en los proyectos más importantes ejecutados en la región desde la integración de España en este organismo. Rubricado el 12 de junio de 1985, el Tratado de Adhesión del país vigente desde el 1 de enero de 1986 ha resultado ser, echando cuentas, una operación muy rentable para los cántabros, que en el tramo que lleva de 2014 a 2020 van a recibir 380 millones más.

Tan honda es la pisada de Europa que podría decirse que prácticamente la totalidad de las infraestructuras izadas en Cantabria a lo largo de estas tres últimas décadas han sido financiadas con dinero de la Unión, desde las más grandes y costosas como la Autovía del Cantábrico, el saneamiento de la Bahía de Santander o el Parque de Cabárceno hasta las más pequeñas y asequibles cualquier obra minúscula en cualquier recóndito lugar de la región pasando por aquellas intermedias centros de salud, institutos, equipamientos o iniciativas de empleo que, en su conjunto, han supuesto al bolsillo de Bruselas alrededor de 3.080 millones de euros de hoy, que vienen a ser 512.200 millones de pesetas de ayer.

4,1 millones de euros enterrados en Vuelta Ostrera

  • EL DETALLE

  • Entre los 895 millones de euros con los que la Unión Europea financió la batería de proyectos que se acometieron en Cantabria durante el periodo 2000/2006 aparece una partida destinada a la construcción de la estación depuradora de aguas residuales de la Vuelta Ostrera, obra que, una vez ejecutada, fue declarada ilegal por la justicia.

  • La estación costó un total de 4.866.000 euros salidos casi íntegramente del bolsillo de Europa, que, echando mano de los denominados Fondos de Cohesión, aportó el 85% de esa cantidad, esto es, 4.136.000.

  • En el mismo lustro en que Cantabria recibió aquel dinero, los trabajos se llevaron a cabo y la estación comenzó a funcionar (sigue haciéndolo, de hecho), el Tribunal Supremo, atendiendo a una denuncia presentada por la asociación ecologista ARCA, ordenó la demolición de las instalaciones por invadir el dominio marítimo público terrestre. Dictada en noviembre de 2005, la sentencia está actualmente pendiente de ejecución.

  • Según la profesora Carrera, aunque todo ese dinero terminará enterrado bajo los escombros de la estación depuradora cuando la orden se haga efectiva, «Cantabria no ha despilfarrado el dinero que le ha dado Europa». Aquí, recuerda, «no se han construido aeropuertos de los que no salen aviones».

«Cantabria ha recibido un auténtico maná desde el año 1986», asegura Ana Carrera Poncela, profesora de Economía Aplicada en la Universidad de Cantabria (UC) y directora del equipo que ha elaborado el libro 30 años de Cantabria en Europa, una ampliación del volumen 20 años de Cantabria en Europa que recoge, céntimo a céntimo, todos los fondos que la comunidad autónoma ha recibido de la Unión Europea desde la integración española y sus aplicaciones.

Presentado recientemente, el trabajo recoge todas las inversiones que Cantabria ha venido ingresando de este organismo en cada uno de los cuatro periodos de programación ya concluidos el quinto, 2014/2020, se encuentra en fase de desarrollo en función de la calificación otorgada por Bruselas, que en el primero (1986/1993) la designó como región Objetivo 2,3,4 y 5b.

Durante esos ocho primeros años, Cantabria percibió cerca de 181 millones de euros que contribuyeron a sufragar la construcción del Parque de la Naturaleza de Cabárceno (2,38 millones), considerado el buque insignia del turismo regional; de varias carreteras (6,02 millones); del antiguo tramo de la Autovía entre Astillero y Heras (8,47 millones) o del túnel de la calle Burgos de Santander (833.000).

«Estamos hablando en euros», recuerda Carrera, para quien esas ayudas eran «muchísimo dinero» traducidas a pesetas.

Muchísimo dinero que no solo cayó sobre los grandes proyectos sino sobre otros muchos menores e invisibles a la vista ciudadana, como, por ejemplo, la telefonía rural, en la que el Gobierno cántabro invirtió 793.000 euros de los fondos europeos para fortalecer un plan que costó 1,7 millones de euros. O sobre la mejora de mercados locales, el fomento de actividades turísticas, la creación de infraestructuras de apoyo para la instalación de pequeñas industrias, el tratamiento de las aguas residuales...

1994/1999, 945 millones

«Pese a haber recibido aquellos fondos de Europa, la situación económica no mejoró sustancialmente», dice la profesora revisando cifras. De ahí que en el segundo periodo de programación (1994/1999) Bruselas considerara a Cantabria como región Objetivo 1.

Esa calificación elevó la ayuda hasta los 945,6 millones de euros, dinero que la comunidad autónoma fue percibiendo a lo largo del sexenio y que, dada la enrarecida situación política que vivía Cantabria, gestionó en su mayor parte el Gobierno central, al que la Unión Europea consignó 711,6 de esos millones dejando que el autonómico canalizara los otros 234.

Más de un tercio de ese dinero (329,8 millones, concretamente) circuló por la Autovía del Cantábrico, que se llevó la mayor tajada de una ayuda que también rodó por el Boulevard Ronda de Torrelavega (14,6) o por la circunvalación Santander-Bezana-La Albericia-Sardinero (14,4).

De la solidaridad europea se benefició especialmente Santander, que en aquel periodo recibió importantes cantidades de dinero para llevar a cabo el saneamiento de laBahía (28,5 millones), para dotar al Hospital Marqués de Valdecilla con el pabellón 21 (22,5), para ampliar el complejo universitario levantando la Facultad de Ciencias Económicas (21,4), para restaurar el Palacio de La Magdalena (14,4), para levantar el Palacio de Deportes (3,6) o para construir el conservatorio Jesús de Monasterio (3,5).

Aquella partida, además, sirvió para dar un empujón financiero a otros muchos proyectos en ciernes tales como la Neocueva de Altamira (14,6 millones), el paso subterráneo del Barrio de Covadonga de Torrelavega (8,04), el muelle 8 de Raos (8,7) o las naves pesqueras de la Dársena de Maliaño (4,3).

Y aunque el dinero se repartió por los 102 ayuntamientos de la región, que disfrutaron de ayudas para ejecutar proyectos imposibles sin ellas, aquel maná cayó sobremanera sobre Miengo y San Vicente de la Barquera, que gracias a los fondos europeos pudieron acometer los trabajos de saneamiento en sus municipios respectivos.

2000/2006, 895 millones

La inclusión de Cantabria en el grupo de regiones en fase de salida del Objetivo 1 supuso la redifinición de los objetivos estratégicos marcados para el sexenio 2000/2006, tramo en el que la comunidad autónoma recibió otra inyección de 895 millones de euros.

«Según la Comisión Europea, las regiones que están en esta situación tienen como principal eje de actuación aquellas medidas tendentes a apoyar la reconversión económica y social en las zonas con deficiencias estructurales, ya sean industriales, rurales o urbanas o dependientes de la pesca», dice Carrera. «Pero, además, en este periodo se observa un avance en la ayuda que se destina a iniciativas relacionadas con la sociedad del conocimiento y las actividades de investigación, desarrollo e innovación».

De ahí que aquel dinero fuera a parar, fundamentalmente, a carreteras y autovías (59,9 millones) y a infraestructuras portuaias (14,8), pero, además, a la construcción, reforma y equipamiento de centros de enseñanza primaria y secundaria (15,1), o a centros de investigación y tecnológicos de la Universidad de Cantabria (4,8).

Esa tercer acetre de millones que Europa derramó sobre Cantabria, y que incluía otra partida para la tercera fase de saneamiento de la Bahía de Santander (3,8), también salpicó de lleno a la remodelación del Museo Marítimo del Cantábrico (9,1), a las obras de urgencia que se acometieron en el Hospital Valdecilla tras el derrumbe (4,2), a la construcción del centro de salud del Sardinero (1,5) o a los trabajos de ampliación de la unidad de urgencias y el bloque quirúrgico del Hospital Sierrallana de Torrelavega.

2007/2013, 551 millones

Lejos de las ayudas que venía percibiendo hasta entonces, Cantabria tuvo que conformarse con una bolsa de 551 millones de euros en el sexenio siguiente, 2007/2013, cuando, ya encuadrada en Europa como región Competitividad y Empleo, perdió los 200 millones de euros de los Fondos de Cohesión que el Gobierno de Rodríguez Zapatero había comprometido para financiar la Autovía del Agua.

La generosidad europea, con todo, contribuyó durante ese ciclo a iniciar, desarrollar o concluir otro reguero de proyectos.

Ese dinero, por ejemplo, ayudó a dotar al Hospital Marqués de Valdecilla del robot quirúrgico Da Vinci (1,8 millones), o a la Biblioteca Menéndez Pelayo de fondos mediante suscripciones online y acceso a revistas electrónicas (1,5).

Además, también se financiaron la construcción del tanque de Ingeniería Marítima de Cantabria (7,3), la apertura y equipamiento de diversos telecentros de la región (1,9), los trabajos de saneamiento de Ramales, de Comillas o de Ruiloba (18), o las obras de acondicionamiento de la sede de Ifimav (604.000 euros), entre otras cosas.

Esto, por no hablar de los numerosos convenios que el Fondo Europeo ayudó a firmar para la adquisición de equipos científicos-técnicos de elevado coste (1,9 millones), o para la construcción de edificios destinados a sede de empresas innovadoras (750.000), o de los innumerables planes que, dice Carrera, han contribuido decisivamente al desarrollo de una comunidad autónoma en la que Europa ha dejado una honda huella.

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