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Frutas, verduras y hortalizas acaban a menudo en el contenedor.
Los hogares cántabros tiran más de 16 millones de kilos de comida al año

Los hogares cántabros tiran más de 16 millones de kilos de comida al año

El Informe del consumo de alimentación en España sitúa a la región entre las de menor compra de alimentos por individuo

José Ahumada

Martes, 9 de mayo 2017, 07:08

Cada hogar cántabro tira a la basura cada año casi 68 kilos de comida en condiciones de ser consumida. La magnitud de la cifra se hace evidente cuando se suma el conjunto de alimentos que fueron desaprovechados en la región durante 2016, una inmensa montaña de 16 millones de kilos de comida. El total nacional simplemente espanta: 1.245,9 millones. Y eso sin contar los residuos que producen diariamente restaurantes y supermercados.

La preocupación por el enorme desperdicio de comida en España llevó al Ministerio de Agricultura a crear, hace tres años, un panel para evaluarlo. Los últimos datos del estudio, recogidos entre octubre de 2015 y septiembre de 2016, y publicados hace unos días, revelan, no obstante, un hecho esperanzador: se ha registrado un descenso del 6% respecto al mismo periodo del año anterior, es decir, 80,1 millones de kilos menos al contenedor.

Menos consumo

Las conclusiones del panel forman parte del Informe del consumo de alimentación, que analizan otros aspectos del fenómeno, como el porqué de que tantos productos acaben en la basura. Así, frente a comportamientos lógicos como el de tirar comida y bebida cuando han caducado y hay riesgo para la salud (lo hace el 88,9% de los hogares), o su sabor es rancio (el 73,9%), hay otros que no lo son tanto y que evidencian cierta tendencia al despilfarro: en un 45,5% de las casas se deshacen de aquellos alimentos que se han puesto 'feos' como un plátano maduro, por ejemplo. Esa costumbre puede explicar por qué se tira tanta cantidad de fruta: a diferencia de lo que sucede con el resto de alimentos, en los que se observa una tendencia a disminuir el desperdicio, el volumen de fruta desaprovechada crece año tras año.

Durante el periodo analizado por el panel ministerial se arrojaron a la basura 343 millones de kilos de fruta, 30 millones más que en los doce meses anteriores.

La fruta (27,6%) es, junto con las hortalizas y verduras (13,4%), la comida que ocuparía más espacio en un contenedor que acumulase todos los desperdicios alimentarios. En cualquier caso, no son los productos peor aprovechados, si se calcula su tasa de desperdicio, que calcula la relación entre lo que se compra y lo que se consume finalmente. Las salsas, con el 19,1%, y las sopas, con el 16,8%, se llevan la palma en este ranking del derroche. Para hacerlo más gráfico: de cada cien litros de salsa, se tiran casi veinte.

De los 1.245,9 millones de kilos de alimentos que desechan las familias españolas, 1.066 corresponden a productos sin elaborar, es decir, que pasaron directamente de la bolsa de la compra a la de la basura tras una estancia en casa. Otros 179,8 millones de kilos, en cambio, son de recetas cocinadas en el hogar, descartadas directamente desde el plato o después de pasar por la nevera. Las lentejas son el guiso con peor suerte (15,4 millones de kilos), seguidas por los garbanzos (11,7 millones), la tortilla de patatas (5,6), la ensalada (4,3) y las patatas fritas (4,2).

Menos consumo

El Informe del consumo de alimentación revela que Cantabria es una de las regiones con menor consumo de alimentos per cápita, con 588,6 kilos/litros en 2016, frente a una media nacional de 662,6; solo están por detrás Madrid (560,4) y La Rioja (545,7). Ese menor volumen de consumo no se refleja directamente en el gasto por individuo, estimado en 1.433,1 euros, algo por debajo de los 1.528,4 del resto del país y a cierta distancia de Andalucía, con el menor gasto por habitante (1.295,1).

El informe ofrece otros datos curiosos sobre el consumo de alimentos y bebidas en la región. Por ejemplo, Cantabria destaca entre las demás por su consumo de aceite de oliva virgen extra, pero está entre las que menos hortalizas frescas y conservas de pescado y moluscos mete en la cesta de la compra. También parece que los cántabros se preocupan por la calidad del vino que beben: están entre los mayores consumidores de caldos con denominación de origen protegida. Para las copas, prefieren el gintonic que el cubalibre: la gran demanda de ginebra contrasta con su poca afición al ron.

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