Varapalo al calendario escolar

Un informe con contradicciones internas. Se dice que «se constata que el calendario escolar puede contribuir al bienestar del alumno» para, a renglón casi seguido, afirmar que «lo que ha comportado su aplicación es lo contrario». ¿En qué quedamos? Se afirma el acuerdo de profesores, equipos directivos y casi toda la comunidad escolar con el calendario y, al mismo tiempo, «se piden cambios y transformaciones importantes, organizativas, metodológicas y de funcionamiento». Si todo lo escolar tiene que cambiar para que funcione el calendario, ¿funciona el nuevo calendario escolar? En el futuro, ¿vamos a seguir cambiando sólo las fechas lectivas y nada más?

Un informe del CEC donde se dice que se han hecho mal las evaluaciones en los centros, donde se habla de una sobrecarga de tareas y trabajos, donde se constata una descompensación en los períodos que llaman «bimestres» y no lo son, donde se ve que se ha fallado en la conciliación familiar (por lo visto, un problema a nivel nacional, no de Cantabria) y donde se pide excluir de este calendario tan novedoso a alumnos de FP, de 2º de bachillerato y de dos años, es todo un varapalo a la administración educativa regional.

Una conclusión final causa sonrojo: para que funcione este calendario escolar no sólo hay que cambiar todo lo educativo, sino que tiene que cambiar toda la sociedad: el tejido empresarial, los servicios, los hábitos de los ciudadanos Pero este calendario cántabro nació para quedarse ya que nos van a explicar «más y mejor» sus ventajas, que todavía no se pueden ver y que necesitan «un tiempo dilatado» para ser valoradas y fundamentadas. Una buena idea, mal explicada y peor implantada. Continuará.