Más de 30.000 aves acuáticas eligen Cantabria para invernar
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SEO BirdLife cuantifica cada mes de enero las especies que pasan el invierno en los humedales de la regiónLa tranquilidad es tal que de fondo apenas se escucha el sonido del viento cada vez que choca contra las hojas de algún árbol. Pero de pronto un pájaro interrumpe el silencio. «Un Archibebe común», identifica enseguida Ernesto Villodas, voluntario de SEO BirdLife, dedicado al avistamiento de aves desde hace cuatro décadas. «Por el oído también se pueden sacar las especies», reconoce. Son años de experiencia y entre lo que observa a través del telescopio terrestre y lo que escucha, no se le escapa ni una. Precisamente en eso consiste su trabajo a lo largo de estos días: en contabilizar las aves acuáticas que pasan el invierno en los humedales de Cantabria.
«Chorlito gris, anota dos», enumera en voz alta mientras Ángel Santamaría, técnico de la organización ornitológica, toma nota de cada palabra. Y así, entre los dos -junto con otros equipos repartidos por la región- van dibujando un catálogo de las especies acuáticas invernantes. Prismáticos al cuello y telescopio al hombro, recorren los diferentes humedales de Cantabria y cuentan, uno a uno, el número de individuos presentes de cada especie. Un censo que se hace de forma simultánea en toda la Península.
El seguimiento periódico de la presencia de estos animales que se decantan por la región como destino invernal se hace desde 1968, aunque no comienza a desarrollarse un programa regular de muestras hasta treinta años después. Ahora (desde 2017), en colaboración con la Dirección General de Biodiversidad del Gobierno cántabro, elaboran un censo. De manera conjunta estudian dichas especies, cuantifican la población de cada una de ellas y analizan la situación de los humedales. Esta información se suma a los datos del resto de comunidades autónomas para cumplir con los convenios internacionales de conservación de humedales.
Un recorrido en el tiempo que tiene «valor» y que permite a la organización sacar conclusiones importantes. «El primer dato de análisis es que ha habido una reducción del grueso de aves acuáticas. A principios de siglo podría haber de media 40.000 aves en Cantabria y ahora hay 30.000», cuenta Felipe González, delegado en la región de SEO Birdlife. ¿Y a qué ese debe esa diferencia? «La principal causa es el cambio climático», resume. Son especies que proceden del «centro y norte de Europa». Ocurre que ahora el invierno es «más templado y no tienen tanta necesidad de bajar». Por lo tanto, su presencia se ve mermada. Y esa reducción en el número de animales es un fenómeno que se ha repetido en el conjunto de los humedales del país. En el caso de Cantabria, la mayoría de las aves que se registran estos días han llegado durante el otoño y se quedarán hasta marzo por el territorio. Este censo, además, ayuda al Ejecutivo a conocer «el estado de salud de los humedales».
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También han percibido que las políticas de conservación, restauración y saneamiento llevadas a cabo por el Gobierno regional han funcionado y actualmente «tenemos que contar muchos más sitios». En la lista de visitas han incluido «El Astillero, que antes no se cuantificaba, o la vaguada del Parque de Las Llamas, en Santander», explica González. Porque son espacios que se han ido recuperando a lo largo de los años. Algunos humedales han pasado de tener «pocas aves» a convertirse en «los más importantes», como ha ocurrido con la ría de San Martín.
La metodología de trabajo es sencilla. Durante una semana varios equipos se reparten los puntos de estudio, siguen una ruta concreta y censan «todos los humedales de interés para las aves, que en Cantabria son quince». El más importante está en las Marismas de Santoña, seguido por la bahía de Santander, el embalse del Ebro y la ría de San Martín. Esta última fue, precisamente, una de las paradas que hicieron ayer Ángel Santamaría y Ernesto Villodas. En concreto por la zona de Cudón y hasta Vuelta Ostrera. Su ruta arrancó sobre las nueve de la mañana y hasta el mediodía Ernesto se dedicó a observar y contar aves. «Muchas veces no sabemos ni lo que tenemos en Cantabria», comentaba el voluntario y amante de la naturaleza desde pequeño. Las decenas de especies que cuantifican y que comparten espacio estos meses parecen convivir en armonía porque cada una «tiene su nicho». El peligro existe cuando aparece «una especie exótica invasora que puede desplazar a las autóctonas», explica el técnico.
Mientras ellos recorren los puntos marcados en el mapa, otros equipos realizan a la vez ese trabajo, pero en otros humedales. Esta organización les permite tener una fotografía de cada ave invernante y su reparto por las diversas zonas. Un proceso para el que se elige el periodo de bajamar porque son animales costeros y ese es el momento en el que se les puede ver en su espacio alimentándose o descansando. Ahí saben que no se van a mover. Eso sí, cada año hay «sorpresas» entre los animales que rastrean. Y siempre aparecen rarezas. Una serie de animales exóticos que atraen a numerosos ornitólogos durante este periodo del año. «Hay un 'boom' en la observación de aves», dice González. Y esa actividad ha convertido a Cantabria en el destino favorito para muchos profesionales.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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