Más de 360.000 cántabros respiran aire con altos índices de contaminación

Existen dos focos donde la concentración de contaminantes atmosféricos es preocupante en la región. «De un lado, Santander, en todo el entorno de la bahía y el aeropuerto, donde se concentra el tráfico intenso por carretera, marítimo y aéreo. De otro, Torrelavega, donde la recuperación de la actividad industrial está incrementando las emisiones», explica Luis Cuena, representante regional de la asociación ecologista.

«Nos preocupan las partículas en suspensión, las llamadas PM10 y PM2,5», matiza. «En la bahía de Santander y la comarca de Torrelavega, donde vive la mitad de la población cántabra, se sobrepasaron en el pasado año los valores medios diarios y anuales recomendados por la OMS para este tipo de partículas».

Aquellos contaminantes, que abarcan un amplio espectro de sustancias, se acumulan en el sistema respiratorio con repercusión negativa sobre la salud, aumentando las afecciones respiratorias y la disminución de la función pulmonar.

Los ecologistas ponen el foco en las emisiones de combustión de hidrocarburos producidas por el tráfico portuario; en los liberados por el tránsito aéreo en el Seve Ballesteros «sobre todo en los despegues», y de los vehículos particulares que protagonizan la entrada a la capital a través de la S-10. Todos desencadenan la emisión de esas partículas en suspensión que atacan directamente al aparato cardiorrespiratorio de la población.

«Si a eso le sumamos el problema de los incendios, que a lo largo de este último año nos ha traído jornadas con cifras de concentración disparadas, nos encontramos con que han sido muchos los días que se han superado los valores considerados salubres por la OMS», denuncia Cuena.

La visión gubernamental que aporta Jesús García, director general del Centro de Investigación del Medio Ambiente Cima (CIMA), dependiente del Gobierno regional, rebaja el alarmismo. «Hay que matizar que en ningún caso estamos hablando de indicadores que incumplan lo establecido por la legalidad vigente. Cosa diferente es que desde Ecologistas en Acción se basen para elaborar este texto en las recomendaciones que indica la OMS, que me parece lógico también; pero hemos de ser conscientes de en qué términos hablamos».

En cualquier caso el problema existe y está sobre la mesa: «Es algo que debería estar en la primera línea de las preocupaciones de los cántabros», defiende García. Y es competencia de la Administración tomar medidas. «Le compete a Santander reducir la velocidad en ese punto de la ciudad. Una norma así podría ayudar», argumenta el responsable del CIMA.

En la capital del Besaya la problemática ha resucitado debido al incremento de la actividad industrial el pasado año. Regresan las emisiones de dióxido de azufre (SO2), que ha afectado tradicionalmente a la comarca «y que ha registrado en el último año una decena de superaciones del valor medio diario recomendado por la OMS en la estación de la Escuela de Minas», detalla Luis Cuena.

«Esta es la causa también de la reaparición de los incumplimientos de sulfuro de hidrógeno (H2S) y sulfuro de carbono (CS2) en la misma zona, con 13 superaciones del objetivo en un año», prosigue antes de llamar a la actuación frente al problema. «Hacen falta protocolos. Esta inoperancia de la Administración, que mira hacia otro lado, nos está matando».