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Marcos López Hoyos (Torrelavega, 1968), jefe de servicio de Inmunología del Hospital Valdecilla y presidente de la Sociedad Española de la especialidad, se ha convertido ... en una de las referencias científicas en los medios de comunicación de toda España durante la pandemia. «Lo hablo con mis compañeros. Nos hemos dado cuenta de lo importante que es divulgar –asegura que desde marzo de 2020 ha hecho un máster acelerado en la materia– y hemos aprendido que tenemos que contar las cosas claras, como si se lo estuviéramos explicando a una abuela», apunta el inmunólogo, cómodo en el hospital y también en esta nueva faceta.
–El covid dejó el pasado fin de semana once muertos en Cantabria, más que en algunos momentos de 2020 y 2021. ¿Nos hemos vuelto inmunes a las estadísticas de fallecidos?
–Estamos inmunizados y estamos cansados. Hay que ser consciente de que la gente que fallece y a la que tenemos que prestar atención es a la gente vulnerable, la gente frágil. Como cualquier otra infección –la gripe, un virus sin identificar o una diarrea bacteriana–, también descompensa a una persona y puede matarla. La infección que produce el covid ya no es ese cuadro de neumonía grave que veíamos en la UCI, pero puede descompensar una patología.
–Es lo que está ocurriendo con la temperatura. No se han producido en la región muertes por golpes de calor, pero sí indirectamente por descompensaciones.
–El calor ha matado gente exactamente por eso. No hay muertos oficialmente en Cantabria por el calor, pero estoy convencido de que ha habido gente que ha ingresado por deshidratación o que ha tenido una descompensación de su insuficiencia cardiaca y que ha fallecido.
–La impresión general es que en esta ola se están contagiando todos los que no habían caído en las siete anteriores.
–Yo diría que el 60% de la población ha cogido Ómicron desde Navidad. Y el que no haya caído, va a caer. Afortunadamente estamos vacunados y protegidos de la enfermedad grave. No quiero quitar importancia, porque no podemos permitir al virus circular libremente.
–Más allá del covid, ¿sería conveniente utilizar la mascarilla de forma generalizada, sobre todo en invierno?
–Hace dos semanas alertaba de la necesidad de usar mascarillas, porque el pico no estaba controlado como parece que está ahora. Hay que estar siempre atentos y cuando se vuelva a detectar una circulación muy alta del virus, tenemos que pararlo. Probablemente la mejor forma de estar prevenidos es asiatizarnos. ¿Qué es eso? Cuando uno tenga síntomas de catarro, que pueda ser por covid o por una gripe o cualquier infección vírica, tenemos que podernos la mascarilla para no afectar al entorno.
–¿En qué momento se encuentra la pandemia y qué cabe esperar que ocurra en los próximos meses?
–El virus está mutando continuamente y lo lógico es que vuelva a aparecer otra variante. No sabemos cómo de infectiva y grave. En buena lógica, el virus mutará para ser más infectivo y no causar tanta enfermedad, como ocurrió con Ómicron. Ómicron ha sido sumamente efectivo, cinco veces superior a la primera variante; en cambio, la mortalidad ha sido mucho más baja.
–¿Esa mortalidad se debe a que las variantes son menos virulentas o al efecto de la vacuna?
–La variante Ómicron parece menos virulenta, pero el dato más significativo es la vacunación, junto con el mejor manejo clínico de los pacientes. Hoy tenemos nuevos antivirales que no teníamos en 2020.
MENOR LETALIDAD
LAS LECCIONES DEL COVID
–¿Cómo se están comportando los anticuerpos y cómo hay que actuar con las futuras dosis?
–Sabemos que el pico de protección de los anticuerpos dura de dos a tres meses y luego su capacidad va cayendo. Aguanta a los seis meses en algunas personas, pero ya no tiene esa capacidad neutralizante que podría evitar la infección. La buena noticia es que los linfocitos B de los que ya tuvieron el covid en el pasado van a activarse cuando regresa el virus para producir anticuerpos y que los linfocitos T sí duran seis meses y más. Esos igual no evitan los casos leves, pero sí los graves, porque se van a poner como motos en cuanto lo detecten.
–¿A qué grupos de población hay que aplicar la cuarta dosis?
–A la población general no la veo indicada, pero sí en población susceptible. Por eso tenemos que definir bien a qué población. Tampoco el límite de 60 años es el correcto. Tiene que ser gente de más edad y con pluripatología. Lo que podría quedar a partir de ahora sería una dosis anual, similar a la de la gripe. Pero desde luego para la población general no la veo. Lo ideal sería que fuera un modelo de vacuna que sirviera para distintos coronavirus. Como eso todavía es complicado, que pudiera combatir las variantes.
–Por cierto, ¿qué pasó con la vacuna española?
–Es muy interesante. No es de ARN mensajero como las de Moderna o Pfizer, sino de proteína recombinante. Está adaptada para las variantes Alfa y Beta, lo cual nos va a dar seguro una inmunidad más duradera y potente.
–La ministra Darias dijo desde Cantabria que para septiembre podría estar en el mercado.
–Sí, es posible. La vacuna española ya está en evaluación por la Agencia Europea del Medicamento. Solo necesitamos su visto bueno para ponerla en marcha.
CHOQUE DE PODERES
LA VACUNA ESPAÑOLA
–¿Es sencillo adaptar las vacunas actuales a nuevas variantes?
–Esa capacidad de adaptación es lo que se puede hacer con las vacunas de ARN, que tienen mucha versatilidad, pero aun con todo nunca van a ser tan rápidas como para introducir la respuesta a la última variante que aparezca. El virus va más deprisa que nosotros. Es una carrera de Fórmula 1 y nos gana siempre porque él va en el McLaren y nosotros en un Renault limitado. Se están buscando dos opciones: una vacuna universal que funcione independientemente de las variantes o la administración nasal, que también se está explorando y es muy interesante, pero todavía precoz.
–La Justicia se ha pronunciado contra las medidas que adoptó Cantabria por excesivas. ¿Quién tiene que tomar las decisiones sanitarias? ¿Políticos, científicos, jueces…?
–Ese debate ha estado en toda la pandemia y en parte por eso ahora mismo los médicos no decimos que se impongan medidas por la vía legal, sino que apelamos a la responsabilidad de cada individuo. Yo soy un lego en la materia legal, pero sí que es cierta que la legalidad complica la aplicación práctica de medidas.
–¿Y que un mismo texto se aplica de forma distinta en cada territorio?
–Yo nunca pensé que un texto legal se pudiera interpretar, y he visto que sí.
–Por buscar algo positivo de la pandemia. ¿Las investigaciones en el área de inmunología están recibiendo más recursos con la llegada del covid?
–No. Los poderes públicos se han dado cuenta de la importancia de la inmunología. No en la pandemia, sino que ya lo sabían antes. Pero a día de hoy todavía eso no se ha trasladado a la práctica. Pedimos que en los hospitales y centros de salud la inmunología tenga más peso, con más especialistas y más presupuesto, por qué no decirlo. Esperemos que eso también llegue en un futuro no muy lejano. En España se han sacado, en muy poco tiempo trabajos muy relevantes en la materia. En algunos casos solos y en otros interactuando con profesionales de otros países. Hemos dado soluciones a la pandemia. En Cantabria, la investigación fue capaz de generar un laboratorio de apoyo a Microbiología con medios propios. Yo pido que se apueste por la Inmunología en los hospitales y en los laboratorios. Inmunología tiene que tener mucho más peso en los programas de investigación nacional e internacional.
–¿Qué hemos aprendido con el covid para hacer frente a futuras pandemias?
–Soy optimista. Se ha actuado relativamente bien, pero tengo dudas de que nos quedemos con muchas de las lecciones aprendidas.
Cantabria acaba de levantar la prohibición de fumar en terrazas, ¿qué le parece?
–Desde el punto de vista del covid es una medida marginal. No creo que aporte mucho en esto. Si estamos en lugares abiertos fumar o no es poco relevante. Pero el tabaco es relevante para la salud en general. El tabaco mata, produce cáncer no solo de pulmón y mucha afectación cardiovascular. Nos preocupamos mucho de la pandemia y está bien, pero también hay que preocuparse por el tabaco.
–Se decía que cada 100 años viene una gran pandemia.
–Estamos viendo que esa afirmación ya no vale. En el siglo pasado tuvimos varias pandemias y en el actual varias epidemias y esta pandemia.
–Pero no tan grandes como la del covid. ¿Cabe esperar que pandemias de esta dimensión aceleren sus avenidas?
–Quizás no a nivel del covid, pero ya hemos tenido ébola, gripe A, gripe aviar… Epidemias de muchos tipos y algunas han llegado a pandemia. Así que eso de los 100 años ya no vale. Valía cuando no existía la globalización y no había intercambio de población como ahora. Tú y yo vamos a vivir alguna pandemia más.
–¿La técnica de ARN mensajero abre la puerta a una nueva tecnología que puede ser útil para combatir el cáncer?
–Es lo bonito de la investigación. Hemos desarrollado vacunas de ARN mensajero para el covid porque llevábamos 20 años trabajando en esta técnica, aunque no se aplicaba a infecciones. La gente piensa que las vacunas son solo para agentes infecciosos, porque es lo tradicional, pero no. Inmunología es aplicar vacunas para tratar y también modular enfermedades no solo infecciosas, también las autoinmunes, los cánceres o las respuestas adversas a los trasplantes.
–¿El futuro de la curación de gran parte de las enfermedades pasa por la inmunología? Esa idea de reprogramar el sistema inmune para que ataque virus, tumores…
–La respuesta inmunitaria está en todo el organismo. El sistema inmunitario es el más global de nuestra fisiología. Se dedica a defendernos de las infecciones y de los tumores, de rechazar un órgano trasplantado porque lo reconoce como extraño... Y también genera problemas cuando reacciona contra nosotros mismos con las enfermedades autoinmunes. Ahí hay un potencial enorme de trabajo.
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Ana del Castillo
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