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El cóctel perfecto para encontrar la máxima congestión de la A-67, cordón umbilical entre las dos principales urbes de la región, Santander y Torrelavega, suele darse un día cualquiera, en hora punta y con lluvia. Miles de vehículos -hasta 72.500 registra la ... Dirección General de Tráfico en un mismo día, en ambos sentidos- forman un denso torrente que entorpece la circulación, aumenta la peligrosidad y deja patente que la vía necesita una modernización urgente.
Algo que podría llegar pronto, según lo avanzado por el Ministerio de Transportes, que plantea licitar en 2022 la obra para la creación de un tercer carril entre Polanco y Santander, que se ha proyectado como solución idónea para los problemas de saturación.
Una medida que, unida al nuevo ramal de continuidad que acabará con el nudo de Torrelavega, buscará descongestionar la calzada porque los problemas han pasado de ser periódicos a tener un carácter permanente.
LOS PEORES DÍAS
«Lo peor son esos días de lluvia, cuando la gente coge más el coche privado y además el piso está mojado, con lo que se producen más deslizamientos y, por tanto, más alcances», admite José Miguel Tolosa, jefe de la Dirección General de Tráfico (DGT) en Cantabria.
La ampliación a ese tercer carril es, por ahora, la única solución posible a los problemas derivados del tráfico intenso de cada jornada. «No se baraja ninguna otra medida. Ni se ha planteado variar las limitaciones de velocidad, ni tampoco se ha contemplado instalar más radares», advierte el responsable de la DGT.
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Se incrementa la presencia de la Guardia Civil cuando se dan esos ingredientes que desencadenan las colisiones por alcance. «Es importante que haya más vigilancia, pero al final es inevitable que esos pequeños siniestros, que por otro lado tienen pocas consecuencias en lo que respecta a daños materiales y humanos, ralenticen mucho el tráfico, porque suelen formarse cuellos de botella en la carretera que ponen peor las cosas cuando las dificultades ya existen», apunta Tolosa.
Del lado de Torrelavega, en el punto kilométrico 183, justo antes de llegar a las obras del nuevo ramal que desatascará el nudo -ese pedazo de autovía donde la A-67 comparte asfalto con la A-8-, la DGT cuenta en un mismo día el tránsito de hasta 62.000 vehículos en ambos sentidos. Más de 3.500 son pesados; es decir, camiones y autobuses de más de 3.500 kilogramos. Por eso ahora, cuando las dificultades de la obras obligan a ralentizar la circulación, se producen más atascos. Esta misma semana un segmento de la A-67 estuvo cortado durante varias horas a la altura de Sierrapando cuando un camión chocó contra un control de gálibo en una de las nuevas estructuras que se están construyendo.
MODERNIZACIÓN DE LA A-67
El Ministerio informó hace unos días de que las obras en este punto están avanzadas en un 45%, lo que indica que todas las labores transcurren por debajo de lo que estaba previsto. Ha habido contratiempos que han ido surgiendo a lo largo de la obra, como los desprendimientos a la altura de la colonia la Palmera, a la entrada de la capital del Besaya, justo antes de la desviación hacia Oviedo.
Otro problema añadido son los atascos a la entrada de la capital cántabra. El inicio y final de la jornada laboral y académica, a primera hora de la mañana y última de la tarde, son los peores momentos. Es un problema acuciante en el acceso por la S-10, cuando toda la recta de Parayas se convierte en un tapón de hasta un kilómetro para acceder a la rotonda de La Marga. Allí Tráfico ha contado en un mismo día hasta 85.900 vehículos en ambos sentidos.
Idéntica situación se encuentra en la S-20, donde el tráfico derivado de la A-67 -de entrada a la ciudad- se encuentra con el saliente en la rotonda donde finaliza la calle Repuente. Cerca de ese punto, la DGT cuenta en un mismo día hasta 29.100 automóviles.
Desde el consistorio santanderino se ha insistido en múltiples ocasiones en la necesidad de continuar impulsando políticas para fomentar la movilidad sostenible en la ciudad. Un requisito indispensable para sacar el coche particular de las calles, lo que ayudaría también a agilizar los accesos.
MOVILIDAD SOSTENIBLE
En Santander se han peatonalizado muchas calles, se ha fomentado la agilidad del transporte público, se plantean aparcamientos disuasorios como el proyectado en La Marga y cada vez más gente opta por la bicicleta o el patinete eléctrico para moverse por el centro urbano. La nueva entrada al Puerto -actualmente en obras- también ayudará a liberar la presión de tráfico en la S-10.
El problema es que la pandemia no ha ayudado al crecimiento del transporte público. Responsables de Renfe de Cercanías acreditan que el tránsito de pasajeros ha caído un 20%. Lo mismo que ha ocurrido con el uso que los viajeros han hecho de los servicios de autobuses interurbanos. Hasta un 30% menos de gente opta por este transporte cada día. Se han popularizado otras soluciones al transporte, como el coche compartido; o sencillamente se ha retomado el uso del coche privado. Opciones, en todo caso, que sólo recrudecen el problema al entrar en circulación en estas vías que presentan dificultades.
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