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Cuando los años pesan, el organizador semanal de medicamentos se convierte en un compañero de rutina más que necesario. Casi indispensable cuando en ese ' ... menú' diario de comprimidos se incluyen diez fármacos distintos o incluso más. Para controlar la hipertensión arterial, para bajar el colesterol 'malo', para reforzar la vitamina D, para contrarrestar la anemia, más los antiácidos, los antitrombóticos, los diuréticos, los ansiolíticos... Hasta 7.680 cántabros toman cada día más de una decena de pastillas, según los registros del Servicio Cántabro de Salud (SCS). Con seis, consumidos de forma continuada, ya se considera paciente polimedicado. Y hay quien llega incluso a superar las veinte prescripciones para tratar su combinación de patologías.
Unas cifras que crecen en paralelo a la esperanza de vida, que en España se sitúa en los 84 años, la más alta de toda Europa. «Los españoles vivimos más, pero también supone que vivimos con más enfermedades y más medicación», apuntan desde la Dirección General de Farmacia, Humanización y Coordinación sociosanitaria, que encabeza María Isabel Priede. Pero, además, en el caso de Cantabria se añaden «dos factores diferenciales». De un lado, ser una de las cuatro comunidades más envejecidas -junto a Castilla y León, Asturias y Galicia-, lo que eleva la prevalencia de enfermos crónicos. Y de otro, ser también «la región que más crece en población mayor de 65 años, debido al desplazamiento de personas de otras comunidades que una vez jubiladas se vienen a vivir a nuestro territorio buscando calidad de vida y un mejor clima». Circunstancias que engordan el volumen de pacientes polimedicados que requieren de un seguimiento más estrecho cuanto mayor sea el surtido de fármacos que necesitan.
Por encima de los 75 años, que es el colectivo más frágil, los datos del SCS indican que tres de cada cuatro cántabros tiene prescrito al menos un fármaco diario. En concreto, son 52.177 los mayores que tienen pautada una medicación (el 76% del total), sin contar a los desplazados que también recogen sus tratamientos en las oficinas de farmacia cántabras por interoperabilidad de receta electrónica. De ellos, 21.449 combinan cada día más de ocho prescripciones diferentes. Ahí es cuando el pastillero -un estuche repartido por días y con la dosis que toca en cada momento (mañana, mediodía, tarde y noche)- resulta crucial para evitar olvidos o errores con las tomas. Para facilitar esa labor, los farmacéuticos se convierten en los mejores aliados.
En los municipios en riesgo de despoblación ofrecen a los vecinos el sistema personalizado de dosificación de medicamentos. Un proyecto impulsado desde el Colegio de Farmacéuticos, con la colaboración de las consejerías de Presidencia y Sanidad, que busca «mejorar la autonomía del paciente» y evitar así que tenga que salir de su entorno. La farmacia de Mataporquera, con Luis Noriega al frente, es una de las adheridas al programa, asesorando cada día a los mayores de la zona -en la fotografía atiende a Albino de la Fuente, un vecino polimedicado del municipio-.
Como explican desde la Dirección General de Farmacia, «son numerosas las actuaciones de los profesionales sanitarios para optimizar la utilización de medicamentos y reducir la polimedicación en aquellos pacientes donde pueda realizarse». Todas contemplan «la revisión sistemática de la efectividad y de la seguridad de la farmacoterapia» a través de programas de uso racional para evitar prescripciones de medicamentos inadecuados en mayores (benzodiacepinas o antidepresivos), ajustar las dosis y simplificar, en la medida de lo posible, los regímenes terapéuticos.
El año pasado, por ejemplo, se llevó a cabo un 'Programa de Optimización de prescripciones en pacientes polimedicados' en siete centros de salud que permitió identificar a 153 personas, con más de diez medicamentos crónicos, que eran candidatas a ese ajuste. Además, las farmacias también colaboran en el 'Programa de bloqueo cautelar de dispensaciones no ajustadas a un uso racional del medicamento'. Si se detecta un número excesivo de envases, se envía un mensaje al médico para que revise la prescripción. El efecto en el consumo tiene el consiguiente impacto económico. En 2024, el crecimiento del gasto por receta en Cantabria fue del 4,85% -por debajo de la media nacional (4,92%)-, con un total acumulado de 197,4 millones. Y el gasto en farmacia hospitalaria ascendió a 139 millones, un 4,50% más, frente al 9,2% de subida nacional.
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