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Si las zonas de bajas emisiones en Santander y Torrelavega entraran en vigor hoy, 81.974 vehículos matriculados en Cantabria no podrían acceder a los espacios acotados en los dos principales núcleos urbanos de la región para reducir la contaminación. Eso, en la práctica, supone ... uno de cada cuatro turismos de los que actualmente circulan por las carreteras -es un 25,84% del parque móvil-. Luego, sí, habrá que tener en cuenta las excepciones que se establezcan en cada municipio. Residentes, situaciones de dependencia, rutinas comerciales autorizadas... Pero, según los datos de la Dirección General de Tráfico (DGT), tomando la norma al pie de la letra -que aquellos coches de gasolina anteriores al año 2001 y diésel anteriores al 2006 no cumplen- esos casi 82.000 vehículos no podrían colocar en su luna delantera ninguna de las pegatinas que permitirían el paso a partir del 1 de enero de 2023 (que también está por ver que la medida sea efectiva en esa fecha).
Los números salen de Tráfico, de la tabla 'Parque de turismos por distintivo medioambiental año 2021'. Son públicos. Están al alcance de cualquiera que enrede por la página web de la DGT. En cada provincia se ofrecen las cifras de vehículos que se ajustan a cada uno de los cuatro distintivos que permiten el paso -las pegatinas-. Los que dividen los coches según su carácter contaminante, según sus emisiones. En Cantabria, la etiqueta Cero Emisiones -los menos contaminantes (los requisitos en cada caso están en la ficha que acompaña a este texto)- englobaba a finales de 2021 a 941 vehículos. La Eco, la siguiente por grado de contaminación, a otros 7.060. Unos y otros, a la vista está, son una minoría.
Porque los dos grupos más numerosos son los que se corresponderían con las etiquetas B y C (la amarilla y la verde). Son 108.180 en el primer caso y otros 100.704 en el segundo (siempre con datos correspondientes al cierre del pasado año).
Identifica a los vehículos más eficientes. Tendrán derecho a esta etiqueta eléctricos de batería (BEV), eléctricos de autonomía extendida (REEV), eléctricos híbridos enchufables (PHEV) con una autonomía de 40 kilómetros o vehículos de pila de combustible.
En su mayoría, vehículos híbridos, de gas o ambos. Tendrán derecho los eléctricos enchufables con autonomía inferior a 40 kilómetros, híbridos no enchufables (HEV), vehículos propulsados por gas natural y gas (GNC y GNL) o gas licuado del petróleo (GLP). Deben cumplir los criterios de la C
Vehículos de combustión interna que cumplen con las últimas emisiones Euro. Tienen derecho turismos y furgonetas ligeras de gasolina matriculadas a partir de enero de 2006 y diésel a partir de septiembre de 2015. Vehículos de más de 8 plazas y pesados tanto gasolina como diésel, desde 2014
Si bien no cumplen con las últimas especificaciones, sí con las anteriores. Turismos y furgonetas ligeras de gasolina matriculadas desde el 1 de enero de 2001 y diésel a partir de 2006. Vehículos de más de 8 plazas y pesados tanto de gasolina como diésel, matriculados desde 2006.
Los distintivos. Son (según la DGT) una manera de clasificar los vehículos en función de su eficiencia energética, teniendo en cuenta el impacto medioambiental.
Cuál es el tuyo. Con la matrícula es suficiente para saber qué distintivo utilizar (se puede saber en la DGT por internet, por teléfono -060- o presencialmente en Tráfico).
Dónde se adquieren. Básicamente en oficinas de Correos, pero también en la red de talleres de la Confederación Española de talleres (Cetraa) y otras redes de talleres autorizados, Gestores Administrativos, el Instituto de Estudios de Automoción (Ideauto) y para el caso de flotas, a través de la asociación Ganvam.
Precio. Adquirir el distintivo cuesta 5 euros.
Dónde se pone. Debe ir adherido en el ángulo inferior derecho del parabrisas delantero.
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Pero en el documento de Tráfico hay dos columnas más. Una, la de esos casi 82.000 que se quedan fuera de los distintivos establecidos, y otra en la que «por distintas incidencias» -señalan en la DGT- se desconoce en qué casilla quedarían incluidos. Ahí hay otros 18.313 vehículos. Esto quiere decir que la cifra de 'descartados' a la hora de poner una pegatina podría ser aún mayor al analizar la situación de estos turismos caso por caso (engrosarían los otros cinco grupos).
Al hilo de estos resultados, la suma de todas las categorías permite saber que el parque móvil de turismos en la región es de algo más de 315.000 y que los que no pueden acceder a ninguna de las pegatinas suponen algo más de un 25% del total.
Desde Tráfico especifican el número de vehículos que quedarían excluidos si el análisis se restringe a los dos municipios en los que entrarían en vigor las zonas. Serían, aproximadamente, 29.000 en Santander y 12.000 en Torrelavega. Es decir, prácticamente la mitad de los excluidos de los distintivos en toda Cantabria.
Las dos ciudades son las que, en teoría, a partir del próximo 1 enero de 2023 tendrían que delimitar estas zonas al tener más de 50.000 habitantes. Se trata de áreas geográficamente definidas que buscan restringir o disuadir el acceso de ciertos vehículos contaminantes o sólo permitir la entrada de aquellos que produzcan bajas emisiones, con el propósito de reducir la contaminación del aire. En los dos ayuntamientos hablan de avances, de trabajos que se van haciendo. Pero no hay garantía -sobre todo en el caso de Santander- de que lleguen a tiempo. De hecho, la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) solicitó en el pasado mes de julio a la ministra para la Transición Ecológica que amplíe el plazo previsto.
Más allá de razones ambientales, respecto a la antigüedad del parque móvil en la región, el jefe provincial de Tráfico, José Miguel Tolosa, señala que «es muy similar en toda España». Son 13,49 años. Por múltiples factores. «La situación económica, los cambios en la movilidad, la búsqueda en los jóvenes de medios alternativos...». Tolosa, de hecho, destaca aspectos como la proliferación del patinete eléctrico en los núcleos urbanos, que inciden en que «la edad media para sacarse el carné de conducir esté subiendo». «Ya no es algo tan prioritario como lo era en otras generaciones». Y a esto hay que sumar factores más recientes como la «carestía de combustibles o la incertidumbre con los suministros». Todo suma para que el parque no se renueve.
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Y eso, más allá del asunto de las emisiones, tiene consecuencias. «En la DGT nos preocupa por la relación directa que existe entre antigüedad de los vehículos y riesgo de fallecimiento en accidente». Da datos. Ese riesgo se multiplica aproximadamente por dos si un coche tiene más de siete años. «Y por tres si tiene más de diez». Es obvio. «Sistemas de ayuda a la conducción, de seguridad, airbgs, ABS... Eran infinitamente menores o directamente no existían en los coches más antiguos, y ayudan mucho a reducir la gravedad de los accidentes. Las estadísticas lo demuestran, pero es sentido común».
Tolosa es consciente de que «la realidad social es la que es» a la hora de plantearse la renovación del coche. No siempre es posible. Lo que sí pide, en este sentido, es cuidar «el mantenimiento». Y un consejo práctico: «adaptarse a lo que uno lleva entre manos».
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