La A-67, entre Santander y Torrelavega, registra cinco accidentes a la semana

«En cuanto llueve se convierte en una carretera muy peligrosa, aunque ocurre lo mismo un día que esté despejado porque, por ejemplo, en la subida de Boo de Piélagos el sol pega de frente y lo que la gente hace es meter un frenazo. Si otros conductores no están atentos, suelen producirse accidentes por alcance», apunta este conductor.

Si a estas dos circunstancias le sumamos que el tráfico pesado en algunos tramos (como la subida de Boo) «no puede circular a una velocidad adecuada» y que hay una incorporación a la autovía desde Mogro, estamos ante una carretera «peligrosísima». Eso sí, la mayoría de accidentes son por alcance y se saldan únicamente con daños materiales, como corroboran los datos de la DGT, que contabiliza 742 siniestros de este tipo (desde 2019) y 188 en los que hubo víctimas, aunque solo dos fallecieron y siete sufrieron heridas de carácter grave.

«Luego está el problema de los atascos. Por los menos hay dos días a la semana en los que llegas tarde al trabajo. Y no es algo previsible. Puede que cuando llueve pienses en salir un poco antes, pero ni con esas llegas a tiempo al trabajo», comenta Rodrigo, que, «por suerte», no ha tenido ningún accidente en los últimos quince años, pero sí más de un susto. «A veces metes un frenazo y 'suerte o muerte'. A ver si no te dan por detrás».

Algunos de sus compañeros de trabajo han tenido menos suerte y se han visto implicados en algún que otro siniestro. «Al final tardas una hora en completar un tramo (de 26 kilómetros) que, en condiciones normales, haces en veinte minutos», comenta, al tiempo que resalta la «cantidad de tráfico pesado que soporta este tramo (según los últimos datos de la DGT, de 2021, tiene unos 60.000 vehículos de todo tipo a diario, con subtramos de hasta 75.000), y la sensación de que cada vez hay más accidentes». Y los datos así lo corroboran. Porque hasta el pasado 31 de octubre se produjeron 194 siniestros en lo que va de año, lo que supone uno más de los registrados en el año anterior, con dos meses aún por delante para que finalice el 2023.

«Sí que se está notando un incremento de siniestralidad en la zona», reconoce el jefe provincial de Tráfico, José Miguel Tolosa, quien resalta que lo que se mantiene en los últimos años es que el grueso de los accidentes, «un 80%», se salda con daños materiales. Esto lleva a Tolosa a considerar que «no estamos ante una zona de siniestralidad grave». Aunque apunta que este tramo, junto con el de la S-10 (el de acceso a Santander), son los que más tráfico soportan en la región junto a la zona de Saltacaballo, con lo que las probabilidades de que haya más accidentes son mayores. «Hablamos de intensidades de tráfico que en muchas ocasiones superan los 2.000 vehículos a la hora».

También señala que en esta zona hay «mucho camión» (unos 2.600 vehículos pesados a diario) y «cuando hay diferencias de velocidad es cuando hay siempre más riesgo de que se produzcan lo que conocemos como accidentes por alcance, que es el grueso de los siniestros que se producen ahí».

A la luz de los datos, el jefe provincial de Tráfico entiende que las cifras de siniestralidad «no son graves porque no acarrean un número significativo de heridos, pero sí que tiene consecuencias en la circulación». «En días de lluvia -dice- las distancias de frenado aumentan y no todos estamos acostumbrados. Te frena un camión, te frena un vehículo que va detrás, un cambio de carril, frenazo y colisión por alcance. Las consecuencias normalmente son leves, pero a nivel de gestión del tráfico sí da problemas porque son muchos los vehículos que soporta ese tramo y se producen la retenciones y atascos que todo el mundo conoce».

Teniendo en cuenta todas estas adversidades, el Gobierno central proyecta la construcción de un tercer carril, con una longitud de 13 kilómetros, que se extendería entre Polanco y Santander. «La intensidad media será la misma, pero en lugar de estar distribuida en dos carriles, lo estará en tres, con lo que cada carril va a soportar una intensidad menor de tráfico y ante cualquier accidente siempre habrá tres carriles que pueden darte más juego a la hora de que se pueda mantener el tráfico en alguno de los que hay».

De hecho, uno de los objetivos de esta ambiciosa actuación es mejorar la seguridad del tramo en cuestión. «Es fundamental. Lo que se quiere es aligerar la presión que actualmente soporta esa zona con dos carriles en el grueso del trazado. De esta forma se mejoraría la fluidez del tráfico».

La situación de este tramo es algo que sí que «preocupa», claro, al jefe provincial de Tráfico en Cantabria, como todos aquellos que tienen una siniestralidad elevada. «Pero no estamos ante una situación crítica a nivel regional, aunque haya un número significativo de accidentes. Pero, afortunadamente, un 80% de ellos se salda con chapa y pintura, daños materiales. Y la consecuencia es el atasco y las retenciones significativas».

Sin ir más lejos, el pasado 30 de octubre se registró un accidente entre varios vehículos a la altura de Polanco que provocó un atasco de dos horas y media en un tramo de cuatro kilómetros.