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A primeros de este mes, el molino de marea de San Juan de la Canal (en Santa Cruz de Bezana) tuvo su minuto de gloria –en negativo– cuando Hispania Nostra llamó la atención sobre su pésimo estado de conservación. La infraestructura data del siglo IX y se encuentra en estado de ruina lo que llevó a la entidad de protección de patrimonio a incluirla en su famosa 'Lista Roja', con la que recuerda a propietarios e instituciones que los restos históricos deben protegerse.
Detrás de la denuncia pública de Hispania Nostra –que frecuentemente se apoya en los conocedores de primera mano para detectar lugares en riesgo– estaba en esta ocasión el historiador Daniel Niño Samperio, que ha catalogado los molinos hidráulicos que conserva Cantabria de la época medieval para concluir que la gran mayoría deberían ser «rescatados de su actual estado de abandono». Ha encontrado 15 en municipios como Noja, Escalante, Alfoz de Lloredo, Santander, Castro Urdiales, Cillorigo de Liébana, Arnuero, Medio Cudeyo, Santillana del Mar, Camaleño, Bezana y Polaciones. Algunos están comidos por la maleza, caso del de Ronzón de San Cibrián. Alguno, como el de Santa Olaja –en las marismas de Victoria y Joyel– está completamente rehabilitado y en uso para cuestiones didácticas, pero eso es casi una excepción.
Casi todos los que se conservan en Cantabria, aunque sea mínimamente, están en el litoral porque son 'de marea', pero Niño también ha localizado alguno que aprovechaba las corrientes fluviales e, incluso, de montaña, que funcionaban con las aguas que generaban los deshielos. El analista es muy crítico con el escaso interés por estas edificaciones (industriales en su día), que fueron muy importantes. «Al caer en desuso nos olvidamos totalmente de ellos, al extremo de que hoy en día apenas son conocidos». De hecho, durante su proyecto se ha topado con el inconveniente del «vacío documental, que hace muy difícil dar con ellos». Se sabe, por ejemplo, que existió uno de nieve en Santa Eulalia, en Polaciones, por escritos medievales.
Como modelo de buen aprovechamiento del patrimonio, el historiador cita el molino de Santa Olaja, que fue declarado Bien de Interés Cultural en 2013. Esta infraestructura, que data del siglo XVIII, está en la ría de Quejo y ha sido completamente rehabilitada para convertirla en un lugar didáctico, de modo que se ha convertido en uno de los atractivos del Ecoparque de Trasmiera.
En la actualidad, dar difusión a los que sí están localizados en la región requeriría trabajos de mantenimiento de lo que queda de las infraestructuras y hacerlas accesibles. El de San Juan de la Canal –sin ir más lejos– no está señalizado ni cuidado y actualmente «no figura ni en el catastro. Al parecer, hace un tiempo hubo un proyecto de rehabilitación, pero se quedó en el tintero», cuenta el joven.
«Es cierto que existen preocupaciones más urgentes. Pero estos molinos son historia local y los municipios deberían interesarse más por ella», reivindica. Este graduado en Historia –«coyunturalmente» trabajador en Starbucks– llegó al mundo de los molinos a través de su trabajo final de un máster en Patrimonio Histórico y Territorial. Ahora le inquieta el estado del molino del Ronzón en San Cibrián (en Bezana) sobre el que trabaja para hacer una nueva propuesta a la plataforma de Hispania Nostra.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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