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Con más de 400 pacientes a su cargo y una plantilla que supera los 300 profesionales, Carlos Pajares, director gerente de Padre Menni, no tardó ... en ver la grave amenaza del coronavirus, antes incluso de que el Gobierno empezara con las medidas de contención. Avisó, pidió ayuda, pero le faltaron aliados para combatir el Covid-19 con los medios suficientes. «Nos han dejado solos. Aquí las grandes víctimas han sido los centros privados y los profesionales sanitarios».
-¿Cómo está afrontando Padre Menni la crisis del Covid-19?
-Hay que tener en cuenta que somos el centro hospitalario más grande de Cantabria después de Valdecilla y que las Hermanas Hospitalarias no tienen ningún ánimo de lucro: todo nuestro presupuesto es para atender a los pacientes y seguir mejorando nuestras instalaciones. El Covid-19 puede causar muchísimo daño en nuestra comunidad de enfermos y profesionales. Por eso escribí una carta al Presidente de Cantabria para solicitarle que diera prioridad a instituciones como la nuestra, porque ni disponemos de EPIs suficientes para los sanitarios, ni los test facilitados eran adecuados en cantidad ni en calidad.
reivindicación
-¿Coincide en la baja fiabilidad de los test rápidos que denunciaron las residencias?
-Un test que da falsos negativos deja libres a personas asintomáticas que siguen contagiando. Eso no puede ser. Hemos tenido que gastarnos casi 20.000 euros en adquirir 360 kits de test alemanes mucho más fiables. Estamos haciendo un esfuerzo humano, organizativo y económico como nunca. Nuestros pacientes y profesionales son ciudadanos como los demás, merecedores por tanto de la atención del SCS cuando es su salud la que está en peligro.
-¿Se han sentido ustedes desasistidos en algún momento?
-Algunos están tratando de vender el relato de que lo público ha sido maravilloso y en lo privado es donde hemos tenido los problemas. Y eso es totalmente falso. Nosotros nos anticipamos a prohibir las visitas familiares a nuestros internos, para impedir la propagación del coronavirus, y lo que nos ganamos fue una amonestación desde lo público. El dato de que el 53% de los fallecidos son residentes es contundente. Aquí ha habido dos grandes víctimas, que han sido los centros privados y los profesionales sanitarios. Las cifras de contagios así lo demuestran: más de 600 en residencias y más de 200 en personal sanitario. Sin la abnegación de lo privado y sin la valentía de los profesionales, hoy Cantabria sería un drama aún mayor.
-¿Cómo ha afectado el virus a sus pacientes y profesionales?
-Nosotros, por fortuna, al ser centro hospitalario hemos tenido precauciones y recursos para que el virus nos haya perjudicado hasta ahora mínimamente, con dos fallecidos con test positivos de un total de 420 pacientes, y un número pequeño de trabajadores contagiados, ninguno grave.
-¿Y qué le preocupa ahora?
-Ahora que gracias al confinamiento de toda la sociedad se comienza a ver el final del túnel a esta situación, nos preocupa mucho que perdure esta escasez de materiales de protección y detección. No nos pueden decir que proporcionar EPIs a los trabajadores es nuestra exclusiva obligación, cuando se trata de un mercado absolutamente distorsionado donde es muy difícil comprar. Si un gobierno pide un millón de EPIs a un proveedor y yo pido mil, está claro que atienden primero al gobierno. Pero luego este vendrá a exigirme que tenga protección para todos. Lo lógico serían compras centralizadas y distribuir a cada uno según su necesidad. No podemos estar compitiendo en el mercado con el propio gobierno. Si hay un brote aquí, no es solo mi problema, sino un problema de salud pública de toda Cantabria.
-¿Siente que se olvidó el Gobierno de los centros privados en su estrategia frente a la epidemia?
-Hemos ido a la cabeza con nuestros ruegos, porque teníamos dudas de que estuvieran visualizando claramente la situación. A veces la culpa también es nuestra, porque tendemos a echarnos todo a la espalda y no dar mucho la lata a la administración. Pero cuando están en juego las vidas uno no se puede esconder, y hemos sido proactivos al avisar a varias instancias administrativas.
la crítica
-De cara al futuro, ¿qué consecuencias deberían sacarse?
-Tenemos que promover una mejor organización, no solo para el Covid-19 hasta que aparezca tratamiento o vacuna, sino para la situación que se arrastraba. La primera conclusión es que hay que atender más a los temas de salud pública y Atención Primaria. Entiendo que hay una cierta obsesión con lo hospitalario, pero en una epidemia lo que se pone a prueba no es tanto el hospital como la organización de la red sanitaria y social. Si evitas contagios, no necesitas plazas de UCI. Si la alarma se hubiera aplicado una semana antes, el impacto del virus sería infinitamente menor, como señalan algunos estudios universitarios.
-¿La colaboración público-privada es más necesaria que nunca?
-Lo público, solo, no es suficiente. Ya lo estamos viendo en condiciones normales: sin operaciones concertadas, sin plazas concertadas, la sanidad sería infinanciable y las listas de esperas aún más largas. Debemos reflexionar con altura de miras, poner encima de la mesa costes y resultados y sobre la base de lo realmente efectivo planificar el futuro. Padre Menni es una estructura que libera al SCS de una enorme presión asistencial y económica, por medio de una entidad sin ánimo de lucro. El verdadero desafío de gestión es la colaboración público-privada. Tenemos que ser eficientes y atender a la población con calidad, con servicios públicos fuertes, sí, pero con un entorno complementario privado sanitario y sociosanitario.
-¿La epidemia ha descubierto la descoordinación entre las áreas de Política Social y Sanidad?
-Está claro, la persona dependiente, especialmente la internada, nunca es solo un problema social, sino también sanitario, porque suele ser pluripatológica, con cronicidad, con un gasto asociado farmacológico, etc. Llevamos muchos años argumentado a favor de un espacio sociosanitario fuera de la esfera de servicios sociales y dentro del ámbito de la sanidad. Hay que distinguir entre la residencia donde una persona es autónoma; lo social, y el establecimiento donde la persona depende de una atención compleja, lo sociosanitario. Y regularlo y financiarlo de forma realista, con una implicación conjunta del Icass y del SCS. No se va a superar el impacto de esta crisis sin una honda reflexión sobre nuestra organización social y sanitaria y sin una leal cooperación entre lo público y lo privado.
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Ana del Castillo
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