
«Mi abuela fue más que la musa de Machado»
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Ha dedicado sus últimos años a poner en valor a la escritora Pilar Valderrama, quien tuvo una relación con el poetaAlicia Vilodomat nació en Madrid, pero se siente «muy cordobesa y santanderina, por mis raíces». A lo largo de su vida ha hecho numerosas escapadas ... a Cantabria, donde se siente «muy a gusto». «Siempre me dicen que tengo pinta de ser del norte», apunta. Psicóloga de profesión, lo apartó todo por poner en valor la figura de su abuela, la escritora Pilar Valderrama, musa de Antonio Machado, a través de cursos, exposiciones y presentaciones, como la que hizo recientemente en el Ateneo de Santander, con el libro 'Evocación' (Ed. Torremozas), una antología poética de su abuela. «Ella era más que la musa de Machado», afirma.
-Pilar Valderrama es conocida por haber sido la musa de Antonio Machado, pero fue más que eso. También fue una escritora de la Generación del 27.
-Fue fantástica. Publicó 'Las Piedras de Horeb', nada más terminar el colegio y 'Huerto Cerrado', en 1927. Fue la antesala de muchas otras publicaciones. Conoció a Machado en 1928, cuando ya era una escritora y dramaturga consagrada y contaba con buenas críticas en los periódicos. Tenía relación con los más grandes de las Generaciones del 98 y 27, como Azorín, Juan Ramón Jiménez y mujeres, como Concha Espina, Victoria Kent o la Reina Victoria Eugenia; pertenecientes como ella al Lyceum Club. Fue creadora de los famosos salones literarios, en su propia casa.
-La relación íntima de su abuela, Pilar de Valderrama, con Machado fue desvelada cuando, tras su muerte, en 1981, se publicó 'Sí, soy Guiomar'. ¿Usted lo sabía? ¿Qué fue lo que sintió?
-Yo no lo sabía. Me entero con la publicación. En ese momento, yo estaba ocupada con las exposiciones de mi padre, con mi propia familia y viajando por el mundo. Fue a raíz de un curso que di en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, en 2017, 'Guiomar, antes y después de Machado', cuando empezó mi fascinación por ella y comencé a profundizar en su vida y a abrir el archivo con más de 500 cartas, hablando sobre ella, su obra y la relación con Machado. Al hacerlo, sentí una emoción doble: por un lado, una gran satisfacción al pensar en la gran abuela que había tenido y, por otro, una gran responsabilidad porque era la única en la familia que quedaba para dar a conocer todo este legado fascinante.
-A pesar de que fue una decisión de su abuela, que todo saliera a la luz, a usted no le pareció justo que se la recordara solo por ello.
-Claro, porque ella fue una gran escritora y dramaturga. Escribió seis libros de poesía y cuatro obras de teatro, todas ellas inéditas. Y me daba rabia que su recuerdo quedara reducido a su relación con el poeta. Si hubiera querido protagonismo, hubiera publicado sus memorias antes de morir. Les dejó a mi madre y a mi tía esta misión para ser cumplida una vez que ella ya no estuviera en este mundo.
-Usted llegó a vivir con ella. ¿Qué recuerdos tiene?
-Cuando nos mudamos a la casa de la calle Pintor Rosales,donde el Ayuntamiento de Madrid acaba de colocar una placa en su memoria, vivimos juntas en la misma casa hasta los 22 años, cuando ella murió.
-¿Se siente identificada con ella?
-Sí, mucho. Una parte de mi ser es una calcomanía. Me enseñó a vivir con resignación en las situaciones difíciles. Ella perdió mucho en su vida, pero no la compostura. Tengo unos recuerdos maravillosos; me llevaba al Teatro Real a escuchar a la Orquesta Nacional, a la Zarzuela, o al ballet. No movía una pestaña, para que me volviera a invitar. Fue mi gran maestra en las artes escénicas y la música. Me hablaba en francés (era bilingüe). La vida a su lado era muy entretenida.
-Su condición de mujer y su propia personalidad, llevaron a Valderrama al anonimato. ¿Cómo cree que se hubiera desenvuelto su abuela hoy en día?
-Se hubiera comportado de igual modo. Ella renunció a tener relaciones íntimas con Machado por sus principios. Eso seguiría igual. Sin duda alguna; tendría más libertad para desarrollar su arte, y eso que su marido era liberal para la época. Ella pudo publicar con su nombre y apellidos, cosa que otras mujeres no.
-¿No ha tenido en algún momento dudas sobre la exposición tan pública de la vida íntima de un familiar tan cercano?
-No, porque ella no tenía nada que ocultar. Al examinar su archivo, vi que no tenía que esconder esa relación tan bonita con Machado. También me dio la oportunidad de conocer que había sido nombrada miembro de la Real Academia de Hispanoamérica, en 1930.
-En el Ateneo de Santander presentó el libro 'Evocación', una antología poética de Pilar de Valderrama. ¿Cómo fue?
-Apoteósica. El aforo estuvo completo y logramos atraer la atención del público de manera casi sobrenatural. Yo recité los versos de mi abuela y el periodista y poeta Carlos Aganzo, subdirector de la Fundación Vocento, dio voz a Machado. Todo ello ambientado por la música de los Jóvenes Talentos Won, dirigidos por el pianista Álvaro Piedra. El ambiente fue mágico.
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