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En los años 80 surgió la Concentración Escolar, una nueva forma de organizar la educación en las zonas rurales, que suprimía las escuelas para ... abrir un nuevo centro, levantado en el núcleo de población más importante, al que accedieran todos los niños de la comarca y al que llegaban desde los distintos puntos en transporte escolar. Este cambio dio lugar a que las escuelas rurales dejaran de funcionar, sin que nadie se preocupase de conservar ni la instalación ni el contenido. De hecho, visitarlas tiene un componente inquietante pues se quedaban tal cual un día se dejaron de usar: con boletines a medias sobre la mesa del maestro, dictados con faltas de ortografía en la cartilla y en la pizarra las últimas consignas o castigos a base de copiar la misma frase.
Un maestro cántabro, José Luis de Cos, se ha dedicado durante 30 años a rescatar este material recorriendo un sinfín de escuelas abandonadas en Cantabria y fuera, recogiendo piezas de valor histórico y cargadas de nostalgia, que hoy permiten recomponer cómo era la educación en los años 40, 50 y 60.
«Las escuelas rurales abandonadas fueron durante años objeto de expolio. Se llevaban puertas, ventanas, marcos... Eran lugares donde dormía el ganado y el césped crecía libremente. Rebuscando entre las zarzas he encontrado muchos de estos objetos, como esta caja con cuerpos geométricos que está completo», explica De Cos.
El museo es una recreación al detalle de un aula de aquellos tiempos. Está ubicado en la antigua capilla de la Virgen de la Barca, en Casar de Periedo (localidad natal de Cos). La visita es como meterse en una máquina del tiempo. Uno de los elementos más interesantes es un registro del curso 1918-1919 en el que el maestro anota de su puño y letra el cierre de la escuela por epidemia: era la Gripe española, que mantuvo las escuelas cerradas 'de octubre al 7 de enero', indica el maestro, que también anotó junto a los nombres de cada uno de los 48 alumnos, las bajas por fallecimiento (que fueron 26) al no sobrevivir a la gripe.
El museo recoge también numerosos juegos de los niños de entonces: una colección de 167 peonzas de todo el mundo, bolsas de canicas, chapas, tirachinas, trampa para cazar pájaros, moto pies de madera (hoy llamados patinetes), zancos, bolos...
En el perchero exterior se colgaban los abrigos, pero también sacos de legumbre . «¿Por qué estos sacos ocupan perchas? ¿Alguien se ha confundido?», preguntaban el día de la inauguración del museo, este mes de agosto. Incluso llegaron a retirarlos hasta que De Cos explicó que es parte de la colección. «Los niños que éramos menos pudientes íbamos a la escuela enfundados con este saco, poniendo una de las picas como capucha. Y, por cierto, no calaba nada. En las manos, llevábamos la cartera, la pizarra y el pizarrín para escribir. Eso era todo nuestro material escolar».
Este maestro de profesión y, sobre todo «de vocación», ha rescatado el material de escuelas de Cantabria, Burgos, Almería, Asturias, Segovia y Alemania. También incluye donaciones de muchos particulares, como una cartera alemana que tenía dentro un ábaco -con lo que aprendían matemáticas- y una cajita con acuarelas a medio gastar.
Otra de las joyas de este museo es un pupitre de madera para tres alumnos, con sus huecos para los tinteros, las plumas. José Luis lo rescató de unos escombros a la salida de una escuela de Liébana que se estaba rehabilitando para vivienda. Encima de cada pupitre del aula se ven enciclopedias originales, un catecismo, las cartillas con consignas como 'Viva la madre patria' o 'Un niño instruido es un hombre ganado', mapas, tiralíneas, tinta china, las huchas de Domund...
Muchos no sabrán qué hace un enorme bidón en una esquina, junto a la mesa del maestro. «Data de 1955 y fue un regalo de EE UU a las escuelas, que contenía leche en polvo. Encima hay dos latas de queso. Cada tarde, el maestro repartía a los niños una porción de queso y un vaso de leche», explica José Luis.
Este maestro, que ha dedicado a la docencia «36 años preciosos», considera que el mayor logro de su carrera ha sido «eliminar la distancia que había entre el maestro y los alumnos. Pasar del 'ordeno y mando' al vínculo personal», apunta este hombre que recuerda que empezó a dar clase como 'don José Luis' y finalizó siendo 'el profe'.
El Museo de la Escuela Rural de Casar de Periedo permite que los jóvenes de hoy en día sepan cómo fue la infancia de sus antepasados, cuando «el colegio era la segunda casa y lo que decía el maestro iba a misa», asegura De Cos. De momento han llegado visitas de familias donde los abuelos, inundados de recuerdos, explican a sus nietos cómo eran sus clases y estos preguntan: «¿No utilizábais pizarra digital?». La visita se puede reservar en la web www.turismocabezondelasal.com y el teléfono 942700332.
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