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El año académico se ha cerrado con un «suspenso» en el tratamiento del acoso escolar por parte de los centros educativos, según la visión de ... la experta María Jesús Franco, que trabaja desde Santander con casos que le llegan de toda España. La psicopedagoga de Cipsa, centro interdisciplinar de Psicología y Salud, alerta de que este tipo de maltrato «debería detectarse antes» con medidas de prevención para evitar tanto sufrimiento a las víctimas.
-¿Qué datos de acoso escolar se han registrado este curso?
-Los datos de la Consejería de Educación del primer trimestre parecen buenos, pero si profundizas son preocupantes. Se abrieron 44 expedientes, se activaron 11 protocolos y sólo dos fueron considerados acoso escolar. Son pocos casos y a simple vista se puede pensar que está controlado, pero no es así.
-¿Cuál es su análisis a la vista de los casos contabilizados?
-La realidad es que se producen muchos más casos de acoso escolar en Cantabria de los que se registran, pero no salen a la luz. En el 99% de los casos de acoso en los colegios no se activa el protocolo porque no se implica el centro educativo, la familia del acosador o el profesorado. Se olvidan de que el objetivo es que la víctima deje de sufrir antes de que pueda pensar en un suicidio.
-¿Cuál es el mayor peligro de un registro de casos a la baja?
-Detrás de las cifras se esconden historias desgarradoras de chicos que son humillados a diario en el colegio por sus compañeros, situación que se alarga en el tiempo y que les lleva a no querer ir a clase, obtener bajos resultados académicos y necesitar ponerse en tratamiento con intervención de un profesional por la pérdida de autoestima, ansiedad y depresión.
-¿Cómo se detecta el acoso?
-No hay dos casos iguales. Entre las chicas surgen las envidias, todas son amigas hasta que una destaca y entonces se la aísla contando bulos de ella. Entre los chicos, el acoso empieza de menos a más. Primero con empujones en la fila, zancadillas. Si esto no se para comienza un infierno para la víctima, que es humillada a diario y recibe amenazas hasta que se empieza a ejercer una violencia física donde, por ejemplo, le agreden con el tenedor del comedor. El acoso escolar grita, pero no sabemos escucharlo porque lo seguimos minimizando.
ESTADÍSTICAS
-¿Es la falta de prevención el principal problema?
-En el acoso escolar es el mundo al revés. El acosador suele ser un alumno con buenos resultados académicos, popular y bien considerado por el profesorado. Esto hace que en muchas ocasiones el centro escolar cierre filas en torno a al maltratador. Es más fácil que apoyar a la víctima, que al fin y al cabo, está sola. Es un mensaje perverso para la víctima, que aprende que la violencia gana. Y también para el acosador, que podrá repetir el maltrato.
-¿Qué se debe cambiar de cara al próximo curso?
-Hay que desterrar la idea de que el acoso «son cosas de niños» y «siempre ha ocurrido». Son mensajes que reciben las víctimas. No puede haber un alumno que sufra humillaciones, empujones, patadas o, en el caso de las chicas, aislamiento y bulos. Hay que vigilar la convivencia porque el acoso va de menos a más, pero llega a situaciones extremas en las que los jóvenes no ven salida y desean quitarse la vida. Se une la violencia física y psicológica y acudir al colegio se convierte en su pesadilla.
-¿Recomendaría sacar a su hijo del colegio en caso de acoso?
-No, en ningún caso, porque el mensaje que recibe la víctima es de que gana la violencia. El que no hizo nada malo tiene que irse y empezar de nuevo, mientras que el acosador disfruta del apoyo de su centro. Además, el alumno víctima de acoso llegará al nuevo centro con una gran mochila de inseguridad, depresión y ansiedad, por lo que su integración será difícil, incluso podría ser otra vez víctima de acoso. Los conflictos hay que solucionarlos en el centro de origen. Nos hemos insensibilizado ante esta terrible problemática que causa tanto daño a los menores.
MENSAJE «PERVERSO»
-¿Qué traumas deja detrás de sí la violencia en las aulas?
-La violencia machista no sale de una chistera. Si indagas un poco detrás de casos de violencia encontramos, a menudo, a un acosador o una víctima de acoso escolar que entendió que la violencia es la manera de supervivencia y por eso la ejerce. Es un efecto dominó.
-¿Este curso se merece un suspenso en esta materia?
-Desde luego que sí. Para avanzar y proteger a las víctimas de acoso escolar y maltrato, España tiene que revisar la normativa que para considerar caso de acoso escolar se exige que se produzcan tres supuestos simultáneamente: la víctima tiene que demostrar que el maltratador le ha estado causando daño; que ejerce abuso de poder; y que la violencia lleva ocurriendo a lo largo del tiempo. Si no se dan los tres supuestos no se considera como tal. Es injusto para la víctima. Por otro lado, hay que visibilizar que los centros educativos son juez y parte, pero no son parciales.
-¿Qué medidas preventivas se deberían desarrollar el próximo curso para reducir el número de casos?
-En el tema del acoso escolar es mejor prevenir que lamentar. Hace unas semanas una joven se quitó la vida en Cataluña por un caso de acoso en las aulas. Como medida preventiva es importante observar de cerca (para protegerles) a un estudiante nuevo en el centro. En este caso el colegio tiene que desplegar un programa para el receptor. Los recién llegados son susceptibles de que les pueda ocurrir porque el acosador busca víctimas que estén aisladas. Habrá que observar el paso de 6º de Primaria a 1º de la ESO y la mezcla de grupos porque es un momento en el que se establece el rol de víctima y acosador. También hay que observar a los alumnos con rasgos físicos que les diferencian mucho de sus compañeros y a los que se muestran muy tímidos.
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