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«Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar. Pasar haciendo caminos, caminos sobre la mar». Así empieza Caminante no hay camino –ya saben, «se hace camino al andar»–. Que la Camerata Coral de la Universidad de Cantabria eligiera esta canción mientras un ... grupo de peregrinos curioseaba por la Puerta del Perdón, aún cerrada, y en el escenario montado junto al monasterio estuviera, emocionado, Joan Manuel Serrat, fue todo un acierto. Como un resumen. De la trayectoria del artista y del motivo que le trajo a Cantabria. El peregrino, la biografía, el Año Jubilar, su adiós a los escenarios, la senda... Fue algo simbólico, casi mágico. Para algunos (los que creen), incluso con un toque religioso. Y el cantautor, en su discurso –socarrón, sencillo, sincero, agradecido– quiso seguir caminando por el mismo sendero. Dos ideas. La primera: «Así han rodado las cosas y me permitirán que piense que, por encima de todas las razones, el hecho de que estemos aquí juntos en este lugar hermoso y mágico es fruto de algo tan simple como el amor. El cariño. Vivir sólo vale la pena para querer y para que te quieran. Ese ha sido el mayor objetivo en mis quehaceres». Y la segunda: «La gratitud es algo escaso en estos tiempos que corren». Joan Manuel Serrat Teresa (Barcelona, 1943) fue muy Serrat para recibir el Premio Beato de Liébana junto al monasterio de Santo Toribio.
Al acabar la canción, el director de la Camerata hizo un gesto al escenario con la mano en el corazón. Una dedicatoria que Serrat acogió como todos los halagos de estos últimos días que ha pasado en Cantabria. Como todo el acto organizado este martes en la explanada anexa al monasterio. Una carpa, sillas, autoridades políticas (el Gobierno, alcaldes, la delegada del Gobierno, el presidente del Parlamento...), religiosas y de los Cuerpos de Seguridad del Estado. Y también, mezclados, peregrinos y admiradores. Empezó hablando el obispo, Manuel Sánchez Monge. La bienvenida, el carácter internacional del Año Jubilar y su importancia... A Javier López Marcano, que hizo de padrino, le tocó el halago. Estaba en su salsa e insistió en la deuda contraída con Serrat. Por su carrera y por su nuevo papel de embajador de Beato y Santo Toribio. Siguiendo con el juego, porque «universalizó el concepto de camino». «Nunca te pagaríamos suficiente la deuda contigo porque nos haces más universales», acabó el consejero.
Luego, tras un vídeo (con el Serrat de Mediterráneo en el 71, del exilio y de los premios), llegó el turno de la Camerata. «Caminante, son tus huellas el camino y nada más...» (luego interpretaron el Aleluya de Leonard Cohen y el himno de Cantabria). Y luego, golpe a golpe, la consejera de Presidencia, Paula Fernández, leyó el acta del premio. Ojo, eran dos. El que reconoce el entendimiento y la convivencia fue para José Ramón Andrés Puerta, el chef José Andrés, pero él no pudo asistir a la celebración. Para Serrat fue el de la Cohesión Internacional (se decidió el 29 de noviembre de 2022).
Con el público en pie, Revilla le entregó la escultura. Hubo cierta duda porque el presidente se dirigió al atril antes de que le tocara, pero Marta Barca (directora general de Turismo y presentadora), le avisó a tiempo. «Como verán, no soy el presidente», empezó Serrat al hilo del malentendido. Hubo, claro, un primer agradecimiento por un premio «tan ligado a esta tierra y a sus gentes, y a la figura de Beato». Luego fue desgranando la exposición de motivos. Por la contribución a la cultura, los valores cívicos... «No voy yo a discutir, que me van bien las cosas como están. Estoy encantado de que tengan tan buen concepto de mí», bromeo con el acento y la voz (y el tono) de siempre, «Coincidirán conmigo que cuando un hombre disfruta de hacer aquello que quiere hacer, más que mérito es una bendición». Y respecto al «empeño en defender los valores cívicos y humanitarios», dijo que «enfrentar la discriminación, la intolerancia y defender el pensamiento libre y plural» es «un acto en defensa propia». «No ha supuesto otro esfuerzo que dejarme llevar por mi instinto y la búsqueda de la felicidad».
Luego (como un guiño a su canción Para vivir) hizo su homenaje al amor y al cariño. Y ahí englobó a sus compañeros de camino. A José Andrés o a otros 'beatos' anteriores como el Padre Ángel (que estaba), a Silvio Rodríguez (que grabó un vídeo de felicitación) o a Manuel Gutiérrez Aragón y Josep Borrell. También a Cantabria. Porque el premio le permitió a su mujer, Candela y a él, llegar «a lugares que incomprensiblemente no había podido visitar». «Pasar unos días en esta tierra hermosa y generosa» a la que prometió volver, eso sí, «financiándolo con el erario personal».
«Debo confesar –dijo cuando ya terminaba– que desde que anuncié mi jubilación de los escenarios no pensé que iban a sucederme momentos tan emocionantes. Me ha dado mucho qué pensar. No sé si ocurre para festajar mi retirada». Otra broma antes de esa alabanza al agradecimiento con la que se despidió.
El cierre
Y ahora, sí, le tocaba a Revilla, como Serrat, «cosecha del 43». Le tocó el recorrido habitual por la figura de Beato. «El premio que recibes es importantísimo. Hasta que no llegamos Javier y yo (por Marcano), esto de Beato sólo le sonaba a la gente por la película de El nombre de la rosa». Destacó del religioso nacido en Aniezo que se enfrentó a las autoridades de la época, dio «sentido religioso a la reconquista» y «nombró patrón de España a Santiago», lo que dio origen a la peregrinación. «En Europa es más conocido que aquí».
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Luego, Revilla, se detuvo en los 'beatos' propios. Los premiados. Tras hablar del Padre Ángel o Silvio Rodríguez, se centró en Serrat. «Es muy difícil que todo el mundo te quiera y eres de los pocos que concita unanimidad». Como Nadal o Iniesta –dijo–, un tipo «sin rechazo», «sencillo». «El antidivo», definió. «Tú pasas a ser ahora un embajador que va a hablar de esta tierra y que volverá más veces. Cantabria te da las gracias porque nos prestigias el Premio Beato», concluyó el presidente.
«Cuando el poeta es un peregrino», dice la canción. Y a Serrat lo llevaron a peregrinar por el monasterio. Al claustro del templo o ante la reliquia del Lignum Crucis. Después de firmar, sonreir, abrazar y agradecer. Del Mediterráneo al Cantábrico, dando valor a las pequeñas cosas. Y caminando. Ya saben, «se hace camino al andar».
El lunes visitó Cabárceno y Fuente Dé y, ya por la noche, hubo cena en El Oso, en Cosgaya con Revilla o Marcano, entre otros. Cuentan que Serrat cogió una guitarra y recordó los acordes de 'Mediterráneo'. Cantó algo de 'Esas pequeñas cosas' y escuchó a un Nando Agüeros que cumplió uno de sus sueños conociendo al 'Nano'. El artista, que dijo que de momento había venido su mujer, pero que volvería a Cantabria con toda su familia, no escatimó un detalle con los que subieron hasta Santo Toribio. Unos cuantos para ser un martes. Más de uno rescató vinilos con las esquinas de la carátula amarillenta. «Este es el primero que sacó en castellano», comentaba una seguidora emocionada después de que se lo firmara. «A mí en el colegio me llamaban 'la de Serrat'». Como para no emocionarse con la mañana.
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